LOS DESAFÍOS DE MACRI

¡Buenos días, Eladio! Los desafíos de Argentina son tan grandes y la fuerza parlamentaria de Mauricio Macri, tan exigua, que quizá lo primero que conviene esperar es que el nuevo presidente no se bloquee, como Hamlet, entre la enormidad de su misión y la duda de por dónde empezar. El boicot de Cristina Kirchner al traspaso de poderes, o el gesto de hostilidad de los diputados fieles a la presidenta saliente, ausentándose durante el discurso de investidura ante el Parlamento, muestran la fuerza remanente del peronismo y el camino lleno de peligros que le espera al proyecto reformista de Macri. Su llamada a la unidad y el tono conciliador de su primer discurso son algo más que lugares comunes de la retórica. La división, el choque social fomentado durante los años del matrimonio Kirchner en la Casa Rosada, es la principal amenaza a la esperanza de cambio que Macri representa.  Lo urgente, si es que hay algo que no lo sea en Argentina después de los destrozos del kirchnerismo, será vérselas con el caos económico. Inflación, pobreza, deuda exterior, debilidad de la moneda, huida de la inversión extranjera por la inseguridad jurídica y la corrupción gubernamental, descrédito de las estadísticas oficiales, son los frentes en los que un gobierno de perfil tecnocrático va a centrar su atención.  Apenas les quedará tiempo a los ministros de Macri para embarcarse en experimentos de ingeniería social, como el aborto, la redefinición de la familia, la adopción de la perspectiva de género como doctrina de Estado o el control laicista de las instituciones espontáneas. Nuestra corresponsal María Isabel Magaña ha evaluado a cada uno de los ministros del nuevo gobierno, por su posición ante cuestiones como el aborto y la familia. El resultado es una mezcla de sensibilidades. Casi es mejor, entonces, que Macri se centre en resolver la crisis económica y se olvide de la innovación con los derechos y libertades fundamentales.  El problema, de nuevo, es que, como ha ocurrido en España con el PSOE y todos los partidos de izquierda, el peronismo no va a olvidarse de estas cuestiones y las agitará para ahondar en una división social con la que acosar al Gobierno y desestabilizarlo. La cuestión es si Macri resistirá frente a estas provocaciones, o será el Rajoy argentino que cede a los demagogos y cambia de principios cuantas veces haga falta, a cambio de un poco de tranquilidad para intentar el éxito de la economía.  Hay signos esperanzadores de que América puede estar empezando a despertar de la pesadilla del populismo que la ha dominado en este siglo XXI. Los cambios en Venezuela, Argentina y Guatemala son aún muy frágiles, están rodeados por la acechanza de las fuerzas heridas de los regímenes autoritarios, pero también hablan de la voluntad de dejar atrás la retórica revolucionaria, la corrupción, el despotismo y la violencia, para intentar construir sociedades ordenadas, abiertas y democráticas. Muchos argentinos que comparten esta esperanza han saludado a Macri en las redes sociales con el lema:“Macri, no nos falles”. Uno se conforma con una expectativa omnívora, algo más modesta y, simplemente, trastoca un poco a uno de los personajes de ese argentino genial que fue Juan Rodolfo Wilcock:“el hervido es la muerte, el asado es la vida”.– V. Gago  [Con información de Financial Times y The Wall Street Journal, en inglés, de pago; Clarín, La Nación, El País, Actuall y El Español]