Ovejo asado, el sustento de 25 mujeres en La Guajira
Los wayuu son grupos indígena que residen en el territorio entre Colombia y Venezuela. Su cultura tiene una variedad de deliciosos platillos, que degustan locales y visitantes. Cada plato es una porción de sabores ancestrales que cuentan la historia de un pueblo de paso que lucha constantemente para permanecer
Norma González –IPYS 19/09/24
Fotos: Norma González
En el municipio Guajira, al norte del estado Zulia, está ubicado un asadero de la etnia wayuu muy reconocido por sus habitantes y por aquellos viajeros que salen y entran a Venezuela. En ese lugar se consigue comida típica de la región, pero la sazón la ponen las mujeres wayuu, algunas de ellas colombianas que adoptaron esta cultura y manera de vivir, desde hace más de 40 años.
Un pueblo de paso y sazón
El aroma ahumado de la carne de ovejo asado, acompañado de los sabores y colores del plátano,la arepa y el queso, todo se mezcla para complacer los paladares de los comensales.
El lugar se puede distinguir por su asadero artesanal, hecho de pipa de metal pintado del tricolor que representa a Venezuela. Esto hace irresistible al que va de paso y los invita a la parada obligada.
El asadero es un restaurante al aire libre que comenzó con la instauración de la aduana Subalterna de Paraguachón. Está ubicado actualmente en el poblado de Guarero, en el municipio Guajira, uno de los 21 municipios del estado Zulia, el primer pueblo al pasar la frontera que tiene una población de 4.300 habitantes, aproximadamente.
La cultura y el territorio favorecen el desarrollo tradicional gastronómico, gracias al comercio binacional. La cría de caprino y ovino ha sido parte del proceso de la tradición social y económica de La Guajira y un sustento para pueblos afro e indígenas.
Asadero artesanal
En 1970, seis mujeres fueron las pioneras en realizar este oficio. La señora Josefina Ortega, de origen colombiana, y Francia Paz, indígena wayuu, comenzaron a vender guiso de ovejo a los alijunas (no wayuu) que llegaban a la aduana, cuenta Edilma Tolosa habitante de Guarero, quien llegó muy joven a Venezuela en la época de la bonanza petrolera.
“Mi tía me invitó a Venezuela, antes los bolívares rendían y aquí nos unimos con las mujeres wayuu, éramos seis y comenzamos a vender comidita como chivo en coco y sopa de res, al inicio cocinábamos bajo una mata de cuije, había dos fogones y otras tenían tarantines hechos de palma. Llegaba mucha gente a comer y así nos dimos a conocer”.
Edilma cuenta que era muy pilas. Una wayuu la contrató como ayudante, y así fue creciendo el número de mujeres que trabajan, actualmente, en el mercado gastronómico ancestral de Guarero.
Esfuerzo y trabajo tienen recompensa
«Desde los 9 años trabajé como ayudante de mi abuela y, luego, de mi mamá, recuerdo que después de la escuela me venía al puesto para ayudarla», relata Gladina Polanco una mujer wayuu quien se graduó en la Universidad José Gregorio Hernández de Maracaibo (UJGH), de Educación Integral en el año 2009 y, actualmente, es docente en la Escuela Técnica Presbítero Francisco Babini.
“Soy la mayor de seis hermanos y todos somos profesionales gracias al esfuerzo de mi mamá y a este trabajo logramos ser lo que somos en esta vida”.
Gladina es la única que no sintió afición por relajar o cortar la carne, aunque la mamá cumplió con su deber enseñarla, pues es una práctica milenaria, era el oficio de sus ancestros. Sin embargo, soy una experta en asar carne en tiempo récord para atender a los clientes que llegan a mi mesa, cuenta con orgullo la docente mientras atiende a los viajeros.
Cada servicio puede costar 20 mil pesos colombianos, equivalente a 5 dólares al cambio.
Trabajan ocho horas diarias, hay días buenos y días pesados. Cuando es bueno la ganancia puede alcanzar 600.000 mil pesos, al cambio son 150 dólares al día. Si está mala la venta solo logran recoger 200.000 a 350.000 mil pesos, a pesar de ser un trabajo que tiene gran esfuerzo ellas se mantienen firmes.
Como en todas las fronteras existen diversas monedas, pero en esta la frontera colombo- venezolana solo se maneja el peso colombiano y dólar americano.
Platillos emblemáticos
El ovejo se prepara de diferentes maneras: asado, a la brasa, en coco, guiso y sopa. La preparación más tradicional es el friche (juriichi) o frito, que son las vísceras del animal. Se puede acompañar con arepa, bollo o yuca.
Armando Báez Pushaina (cultor wayuu), explicó que este platillo no puede faltar en los eventos sociales indígenas que se les brinda a los visitantes como una muestra de hospitalidad, o en reuniones familiares. En los rituales funerarios se puede consumir si lo desea el visitante, también lo puede acompañar con chicha de maíz.
Ana Oscano, una mujer de 68 años oriunda Valledupar departamento del Cesar Colombia, lleva 42 años viviendo en Guarero. Ahí se casó con un hombre wayuu y tuvieron 12 hijos. No obstante, ella y su hija son las únicas que ofrecen platillos del mar y la infaltable sopa de ovejo, cazuela, arroz con coco, mojito y arroz con camarones que también son platillos que más buscan en la frontera.
Asegura que sus principales clientes son los conductores de camiones de carga pesada que reposan muchas veces en las almacenadoras de la localidad. “Con mi trabajo he logrado sacar adelante a mis hijos que hoy ejercen sus carreras en Colombia”.
Yeny Jusayu, comunicadora wayuu, se siente orgullosa de su mamá ella fue una de las primeras mujeres en tener su puesto de asado y hoy día sigue en este oficio. “Mis hermanas también lograron pagar sus estudios gracias a este trabajo, ellas también cocinan”. Para este oficio, en la familia ellas tienen sus días de trabajo, es decir, se van turnando durante la semana.
De generación en generación
Durante mucho tiempo este trabajo ha crecido, se ha mantenido y tiene un reconocimiento internacional por parte de los viajeros, es un lugar que brinda un sabor único y que solo lo han sabido mantener las mujeres que siguen trabajando y que llevan ese legado de generación en generación.
Cada platillo wayuu es un jayechi (música tradicional), que narra la historia de un pueblo resiliente, donde cada sabor, cada tonalidad, envuelve el paladar del extranjero que por primera vez experimentan los platillos gastronómicos de esta comunidad indígena.
Por ahora, hay 25 mujeres wayuu sazonando el pueblo, la cultura y moviendo la economía en la frontera con sus tradicionales manjares. La meta es seguir aumentando en número para preservar la tradición.
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