Los límites difusos de la libertad
Los límites difusos de la libertad |
Por Lluis Foix
La libertad de expresión es prioritaria en las sociedades libres y democráticas. La tragedia de los atentados de París movilizó a millones de personas de todas las religiones, de toda condición y de muchas nacionalidades. Se había asesinado a 12 periodistas, trabajadores y dibujantes del semanario satírico Charlie Hebdo, a cuatro judíos y a tres policías. Los valores republicanos, la voluntad de vivir en una sociedad abierta en la que se pueda libremente expresar todas las opiniones, flotaban en el ambiente de la plaza de la República parisina.
Ninguna acción en la vida política, social o
familiar es inocua. Los límites que pueden plantearse a la libertad de
expresión son los que se refieren a la percepción de la ofensa injustificada
por parte del otro.
Hay que convivir con el respeto que se merece toda
persona mientras cumpla sus deberes y exija sus derechos. No es aceptable que
unos cuantos entren con fusiles en una redacción de una revista satírica y
maten a doce personas. Ni que asesinen a tiro limpio a cuatro judíos que
compraban en un supermercado kosher.
Nada justifica estos crímenes.
Pero hay que aceptar que muchos o pocos pueden
sentirse ofendidos por las mofas gratuitas al profeta Mahoma. Las ofensas y
burlas que afecten a los sentimientos más íntimos de los demás pueden ser
toleradas y admitidas en una sociedad que ha asimilado los principios de la
Ilustración. Pero son innecesarias cuando los insultos hieren lo más sagrado
que puede tener una persona o un colectivo de otro universo cultural. Los
límites son difusos pero existen.
EL DIARIO EXTERIOR.COM, 31 enero 2015
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