El papa pidió abolir la pena de muerte ante el Congreso de EE UU
En el primer discurso de un papa en el Capitolio, el pontífice rechazó la hostilidad hacia los inmigrantes
El papa Francisco expuso en el Congreso de Estados Unidos temas espinosos para la Iglesia Católica y para la sociedad estadounidense: Pidió abolir la pena de muerte en ese país, así como en el mundo. Indicó que los obispos estadounidenses han renovado su exhortación a eliminar la pena capital y aunque no habló concretamente del aborto, instó a los legisladores a “proteger y defender la vida en cada etapa de su desarrollo”.
En el primer discurso de un papa en el Capitolio, donde fue recibido con una fuerte ovación, Francisco dijo que Estados Unidos debería rechazar la hostilidad hacia los inmigrantes y tratarlos de manera humana. “La gente no se puede descartar solo porque causa problemas”, expresó el pontífice en momentos que la campaña presidencial estadounidense está agitada por el debate sobre inmigración desde América Latina y el gobierno estudia cuántos refugiados de Medio Oriente puede aceptar.
Añadió que un “delicado equilibrio” debe regir la lucha contra el extremismo religioso para garantizar que no se pisoteen las libertades fundamentales: “Ninguna religión es inmune de formas de engaño individual o extremismo ideológico”.
El papa recordó a legisladores y fieles que es “hijo de este gran continente” unido a Estados Unidos por un propósito común. Su discurso fue acogido por los congresantes entre aplausos y algunas lágrimas, aunque no todos se pararon para aplaudirlo.
Destacó las contribuciones del presidente Abraham Lincoln, el líder por los derechos civiles Martin Luther King Jr., la activista social Dorothy Day y el escritor Thomas Merton por ayudar a forjar los valores estadounidenses.
Una diversa multitud recibió el saludo y la bendición del papa en los jardines del Capitolio. Estrechó manos y saludó a los niños. Uno exclamó: ¡Sí, conseguí una selfie! Luego almorzó con 200 personas sin hogar o que viven en la pobreza en Washington a quienes dijo que no había justificación social o moral para su situación.
El papa partió ayer en la tarde hacia Nueva York, donde ofició un servicio privado en la Catedral de San Patricio en cuyos alrededores se congregó una multitud para verlo.
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