Las guerras de Maduro
Paulina Gamus
Jueves, 6 de febrero de 2014
Foto: Google
Mambrú se ha muerto en guerra, lo llevan a enterrar. Do, re, mi, fa,
sol, la, lo llevan a enterrar. Arriba de su tumba, un pajarito va. Do,
re, mi, fa, sol, la, un pajarito va. Cantando el pío-pío,y el pío-pío
pa. Do, re, mi, fa, sol, la, y el pío-pío pa. (Versión mexicana de la
muy popular canción francesa).
¡Guerra! !Guerra! No podía esperarse menos de un gobierno que
ha heredado el filomilitarismo del perpetrador de esta cosa que se
mienta socialismo del siglo XXI. La manía de Chávez de creer que un
militar venezolano servía para ser desde vendedor de pollos hasta
presidente de la NASA , ha sido superada con creces por su hijo putativo
Nicolás Maduro. Hay militares en todas las áreas del quehacer humano y
en cargos de alto, mediano y bajo nivel. En vez de cívico militar este
es un gobierno militar cubanoide. Como los militares se forman para
hacer la guerra, aunque los nuestros no hayan participado ni en una
batalla de almohadas, es natural que todo lo que le sucede a este
gobierno sea llevado al terreno bélico. Resulta patético por decir lo
menos, ver y oír a dirigentes políticos del PSUV, bastante civiles ellos
aunque no siempre civilizados, justificar la bancarrota absoluta del
país en todos los órdenes (y desórdenes) como consecuencia de una guerra
económica en la que los vencedores no aparecen por ninguna parte para
cobrar su victoria y los vencidos siguen tan campantes en sus puestos de
combate.
Uno podría creer, para darle algún crédito a los tan
desacreditados gobernantes guerreros de este país, que los anaqueles
vacíos de los supermercados de los que hace tiempo desaparecieron el
arroz, la leche, el azúcar, el aceite, las harinas de maíz y trigo y el
papel higiénico, sin pasearnos por artículos sofisticados como la leche
condensada o la mayonesa; han sido el campo de batalla en que las
fuerzas enemigas han empleado su arma más mortífera: provocar la escasez
y fomentar las interminables filas de desesperados buscadores de
comida. Lo que resulta más difícil de explicar es cómo esas mismas
fuerzas que nos han invadido sin disparar un solo tiro, han logrado que
uno de los países más ricos de América latina haya quedado en la
carraplana más absoluta. Haremos el esfuerzo de entenderlo. Según esa
punta de lanza del imperialismo y centro de conspiración contra la
revolución bolivariana, llamada Fedecámaras, el gobierno de Nicolás
Maduro tiene una deuda con el sector privado, en gran parte heredada del
padre de la criatura, que asciende a más de 10 millardos de dólares
distribuidos así: 3.6 millardos a las líneas aéreas; 2.4 millardos a la
industria de alimentos; 1.4 millardos al sector salud, 80 millones a la
prensa; 500 millones a la TV por suscripción, 550 millones a la
industria química y 5 mil millones a la industria automotriz. Como
guerra es guerra había que gastar en armas, casi siempre obsoletas
porque lo que importan son las comisiones. Por ahí se esfumaron 16
millardos.
Orlando Zamora, ex jefe de la División de Riesgo cambiario del BCV,
dice que lo regalado por el gobierno venezolano a otros países, entre
2000 y 2012, fueron 35 millardos de dólares lo que triplica la deuda de
la Comisión Administradora de Divisas (CADIVI) con el sector privado. Es
muy probable que los agentes de las fuerzas enemigas hayan drogado con
burundanga al comandante perpetuo y supraterrenal, para que le regalara
18 millones de dólares al cineasta gringo Danny Glover. Debía hacer una
película sobre Haití que jamás realizó. En ese mismo estado de
inconsciencia provocada por los infiltrados, regaló un millón de dólares
a una escuela de samba brasilera, 30 mil dólares para una escuela en la
India, carreteras y varios desarrollos en Nicaragua por un monto de 6.6
millardos de dólares, calefacción para sectores pobres de New York,
viviendas en Benin y Mali, ayudadita a los Kirchner para pagar la deuda
de Argentina con el FMI, además del maletín con los 800 mil dólares para
la campaña electoral de la viuda alegre argentina. Le regaló a su padre
espiritual e ideológico Fidel Castro, 23.2 millardos de dólares y 12.9
millardos al pederasta Daniel Ortega, de Nicaragua.
El primero en detectar cómo se gestaba esa guerra económica no podía
ser otro que el inefable ministro sin fecha de caducidad, Jorge
Giordani. Un buen día descubrió que 25 mil millones de dólares se
fugaron por causa de empresarios que abusaron del SITME. Y la
prontamente defenestrada presidenta del Banco Central, Edmée Betancourt,
perdió la chamba cuando se atrevió a decir que otros 20 mil millones
se los llevaron empresas de maletín. Es evidente que fueron asquerosos
burgueses golpistas quienes se hicieron de esos millardos, pero los
Servicios de Inteligencia que ponen preso a quien mire torcido a Nicolás
Maduro o a la primera combatiente, han sido incapaces de develar no
solo la identidad de los malvados burgueses, sino la de los buenos
chicos revolucionarios y socialistas que se dejaron hipnotizar para que
se produjera esa divisorragia.
Nuestro Mambrú y su corte de uniformados con ascensos y medallas por
acciones heroicas como las del capitán Diosdado Cabello, han perdido la
guerra económica. Pero no es la única porque hay otras más vergonzosas
como la de los miles de motorizados que mejor organizados que el PSUV,
pusieron a temblar al gobierno y lo hicieron retroceder con el rabo
entre las piernas. Y si nos vamos a la guerra del hampa contra la
población en todos sus estratos, aquí el enemigo ha hecho que los
adalides de la revolución socialista muerdan el polvo con la más
humillante paliza: más de 20 mil asesinatos solo en 2013.
A todos los países derrotados en las guerras más crueles les ha
llegado después alguien, casi siempre el Imperio yanqui go home, para
sacarles las patas del barro y transformarlos en naciones prósperas. Por
eso aquel chiste de declararle la guerra a los EEUU y perderla adrede.
¿Quién vendrá en nuestro auxilio? ¿Habrá algún poder terreno,
sobrenatural o divino que nos permita renacer de las cenizas a las que
el chavismo ha reducido a Venezuela?
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