Ahora que aquí se acercan las elecciones presidenciales es importante observar la situación de Venezuela, un país tomado como modelo por la presente administración de Argentina.
El PIB de Venezuela cayó -3,7% en 2014, este año caería -7,4% y en 2016 volvería caer -3,8%, o sea que se reduciría -15,6% en solo 3 años. La inflación al cierre de 2014 fue de 64,7% cuando en 2012 era de 19,5%. En este año el aumento de los precios al consumidor llegaría en diciembre a 157,1%. Son muy destructivas de la confianza de la población estas cifras de aumento del costo de la vida.
Los aumentos de salarios nominales han sido en 2015 de 88,3% y para 2016 se calculan en 100,8%, lo que significa una reducción extraordinaria de los salarios reales en el país del socialismo del siglo XXI.
Las exportaciones han tenido una fuerte caída, ya que se acercaban a 100.000 millones de dólares en 2012 y llegarían apenas a 42.600 millones en 2015. Las importaciones se han reducido pero falta variedad y volumen de productos en el mercado, que se racionan por la gran escasez.
Las reservas internacionales cubren solo 0,8 meses de importaciones cuando en Perú son 18,5 meses, en Brasil 23,5 meses y en Argentina 5,2 meses. Venezuela tenía reservas por 7,6 meses en 2008, lo que muestra el deterioro progresivo del sector externo en estos años.
El déficit fiscal se ha disparado del rango de 2% - 4% del PBI en los últimos años a 10,2% del PBI este año, una cifra muy preocupante por el financiamiento monetario que implica dado que el acceso al mercado financiero está prácticamente cerrado. La calificación de la deuda es CCC de acuerdo con Standard & Poors, o sea, nivel de default. Lo mismo ocurre con la calificación de Moody’s (Caa3).
Es difícil calcular la evolución futura de este modelo de Venezuela, pero por las cifras no parece que sea muy adecuado para que Argentina lo siga como ejemplo.
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