Bachaqueo y arbitraje
Mucho se ha hablado de las colas en supermercados y farmacias, de los problemas de la escasez y de la diferencia creciente entre los precios oficiales de los productos controlados, y escasos, y los mismos cuando salen a la calle dentro de los circuitos informales. La desinformación oficial sobre causas y efectos es monumental, y también lo es la del público en general, que compra las ideas de saboteo o de acaparamiento
JUAN USLAR GATHMANN
Mucho se ha hablado durante las últimas semanas del incremento de las colas en supermercados y farmacias, de los problemas de la escasez y de la diferencia creciente entre los precios oficiales de los productos controlados, y escasos, y los mismos cuando salen a la calle dentro de los circuitos informales.
La desinformación oficial sobre causas y efectos es monumental, y también lo es la del público en general, que compra las ideas de saboteo o de acaparamiento porque le cuesta salir de su microcosmos de escasez y penuria.
Por otra parte, y de acuerdo a esa definición de "ocupado" que solo exige que alguien haya trabajado algunas horas la semana anterior para considerarle oficialmente tal, ha contribuido a mantener bajas las cifras de desempleo al mantener "empleados" a millares de compatriotas haciendo colas para hacerse de bienes escasos y revenderlos, obteniendo así ingresos muy superiores a un hipotético sueldo mínimo en una economía formal muy mermada.
El "bachaqueo" es uno de los grandes "empleadores" informales actuales que surge gracias a las políticas oficiales; lo que contribuye a mantener elevadas las estadísticas nacionales de empleo a pesar de ser paradójicamente también, una de las supuestas causas de la escasez de acuerdo con el análisis gubernamental del fenómeno, junto con el acaparamiento y la guerra económica de la cual formarían parte.
Este fenómeno de actividad informal es una prueba fehaciente de la existencia del mercado y de la búsqueda innata del beneficio propio en el ser humano y, por esa vía, de la formación práctica e imperfecta de precios de mercado que igualan oferta y demanda.
En otras palabras que, así como aquel que se sorprendió la primera vez que alguien culto le dijo que hablaba prosa, la gente actúa sin proponérselo explícitamente como agente microeconómico racional y en este caso hace lo que los doctos en la materia llaman "arbitraje", o sea comprar barato un bien por el que, por las imperfecciones del mercado (eufemismo para denominar la acción del Gobierno), la gente está dispuesta a pagar mucho más a unas cuadras de distancia.
O sea que no solo hacen arbitraje las sofisticadas casas de bolsa de Nueva York, sino también nuestra población más humilde que sirve (de manera primitiva y evidente) de conector entre la oferta escasa y la demanda expresada en moneda demasiado abundante, que son causas de inflación.
Fuente: TalCual Digital, 24-02-2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario