General Antonio José de Sucre: La Prensa y la Guerra de Cuarta Generación
Ildemar R.
Indriago-Díaz
Si no estáis prevenidos ante los medios
de comunicación, os harán amar al opresor
y odiar al oprimido
Malcolm X
Palabras Preliminares
A simple vista, no se pueden comparar las condiciones que rodearon la
muerte de Antonio José de Sucre y la manipulación de las conciencias, que se
desarrolla en la actualidad; por parte de
los medios de comunicación y las llamadas redes sociales. El primer caso ocurre
en la primera parte del siglo XIX, concretamente el 04 de junio de 1830. El otro
se perfecciona, cada día más, a medida que
avanza el presente siglo. Por supuesto, son dos
épocas distintitas; los escenarios han cambiado demasiado. Sería una gran
irresponsabilidad no reconocer esas transformaciones. En todo caso, lo que se
quiere demostrar a continuación es lo siguiente: el Mariscal de Ayacucho –en aquel momento- fue víctima de lo que hoy
se conoce como operaciones psicológicas. Estos procedimientos, financiados y
ejecutados por los grupos de poder, constituyen
un elemento esencial de la llamada Guerra de Cuarta Generación. En los párrafos sucesivos, quien
escribe no pretende esquematizar el hecho histórico; se expone un conjunto de
elementos que explican el magnicidio. Se presenta una madeja de enemigos
quienes –alentados por el miedo colectivo y la ignorancia popular- utilizaron la
prensa para sus intereses personales.
Los Enemigos del General
Aquel
día de 1830, cuando atravesaba los
montes de Berruecos (sur de la actual Colombia), unos cobardes dispararon
contra el Gran Mariscal de Ayacucho, quien se desplomó de la cabalgadura. El
cumanés –amargado por los últimos acontecimientos que dejaban al descubierto la
mezquindad de la élite colombiana- había salido de Bogotá rumbo al Ecuador. En
Quito lo esperaba su esposa Mariana Carcelén, la Marquesa de Solanda. ¿Cuáles fueron las motivaciones que
condujeron al asesinato del héroe venezolano? Para responder la pregunta es
necesario remontarse a 1821, cuando se constituyó la Gran Colombia. Según
Magallanes (1972), casi desde ese momento en nuestra patria “se inicia una
campaña que lleva por dentro el germen de la disolución” (p. 291). Pero no sólo
en Venezuela se organizaron movimientos separatistas; los hubo en Nueva Granada
y en Ecuador. Sucre no estaba a favor de aquellos planes; y defendía la
continuidad del proyecto integracionista, anunciado en el Congreso de
Angostura, de 1819. De manera que era un bolivariano convencido; por ello fue
víctima de ataques infundados y maliciosos, de parte del liderazgo que defendía
la separación. Este sector, veía en
Sucre la continuidad de la propuesta unionista de Simón Bolívar. También es
necesario agregar que -incluso en el Perú y Bolivia- había gente
que odiaba al héroe de Ayacucho por
sus virtudes, tanto en lo político como en lo militar. Y además, estos enemigos
habían creado una antipatía a todo
aquello que tuviera sello colombiano. Un biógrafo del cumanés, relata que
cuando el oriental se hallaba en Lima, en 1827, fue víctima de ese odio porque lo
veían como “la presencia de lo extranjero en aquellas regiones, cuando ya la
guerra había terminado. Se hablaba de ocupación”. (Rumazo González, 2006, p.
236). Por supuesto, las
injurias provenían de las clases terratenientes, quienes se oponían
a las ideas de redención social, defendidas por el personaje nacido en Cumaná.
Sobre el particular, Quevedo (1980) expresa que a Sucre le conmovía la suerte de los esclavos y los indios. Tanto es así que, en su cargo de primer Intendente
del Departamento del Ecuador –entre 1822 y 1823- se
opuso a que los originarios pagasen tributos. Y organizó un plan de becas de
estudio, para que se convirtiesen en ciudadanos; pues para ello se había ganado
la libertad (p. 65). El autor citado expresa
que, el líder de Pichincha daba su justo valor a los primeros habitantes América. Y consideraba que ellos “eran ilustres desde antes de la colonización” (p.
68). En esa misma página, el ensayista afirma que un gran número de soldados que lucharon bajo el mando de Sucre, provenían
de los asentamientos indígenas del Perú y del Alto Perú. De lo anterior se desprende que la
visión humanista e integracionista, del héroe del oriente venezolano, chocaba con los intereses mezquinos de las
oligarquías nacionales. En especial, las representadas por el paecismo, en
Venezuela; y el santanderismo, en la Nueva Granada. Y estos grupos utilizaron
la comunicación impresa, para deformar
las verdaderas intenciones de los que
proponían la creación de la Patria Grande. Como se verá más adelante,
hay constancia de que la prensa del Perú, también hacía su trabajo en
contra del Mariscal. En el caso concreto del Ecuador, Enrique
Herrera escribió un breve ensayo; en el cual se pueden hallar los motivos del rencor
de la élite quiteña, en contra del ilustre patriota y Mariscal Según afirma el
historiador, el 10 de agosto de 1809, no hubo en Quito el llamado Grito de Independencia.
De acuerdo con esta versión, hubo una maniobra para conservar la hegemonía de la
Corona Española, en aquel territorio. Por lo tanto, fue tiempo después cuando la
región se liberó del dominio extranjero. Y ese evento extraordinario se produjo
“luego de la derrota de Melchor Aymerich el 24 de mayo de 1822 en Pichincha,
por parte de Antonio José de Sucre” (2013,
p. 01)
La Prensa
descarga su Veneno
Para Salamè Ruiz (2008) Sucre era
el más firme obstáculo al desorden imperante, y por lo tanto había que quitarlo
del medio, eliminarlo físicamente. Pero, antes de la desaparición física, se le
debía propinar la muerte moral, calumniarlo. De eso se encargaron los
periódicos, “quienes denunciaron como criminales hasta las secretas intenciones
del héroe de Pichincha y Ayacucho” (p. 01). Uno de los medios impresos (Según Rumazo
González) fue el Heraldo; el cual arreció sus ataques contra los colombianos, y
especialmente contra el cumanés. Y destaca el biógrafo (p. 237) que, un
sacerdote de apellido Larriva, publicó en el medio citado el siguiente cuarteto: /Sucre, el año veintiocho/ Irse a su patria
promete. / ¡Como permitiera Dios, / que se fuera el veintisiete!
En el texto se refleja el rencor de
una clase social que detestaba a Sucre:
el Clero Católico. Una de las causas de esa repulsa estaba en que, la jerarquía
eclesiástica era defensora de la monarquía española. Por otro lado, el hijo de Cumaná
consideraba que la Iglesia era propietaria
de grandes edificaciones; las cuales podían ser útiles para llevar adelante la
instrucción pública, la educación popular. “Erige en colegios los antiguos
conventos, cuyas pingues rentas aplica a su sostenimiento” (Quevedo, p. 68). II
Hay un elemento a destacar: desde
antes de 1830, Francisco de Paula Santander escribía para la Gaceta de Colombia
y en otros pasquines. Magallanes afirma que en casi todos los artículos atacaba
directa o indirectamente al Libertador. Y agrega que el militar colombiano “también excitaba a otros escritores de su
partido a que hicieran lo mismo” (p. 285). De manera que, aparte de la Gaceta
de Colombia, había otros periódicos que eran despiadados con el Libertador. Entre
ellos El Conductor, El Granadino, La Bandera Tricolor, El Chasqui, El Zurriago
(p. 286). Con
el odio destilado en aquellas páginas,
también se buscaba desacreditar la figura de Antonio José de Sucre. Y el colmo
fue cuando se pasó de la crítica, a la incitación al magnicidio. Esto ocurrió
el 01 de junio de 1830. Ese día, los autores intelectuales del asesinato del
Gran Mariscal, publicaron en el Demócrata:
“Puede ser que Obando haga con Sucre lo que no hicimos con Bolívar…” (Rumazo
González, 2006, p 341) La nota de aquel periódico
de Bogotá, se refería al político colombiano José María Obando; quien, junto
con Santander, armó el complot que desembocó en la muerte de Sucre. También se
refiere el escrito al fracaso de septiembre de 1828, cuando los enemigos de la
unión trataron de acabar con la vida del Libertador. En esta ocasión fue muy oportuna la ayuda de Manuela Sáenz. En
el artículo en cuestión, también se
ridiculiza al Mariscal presentándolo como un hombre servil y sin carácter, que sólo
sabe cumplir las órdenes de Simón Bolívar. Pues aquel había salido de la
capital neogranadina “ejecutando fielmente las órdenes de su amo, cuando no
para exaltarlo otra vez…” Este es un recurso utilizado en la denominada Guerra
de Cuarta Generación; es decir, presentar a la futura víctima como un simple
mandadero, al cual es necesario sacrificar para que regrese la paz al
territorio en conflicto. Después del
asesinato vendrá la armonía social. Otra táctica empleada es la de recurrir al
pánico, a la exacerbación del miedo. Una prueba es que en el escrito citado, se
recoge lo siguiente: “El gobierno está tildado de débil y nosotros
todos…carecemos de seguridad”.
