Aguinaldos acorralados
Las bonificaciones salariales de fin de año y los ahorros del público llegan devaluados al “corralito” de los bancos del país.
Decir que el billete de 100 bolívares fuertes ya no sirve para adquirir nada no tiene ninguna novedad, aunque despierta rabia e impotencia desempolvar los argumentos de la reconversión monetaria de 2008 cuando Armando León (Banco Central de Venezuela) o Rodrigo Cabezas (Ministerio de Finanzas) juraban que “la eliminación de los tres ceros a los billetes nacionales permitirían estabilizar la moneda por los próximos 20 años.”
Lástima que León ni Cabezas den la cara para explicar lo ocurrido en menos de una década, el fracaso de una estructura económica que pulverizó esa divisa “fuerte” que se pretendía instaurar como “muy estable” y fracasada en el breve plazo aquí descrito. Tampoco Merentes (BCV) o Rodolfo Medina (Min. Finanzas) hablarán al respecto, pues nadie del actual gobierno, ni Maduro ni funcionarios de su entorno, reconoce esta debacle que es apenas la punta de un iceberg sobre el completo colapso de la economía venezolana.
Las voces oficiales tienen incluso el desparpajo de negar “la existencia de un corralito en el país” cuando a casi todos los usuarios de la banca nacional viven en carne propia restricciones de diversa índole para movilizar libremente su dinero, ya sea en físico, con fajos de billetes, o por transferencias electrónicas cuyos montos y condiciones convierten en un acertijo cada operación frente a computadoras, tabletas y teléfonos inteligentes: los topes de dinero a movilizar varían según cada institución y casi hay que armar un gráfico para manejarse con éxito por esta vía.
El Banco Central de Venezuela vive quizás el momento más oscuro de su historia toda vez que no puede lograr uno de los principales objetivos que le fijan sus propias leyes, el de “preservar el valor de la moneda”. También es responsable de no haber ejercido su autonomía (frente al Poder Ejecutivo) para formular y ejercer la política monetaria, y para colmo no está participando en el diseño y ejecución de nuevas políticas cambiarias que aminoren los efectos de la crisis que afecta a nuestro país.
El BCV también ha sido gran alcahueta del gobierno al publicar con demora, “maquillar” o esconder las tasas de inflación en Venezuela, una bomba de tiempo que le explotará en breve precisamente cuando se vea forzado a poner en circulación papel moneda que contemple billetes de hasta cuatro ceros. (Esperemos entonces las declaraciones de Merentes sobre la inflación cuando ruede el nuevo papelero de 500, 1.000, 2.000, 5.000, 10.000 –y quizás 20.000- unos billetes que aparentemente están listos para entrar en circulación a partir del próximo mes de diciembre.)
Sólo entonces constataremos, de manera oficial, que vivimos bajo una de las tasas de inflación más altas del mundo, algo que por desgracia ya hemos verificado trágicamente al palpar el empobrecimiento de un gran porcentaje de la población de nuestro país. Precisamente ayer se discutió en la Asamblea Nacional un proyecto de acuerdo “sobre la falta de efectivo y sus consecuencias económicas y sociales”. Más allá de debate, escuché un rumor que me apetece comentar para concluir esta nota: al parecer alguno de los nuevos billetes tendrá impreso el rostro de Hugo Chávez. ¿Será posible tamaña calamidad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario