La historia no tiene calendario
A la historia no se le puede trazar calendarios. La salida fue inédita. Nadie previó la forma como se produjo el derrocamiento
Todas las fuerzas antidictadura militar solicitaron en 1957 la celebración de elecciones, según la Constitución perezjimenista de 1953. El dictador no había podido suprimir la conquista democrática que se expresó en la elección directa, universal y secreta del Presidente de la República. Esta política era el resultado de la experiencia de las elecciones para la Constituyente de diciembre de 1952 cuando la oposición fue dividida, porque AD llamó a la abstención, aun cuando después del asesinato de su Secretario General en la clandestinidad, Leonardo Ruiz Pineda, llamó directamente a la votación.
Era un acto de audacia intentar ir a unas elecciones bajo una férrea dictadura que había asesinado, torturado, encarcelado y obligado a los partidos y sus dirigentes principales a vivir en la clandestinidad. Más al dictador apreciar que esta vez TODA la oposición iba a concurrir unida, su Ministro del Interior, Laureano Vallenilla, ideó sustituir aquella elección por un Plebiscito que le diera continuidad en el poder al dictador. Al convocarse el Plebiscito la decisión UNÁNIME por parte de la oposición fue llamar a la abstención. Ello se tradujo en un éxito. La dictadura tuvo que maquillar la asistencia. El régimen quedó al desnudo, sin apoyo.
El primero de enero de 1958 se produce el alzamiento de Hugo Trejo y Martín Parada, el cual es derrotado. Pero la dictadura había quedado herida. Por un lado, el éxito de la abstención demostró que no tenía apoyo popular y, por el otro, el alzamiento militar demostraba la fractura de las Fuerzas Armadas. Hago un paréntesis. Fruto de muchas discusiones resolvimos desde comienzos de 1956 nos referirnos a la dictadura como de las Fuerzas Armadas y concentramos todo contra Pérez Jiménez, Vallenilla Lanz y Pedro Estrada, principales responsables de la represión y del desastre administrativo. Teníamos informaciones de lo que acontecía en su seno. Y eran ciertas, como se demostró.
A partir del primero de enero pequeñas vanguardias tomaron la calle y se enfrentaron con los agentes de la Seguridad Nacional y de la policía. Con piedras, bombas molotov, pequeños revólveres fueron la chispa que “incendió la pradera”. Crecían las manifestaciones. Caen Vallenilla y Estrada. Se forma un nuevo gabinete. Se crean las condiciones para llamar a la huelga general el 21 de enero, precedida de acciones estudiantiles y de la huelga de prensa. El 23 de enero de 1958 huye el dictador. Se había alcanzado la libertad.
Moraleja: A la historia no se le puede trazar calendarios. La salida fue inédita. Nadie previó la forma como se produjo el derrocamiento. Había una estrategia, una política, basada en la unidad y en los objetivos muy claros que se perseguían, entre ellos la libertad como valor fundamental de la democracia.
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