APORTE PANADERO VENEZOLANO A LA CAPITAL DE ARGENTINA
El 31 de mayo de 2022 el periodista
Luis Pico, del portal El Diario,
reportó:
-Aunque en Argentina abundan las
confiterías (que son como una especie de panadería), sus productos son
distintos a los consumidos en Venezuela, sin que ello impida que opciones como
el cachito, minilunch y los pastelitos se abran paso en la escena porteña.
Y agregó:
-En Argentina el día arranca con
algo dulce. Al característico mate o una buena taza de café se los acompaña con
croissants, conocidos como medialunas, o con facturas —masitas con rellenos
como dulce de leche, crema pastelera o membrillo— en lo que suele ser el
desayuno predilecto. Las empanadas son para el almuerzo o cena, igual que otras
opciones que incluyan huevos o tocineta.
Hay, sin embargo, un lugar que fue
creado con la idea de ofrecer desayunos diferentes y en cual, con el tiempo,
cada vez más argentinos dejan de lado su costumbre para comerse un cachito o
algún pastelito de hojaldre, bien sea de jamón y queso o quesocrema.
Luego señaló:
-Y esto, ¿qué es? Se llaman minilunch, señor.
Bueno, me das uno para probar…. ¡Pero qué rico que está esto! —delibera,
pasados unos segundos, tras el primer bocado.
Se trata de uno de los diálogos más
comunes en la Panadería Venezolana Donna, ubicada en el barrio porteño de
Recoleta, con clientes locales que ven, en la vitrina, distintas opciones que
quizá no hayan conocido antes. A este señor lo atienden luego de que un padre
le comprara a sus hijas la merienda para que llevaran a la escuela. Y no faltan,
por supuesto, venezolanos con acentos de lugares como San Cristóbal y Maracaibo
que también llegan al local para saborear cosas de su tierra, impensables
dentro de una confitería argentina.
Su dueña es Lisabeth Rangel, quien
revela:
-Los argentinos son muy abiertos a probar cosas nuevas. Nos llena de
satisfacción cuando vienen a comer empanadas de pabellón o pastelitos de queso
crema cuando para ellos el desayuno es dulce. Han venido y se han enganchado
con los sabores venezolanos, que son salados.
Pico destacó después:
-En su oferta gastronómica hay panes
como las canillas, el camaleón andino, y por supuesto, dulces como los golfeados
con queso, las bombas rellenas o las piñitas. Y tequeños y empanadas, que por lo general no suelen formar parte del menú de
estos locales en Venezuela.
Aunque no hay, por ejemplo, los
sándwiches de miga, de milanesa, o la pastafrola, Rangel sí las conoce de
primera mano, pues cuando emergió este proyecto, en abril de 2018, lo hizo con
un panadero y un menú argentinos, que luego viraron hacia lo venezolano en el
último trimestre de aquel año, en lo que fue empezar de cero luego de haber
arrancado desde cero, o lo que es lo mismo, volver a empezar cuantas veces se
considere necesario.
Luego apuntó:
-En Venezuela, la vida de Lisabeth jamás estuvo ligada a la panadería, ni
siquiera con la gastronomía. Licenciada en Administración egresada de la
Universidad Santa María y con un posgrado como Project Manager de la
Universidad Monte Ávila, Rangel trabajaba en una consultora.
Cuando era joven, tenía el anhelo de
vivir en otros países para conocer otras culturas y realidades, y con dos hijas
—hoy una de 17 años de edad, la otra de 25 — decidió brindarles esa
experiencia, aun con los riesgos que pudiera conllevar.
…La familia vivía en la urbanización
de El Paraíso, al oeste de Caracas. A Lisabeth la secuestraron en dos
oportunidades y temía por la inseguridad, sobre todo en los alrededores de la
Cota 905, donde desde hace años abundan bandas de crimen organizado con armamento de guerra.
En ese entonces, con 46 años de
edad, decidió vender todo lo que tenía para poner en marcha la aventura
familiar. Pudieron haber ido en dirección a Costa Rica, donde su madre había
estado por cuestiones laborales, pero a las hijas no les sedujo mucho la idea.
Por trabajo, y con algunos conocidos, también había pasado antes por Buenos
Aires, una ciudad con múltiples opciones para estudiantes de todos los niveles,
pero sobre todo el universitario, por lo que esta vez, sí, les cerró la idea.
Escogido el destino, ahora tocaba definir cómo volver
a arrancar.
Ella
explicó:
-Con esa edad, sin que te conozca
nadie ni sepan de tu trayectoria, es difícil, por eso pensaba en emprender algo.
Estaba buscando lugares y vi una panadería que estaban vendiendo. Compramos
(junto con su hermana y social, Jenny) el fondo de comercio. Nunca se nos pasó
por la cabeza montar algo como esto, pero el dueño, que era argentino, nos ayudó
con el tema de los proveedores y conocer más del asunto, contó Rangel.
Pico apuntó además que el
emprendimiento empezó con un equipo inferior a cinco personas y en la fecha del
reportaje contaba con 22 trabajadores.
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