La mala racha de los camorreros
La estrategia electoral del gobierno, si es que pudiéramos ponerle un nombre al “camorrerismo” oficial, ha estado orientada desde principios de año a reeditar el llamado “dakazo”. Medida politiquera que logró remontar la cuesta de una oposición consolidada a fuerza de televisores en remate y un llamativo discurso sobre especulación, que para variar culpaba a los empresarios de las desgracias del país y prometía combatirlos mediante la “guerra económica”. Aquella alharaca rindió frutos, al menos en lo político, el desgobierno se hizo con la mayoría de las alcaldías y gobernaciones en diciembre de 2013, pero la escasez no solo no terminó, los anaqueles quedaron vacíos y no volvieron a llenarse. La situación hoy es tan grave que al ver los precios de 2013 los añoramos, una nevera costaba unos 60.000 bolívares, hoy pasa 1 millón de bolívares.
Si estuviéramos frente a una verdadera guerra, no solo el gobierno estaría derrotado, sino revolcado. Pero no hay guerra y los revolcados somos los venezolanos, producto de una política económica que fracasó, pero que no quieren reformar porque eso implica reconocer que el “legado” no fue más que destrucción, que el llamado socialismo del siglo XXI no sacó a nadie de la pobreza, sino que los hizo más miserables, más dependientes.
Como decía un trabajador la otra vez en televisión, el gobierno vive buscando al perro flaco al cuál pegarle las garrapatas. Un cuento tras otro, pero nada les funciona esta vez. Quieren una camorra urgente que logre revertir el lógico descontento que tiene la mayoría de los venezolanos.
Hay que recordar que nuestro célebre presidente empezó el año diciendo que se dedicaría exclusivamente a combatir la guerra económica, 2015 está a las puertas de finalizar y los resultados están a la vista. Primero convocaron a los pocos empresarios que producen en el país a firmar acuerdos en Miraflores, como si la responsabilidad de tomar las medidas para corregir la crisis estuviera en sus manos.
Luego metieron a unos cuantos presos creyendo eso se traduciría en apoyo popular. En el Sebin siguen algunos y eso no ha cambiado el drama para conseguir los productos básicos. Luego prohibieron las colas en los supermercados, las escondieron en los estacionamientos, implementaron un sistema de captahuellas, las eliminaron, las volvieron a instalar y así han ido, como el cangrejo, caminando para atrás y para adelante, en un intento desesperado de evitar lo inevitable.
Después lanzaron otra batalla ficticia contra los llamados “bachaqueros”, que lejos de ser una causa, representan una consecuencia de la escasez, un problema que siempre termina alimentando un mercado negro con productos mucho más caros. Allí tampoco hubo resultados, la escasez no desapareció, se recrudeció.
Luego, confirmando los pocos escrúpulos que tienen quienes hoy gobiernan, tenemos lo que pasó con el caso de la dama descuartizada en Caracas, allí no solo culparon a la oposición de tener nexos con delincuentes, sino que convirtieron a unos asesinos confesos en su voceros oficiales, poniéndolos a acusar a diestra y siniestra en cadena nacional.
Seguido lanzaron la llamada Operación para la Liberación del Pueblo (OLP), para “liberar” zonas que ellos mismos habían entregado al hampa. El plan número veinte y dele contra la inseguridad comenzó, como siempre, con mucho ruido y ministros disfrazados con chaleco antibalas. El resultado: una mayor explosión de la criminalidad.
Así llegamos a septiembre, con la brillante idea de iniciar una deportación masiva de colombianos, con miras a provocar un conflicto diplomático con Colombia. Tal como lo hicieron con Guyana a principios de año. Pero su mala racha es tal que hasta Juan Manuel Santos subió en las encuestas y ellos siguieron bajado.
Es que si tuvieran un circo les crecieran los enanos y la mujer barbuda seguro se queda calva. La destrucción de Venezuela es tal que no es posible sacar a la gente de su realidad para ponerla a hablar de aventuras belicistas o planes conspirativos. Seguro habrá quien siga creyendo; hacia ellos se debe orientar nuestro mensaje y accionar una vez logremos conquistar una sólida mayoría en la Asamblea Nacional, ellos tienen que tener la oportunidad de comparar entre lo que representó el caos y lo que puede ser un país que marche unido hacia el progreso.
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