El espíritu de la primaria
El domingo 22 de octubre de 2023 se llevó a cabo la elección primaria de la oposición democrática para la escogencia de la candidatura unitaria que competiría en los comicios presidenciales que, entonces, aún no tenían fecha aunque se sabía que se harían en algún momento del año 2024, como ocurrió el pasado 28 de julio.
La primaria de hace justamente un año eligió con más de 90% de respaldo a María Corina Machado como su aspirante a la presidencia. La abrumadora votación, en la que participaron más de 2,5 millones de personas, confirmó que el país estaba frente a un nuevo liderazgo político, con un fuerte arraigo más allá de los partidos que participaron en la contienda y con notorio contenido popular.
Machado ha sido una figura de la política venezolana durante la mayor parte de lo que va de siglo. Primero desde la organización Súmate para promover la participación política de los ciudadanos en el uso de las atribuciones de la Constitución de 1999, luego participó como independiente en la primaria organizada por la Mesa de la Unidad Democrática en febrero de 2012, y ese mismo año fundó Vente Venezuela, la organización política que propone la transformación liberal de Venezuela, con énfasis en una política económica abierta, que privilegie la participación privada con un Estado que, siendo más pequeño, tenga fuerza y autoridad.
La primaria de 2023 fue, en toda la regla, un desafío al régimen de Nicolás Maduro que, a pesar del acuerdo firmado en Barbados con la Plataforma Unitaria, mantuvo la inhabilitación de Machado para el ejercicio de sus derechos políticos. El fraude concretado el pasado 28 de julio tuvo su origen en esa decisión arbitraria, que pretendía dejar fuera del juego político a la líder elegida en elecciones libres, a la luz del día y con resultados tan claros como contundentes.
Machado ganó la elección y luego lideró la campaña electoral que condujo a la apabullante victoria de Edmundo González Urrutia. Una campaña que se realizó en las peores condiciones de cualquier proceso electoral en Venezuela, preludio del robo más descarado jamás cometido.
El desafío lanzado con la primaria no ha sido vencido. El régimen se vio obligado, a cambio de su desprestigio mundial, a cometer un fraude de las magnitudes conocidas. A que se sepa, sin la menor duda, que sus organismos —el CNE, el Tribunal Supremo de Justicia, la Fiscalía General— son simples apéndices de un engranaje autoritario y corrupto, incapaz de resolver el drama venezolano de miseria y exclusión.
Ese espíritu rebelde, que autogestionó la primaria, que dio vida a un contingente de testigos que preservaron la verdad del escrutinio del 28 de julio, es la expresión de la fuerza popular y ciudadana, de valentía y de progreso que anima a la mayoría del pueblo venezolano en lucha por un destino mejor. Y hay que confiar que ese destino llegará, que tampoco le bastará la fuerza represiva a la tiranía para mantenerse en el poder. Es, con seguridad, el deseo de los venezolanos de bien, que son la amplísima mayoría.
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