Mejor solos que mal acompañados
Las relaciones internacionales, sobre todo entre Estados, se rigen por aquella vieja y cínica consigna de Lord Palmerston: “La Gran Bretaña no tiene amigos permanentes ni enemigos permanentes sino intereses permanentes”. Por eso no nos debe extrañar la pasividad internacional en relación con las flagrantes violaciones del gobierno de Venezuela del ordenamiento jurídico positivo e incluso a las normas supraconstitucionales atinentes a los derechos humanos más elementales.
No se trata, hay que reconocerlo, de un tema hemisférico actual sino un fenómeno mundial de todos los tiempos. Nadie puede olvidar los enormes esfuerzos de Roosevelt para que Estados Unidos entraraen la guerra a combatir el peor de los males que ha sufrido la humanidad: el fascismo y el nazismo coaligados, porque sus aliados tradicionales no apoyaban esa decisión. Tanto era así que el más importante de ellos, Inglaterra, tenía un rey –por poco tiempo afortunadamente– Jorge VIII, un nazi confeso que se oponía a cualquier confrontación con el III Reich. Sí, aquel mismo pelele que renunció al trono “por amor” y quien más bien parece haber sido forzado a la dimisión por sus súbditos, quienes no podían darse el lujo de tener un rey al servicio de Hitler.
Lo mismo ocurrió con la República española dejada sola y asilada, a merced de la alianza franquista con alemanes e italianos, hasta por sus camaradas de izquierda que a la sazón gobernaban la vecina Francia; todo por seguir, el Frente Popular supuestamente revolucionario, la vieja conseja imperial de la execrada, hipócritamente por ellos, “pérfida Albión”.
Los venezolanos tenemos un largo historial de ingratitudes de antiguos y viejos aliados. Nuestros gobiernos democráticos fueron total e irreductiblemente solidarios con españoles, chilenos, argentinos, cubanos y con todos los que sufrían persecuciones de regímenes dictatoriales de izquierda y derecha, pero no sentimos haber recibido, ni de lejos, alguna reciprocidad parecida en estos momentos aciagos.
Con los organismos internacionales, que reciben ayudas y canonjías de cualquier gobierno corrupto y tiránico, tampoco nos hacemos ilusiones. Ya lo decía Betancourt en Montevideo el año 1952, recién asesinado el secretario general de nuestro partido, Leonardo Ruiz Pineda, por la tiranía venezolana de la época: “(…) En las Naciones Unidas y en la Organización de Estados Americanos, con la tolerancia cómplice de las llamadas naciones rectoras del mundo libre, las dictaduras que asesinan erarios y aniquilan libertades están alineadas en el bloque que dicen defender la democracia occidental de las agresiones de países que, con mayor sinceridad o con menor hipocresía, no ocultan la estructura totalitaria de sus gobiernos”. Toda una alianza tácita, pero cínica de “demócratas” y tiranos.
Concluyamos, entonces, con el mismo convencimiento que tenía, en aquellos tiempos, un excepcional hombre de Estado como Rómulo Betancourt: “Sabemos que estamos solos y que no podemos esperar ayuda de nadie, sino de nuestros propios pueblos y de nuestra propia decisión batalladora. Y ya con esta lúcida idea orientando nuestra conducta, apretemos cada vez más los vínculos y el espíritu de cooperación quienes luchamos por unos mismos objetivos inmediatos, desde México hasta el Cabo de Hornos”.
Siguiendo su consejo estamos estrechando relaciones con pueblos, como el brasileño, el guatemalteco y el argentino, que ya han comenzado a transitar el sendero de las rectificaciones. Así que parodiando a Rómulo: “Sin vacilaciones cobardes ni lamentos plañideros, seguiremos enfrentando en la patria de Bolívar a la barbarie en precaria función de gobierno”. A los demás, a quienes nos olvidaron… los esperamos en la bajadita.
@EcarriB
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