Amnistía=paz y convivencia
Vengo de participar en varias reuniones con miembros del Parlamento Europeo. Mientras conversábamos sobre la situación de los presos y perseguidos políticos, dentro y fuera de Venezuela, era imposible no tocar el tema relacionado con la crisis económica y social que nos sacude, y es noticia en cualquier parte del mundo. Para los diputados de Francia, España, Alemania, Portugal, Italia, Grecia, entre otros, siempre surgía la pregunta de si Venezuela había dejado de ser un país rico. Les respondíamos que no, que precisamente una de las misiones de nuestras giras al exterior era insistir en el rescate del gran capital humano que tiene nuestro país regado en todas partes del mundo.
Se trata de miles de venezolanos, bien formados, capacitados en los mejores centros de excelencia, y que ahora sufren el amargo exilio. Un diputado de Portugal nos contaba, aún aturdido por lo que había observado cuando visitó el estado Monagas, y mientras sobrevolaba Maturín, veía los mechurrios quemando el gas asociado al petróleo que se explota en esa zona. ¡Cómo se puede votar semejante riqueza! exclamaba asombrado de la forma como se desaprovechan las oportunidades en un país inmensamente rico en materias primas, pero que no ha sabido entender que si no planificamos nuestro desarrollo invirtiendo en educación de calidad, nunca seremos productivos en otros renglones, sino que estaremos sometidos a los vaivenes de los precios del petróleo, como nos vuelve a ocurrir ahora.
En esa región se hizo un esfuerzo, instalando la Universidad de Oriente (UDO), con sus núcleos en Anzoátegui, Sucre y Bolívar. Vaya un reconocimiento de justicia póstumo al emérito Luis Manuel Peñalver, su rector fundador. Pero esa casa de estudios, al igual que las prestigiosas universidades como la UCV, la UC, la ULA, LUZ, los pedagógicos, los politécnicos, las universidades Simón Bolívar, Simón Rodríguez, padecen de gravísimos problemas presupuestarios. Se trata de un caso muy triste, porque esos pésimos salarios empujan a muchos educadores de primer nivel a buscar mejores destinos en el exterior. Muchachos que se quedan a mitad de camino, y son “tragados” por las olas delictivas, y los que a duras penas logran graduarse se tienen que resignar a colgar en una pared de su casa el cartón que lo acredita como ingeniero u otra especialidad, pero no consiguen trabajo, y si lo logran, es para ganar una miseria. Ahora bien, todos esos problemas serán superados y el gran sueño de convertirnos en un país productivo se concretará cuando dejemos atrás la crisis política que mantiene en estado de ebullición a Venezuela, y un paso clave para pasar la página de la violencia es la aprobación de la Ley de Amnistía que abrirá las puertas de la paz y de la convivencia nacional. Un pueblo unido encaminado a reconstruir sus instituciones, su parque industrial, su agricultura y conscientes de que una buena educación es la riqueza que jamás se agotará.
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