Una Guerra Distinta
Entonces, ¿en qué consiste la
Guerra de Cuarta Generación? Vargas lo responde en un artículo publicado el 03
de junio, de 2013. Es aquélla por medio de la cual hay un uso planificado de la
propaganda y la acción psicológica, dirigida a influir en la conducta, para
alcanzar “objetivos de control social, político o militar; sin recurrir al uso
de armas de guerra” (p. 09). Es un tipo de conflicto, no convencional, que
persigue incidir en el comportamiento de las masas; para convertirlas en colaboradores
de los planes de dominio, establecidos por el capitalismo transnacional y las
potencias imperialistas. En el caso venezolano, esa respuesta colectiva
-observada en un gran número de ciudadanos- recibe el nombre de disociación
psicótica. Por cuanto la misma, coloca a las personas fuera de la realidad. Se convierten en repetidores furibundos de todo lo que se transmite por televisión y
la prensa escrita. Y actualmente -según
Alberto Vargas- también repiten con
furia los mensajes recibidos, a través de las llamadas redes sociales. Con
el empleo de aquellos instrumentos, los
operadores psicológicos pueden incitar al odio y al miedo irracional. Tal como
lo hicieron los periódicos bogotanos; los cuales auspiciaron la muerte de
Antonio José de Sucre, ocurrida el 04 de junio de 1830. Allá se aplicó una manipulación
de la conciencia; bastante parecida a lo que hoy se conoce como propaganda
subliminal. Esta es, en la actualidad, una de las técnicas empleadas en la
Guerra de Cuarta Generación. En este
conflicto –como ya se ha dicho- los perturbados
no sólo defienden abiertamente los intereses foráneos; sino que, además,
actúan como marionetas de la derecha fascista.
Palabras Finales
En consecuencia, se demuestra
que en cada etapa histórica las élites se aferran a sus intereses de clase, a
costa de lo que sea. Son capaces de recurrir a los métodos más despreciables
con tal de alcanzar sus fines. Entre ellos, el empleo de los medios de
comunicación e información, para incidir en la psiquis colectiva. En la
actualidad, es notable la influencia de las denominadas redes sociales, para el
logro de este objetivo. Una vez instalado en el cerebro
una falsa amenaza, ya está preparado el terreno para el exterminio de una idea
de redención social. Y, por supuesto, muchos celebrarán la desaparición física
de quienes adoptan aquella doctrina. Es
posible que esto ocurra; porque los poderosos ya han instalado en el
pensamiento de mucha gente, que las propuestas ofrecidas a la mayoría de los
ciudadanos, son desfasadas y absurdas. Pero no sólo eso: las mismas traerán el
caos y la destrucción. Entonces, al no
reconocer al verdadero enemigo, un ejército de personas confundidas
defenderá a sus opresores. Tal como
lo hicieron en el siglo XIX, aquellos que se alegraron con el asesinato de
Antonio José de Sucre. Aquel suceso fue
precedido de una feroz campaña –a través de pasquines amarillistas- por parte de la oligarquía eclesiástica;
contraria a que Sucre se declarara a favor de la libertad religiosa. Clase
social, opuesta a que algunas de sus edificaciones fueran utilizadas para el
proyecto de educación popular (instrucción pública para indios
y negros), el cual era impulsado por el Mariscal. En el complot, también
participaron los terratenientes criollos, quienes aspiraban liberarse de España;
siempre y cuando se conservara la explotación y el oscurantismo, en el
campo. Muchos de ellos, contrarios al
proyecto de la patria grande, a la idea unionista -que tiene como antecedentes al plan
de Francisco de Miranda-. Y no podían faltar los resentidos; quienes no
podían soportar la genialidad de un hombre que en su corta existencia fue
estadista, sociólogo, maestro y estratega militar.
Bibliografía
Consultada
Herrera, Enrique
(2013, 13 de agosto). La verdad sobre el 10 de agosto de 1809, en Quito. San Juan de Pasto. En Página 10.com, p. 01
Magallanes, Manuel (1972). Historia Política de Venezuela. Tomo I.
Madrid. Edime.
Rumazo González, Alfonso (2006). Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho.
Caracas. Ediciones de la Presidencia de la República.
Quevedo, Numa (1980). Sucre y la Cultura. Cumaná. Biblioteca
de Temas y Autores Sucrenses.
Salamè
Ruiz, Gil (2008, 04 de junio). Fin de la vida de Antonio José de Sucre. Caracas.
En Aporrea, p. 01
O b s e r v a c
i ó n d e l e d i
t o r:
Por una Tierra y una Patria sanas y habitables para
todos y para siempre, desde Cumaná;
Sucre, Venezuela, a los 27 días del mes de febrero de 2014. Desde la Coordinación de la página Sementera, Diario Provincia, Cumaná, se promueve
la lectura de este valioso mensaje del Profesor
Ildemar R. Indriago-Díaz, desde las trincheras de ideas constituidas por el
Colectivo GUAYACAN y la
Academia de la Geo-Historia del Estado Sucre, Cordialmente Prof Celestino Flores…Desde los baluartes de la
gloriosa Revolución Mirandista-Bolivariana: ¡Seguiremos Triunfando!
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