En Venezuela
EL PRIMER
SECUESTRO FUE DE CARÁCTER POLÍTICO
En 1895, el niño Manuel Ruiz Borbollo,
caraqueño de 10 años fue
secuestrado
para pedir 5 mil pesos
de rescate, los
iban a ser utilizados para financiar una revolución
contra el
presidente Joaquín Crespo
El
secuestro, esa figura delictiva que tanto centimetraje periodístico ha cubierto
en el país a raíz de casos famosos como el de Rhina y Rhona Ottolina, los industriales Domínguez y Niehous, León Taurel, Carlos Vicente Vegas Pérez y el niño Rafael
Antonio “Macho” González; tiene sus antecedentes más remotos en el Arte de
Guerra, cuando los ejércitos, vez de dar muerte a los prisioneros preferían
mantenerlos vivos para esclavizarlos, negociar su canje por otros soldados con
las fuerzas contrarias o lucrarse de alguna forma a cambio de su libertad.
Con
el tiempo esta práctica trasladó a otras áreas de las relaciones humanas,
vinculándose únicamente a una sola
actividad: obtener un rescate por la libertad de la víctima. Bajo este carácter
económico llegó hasta nosotros t así fue acogido en el Código Penal de 1897,
inspirado en el criterio sustentado al respecto por la Escuela italiana que
consideraba el secuestro de personas un delito contra la propiedad, por cuanto,
aunque dirigido a la persona física, el
principal móvil no era éste sino un rescate en dinero o especies y causar un
daño, no a la persona secuestrada, sino a su patrimonio. Este es el criterio
prevaleciente en la legislación venezolana hasta ahora, aunque en la reforma
del Código Penal promulgada el 22 de junio de 1964, se hizo un añadido al artículo
462 que configuró el secuestro, además de delito puramente económico, con
carácter de político.
Venezuela: el primer
.secuestro
En
Venezuela el primer secuestro que registra la historia criminal ocurrió en
Caracas en junio de 1895 y su móvil fue político. La víctima, un niño de 10
años de nombre Manuel Ruiz Borbolla, fue secuestrada con el objeto de obtener
como rescate la suma de cinco mil pesos que sería empleada para financiar una
revolución contra el Presidente de la República general Joaquín Crespo.
El
niño fue secuestrado a las puertas de su casa y sus captores, tras fijar el
rescate, dieron como plazo para su entrega “el término del tiempo que el muchacho pueda conservar la vida
sin comer”, según lo hicieron saber en
una nota. El rescate, por
recomendaciones de amigos de la familia,
no fue pagado y el niño estuvo a punto de perder la vida.
Los
hechos ocurrieron así: A mediados del mes de junio de ese año se presentó en la
casa de la víctima, situada entre las esquinas de Bolero y Pineda, un elegante coche
landó, presumiblemente alquilado, cuyos dos ocupantes preguntaron por el dueño de
fa casa. Como se les informara que no estaba pidieron entonces que “le
prestaran el muchachito” para que los condujera hasta el lugar donde se encontraba
el padre, ya que mediaba un negocio muy importante.
En
horas de la noche el padre recibió una extensa carta de cuatro folios,
bellamente caligrafiada, donde los secuestradores le participan que Manuel ha
sido secuestrado y se le dan instrucciones para el rescate.
“La
necesidad de establecer un fondo que complete una cantidad determinada que es
indispensable para asuntos que sabrá usted después -le dicen- nos ha hecho
recurrir al caso de secuestrarle a su hijo”. Otro párrafo de la nota trataba de
justificar el acto: “Esta medida violenta –explican- es consecuencia de la
imposibilidad de conseguir una cantidad de otra manera”. Otros párrafos de la
carta tenían como objeto obtener una respuesta del destinatario dentro de las
cinco horas siguientes a su recibo: “En la pared de la panadería Ramella, en la
esquina de Gradilla –señalan- en la parte que da frente a la Plaza Bolívar,
donde se hallan escritos los anuncios de “El Cojo”, y debajo de las últimas
palabras allí escritas, si acepta pagar el rescate debe poner con tiza blanca
la letra “y” en tamaño no mayor de seis pulgadas; en caso de no aceptar, la
letra “N”.
El
rescate no fue pagado, pero tampoco las autoridades policiales identificaron a
los secuestradores, quienes al ver frustradas sus intenciones, en represalia,
lanzaron al chico por el puente Guanábano, tirándole después piedras que
afortunadamente no dieron en el blanco, para asegurarse de que quedara sin
vida.
Otro
secuestro, esta vez de carácter místico, conmovió a la opinión pública
caraqueña a finales del pasado siglo XIX. La víctima fue la niña colombiana de
16 años, Emelina Gil, y el hecho se conoció el 8 de octubre de 1893, cuando el
diario “La Razón” informó:
“El padre
Nicolás Eugenio Navarro ha sido arrestado anoche por orden de la
autoridad.
“Había
desaparecido una niña del seno de su familia y las inquisiciones practicadas,
ninguna luz arrojaban sobre el paradero de la infeliz. Averiguose al fin que
estaba depositada en el convento que tiene establecido el Padre Santiago
Machado. Reclamada por la madre, la autoridad intervino en el asunto y se
constituyó en el convento para libertar á la niña a cuya entrega se negaban. El
padre Navarro se insubordinó y el Prefecto, general Cosme Rodríguez García,
haciendo respetar la autoridad de que se hallaba investido, ordenó su
conducción á la policía de donde fué trasladado á la cárcel”.
El
caso fue registrado también por el periódico “La Idea” en su edición del día 17
del mismo mes.
“¿Se ha o
no cometido por el Presbítero Navarro -interrogaba la publicación- el delito de
secuestro?”.
Y
hasta un libro publicó sobre este sonado caso de secuestro místico el escritor
Luis P. Herrera,
El
único secuestro político de un menor ocurrido en los últimos años es desde el
punto de vista policial “atípico”, por tratarse de una víctima de 27 días de
nacida, cuyos padres carecían de medios de fortuna. Se trató de la bebé Gisela
Elvina Montilla García, secuestrada del apartamento 5-8 del edificio Residencial’’
de Caricuao. ¿Objeto? Causar alarma política. La policía, pese al gran
despliegue de recursos físicos y humanos de que hizo gala para capturar a los
autores del secuestro, falló en su intento y la niña, secuestrada el día 11 de
abril de 1964, fue devuelta tres días después. Los plagiarios, luego de
depositar a la criatura en una caja de cartón que colocaron en el pasillo del
segundo piso del edificio “Residencia La Vega” sito en la avenida Carabobo de
El Paraíso, llamaron al N° 80 de / emergencia de la entonces Policía Municipal.
Allí fue recogida por funcionario de Menores de la Policía Judicial.
(Rodulfo
González. Bohemia, Caracas, del 19 al
25 de enero de 1987)
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