Jesús Peñalver: Torpezas chavistas
6 de febrero de 2016Asimismo, llamemos las cosas por su nombre, sin omitir nada, sin dejar de decir y que nada se sobreentienda. Con la claridad del agua y la contundencia de un golpe de ataúd en el piso.
Hoy la libertad, como la facultad para elegir, eso don precioso puesto por Dios en la mente y el corazón del hombre a fin de que éste consiga su felicidad, sigue amenazado por la sucesión chavista que no escatima esfuerzo alguno para seguir pervirtiendo la realidad nacional.
Hoy nuestro arbitrio está a merced, no solo del hampa armada y desalmada, con impunidad garantizada, sino también –al parecer- de la violencia y de la inseguridad que genera ese discurso guerrerista, de suyo violento, que dimana de esa cosa aposentada en Miraflores y de sus acólitos, de ideas explosivas y planes diabólicos, que pretenden vender a troche y moche como el humanismo que solo vive en sus cabezas alocadas.
A esto se añaden las torpezas de los funcionarios de la barbarie roja, disputándose el primer puesto a ver quién dice o comete la torpeza más grande, evidente, ridícula.
Pocos ejemplos darán cuenta de las desgraciadas consecuencias de haber elegido a un milico golpista, resentido y delirante que con odio social inició la pesadilla, y luego a aquel gobernante que cree serlo sin tener condiciones ni partida de nacimiento, que habla con un pajarito que revolotea sobre su cabeza y hace de los panes, penes.
Veamos: la ministra que nos llama irracionales por comprar medicinas, como si fuera agradable padecer quebrantos de salud. Insisto, ya pondrán reclinatorios en las farmacias, convertidas en verdaderos refugios de oración. Ya el anterior ministro de esa cartera, de apellido Ventura, me había instado a que inscribiera a mi madre en un supuesto registro para suministro de medicinas. Hasta de ministro de la salud pusieron a un militar, queriendo manejar los hospitales como si fueran cuarteles.
El otro, de vivienda, pretendiendo convencer de un derecho de propiedad que no existe, jugando con la necesidad del pueblo, manipulando sus miserias. Sin más vueltas: si usted no puede disponer de su bien, usted no es propietario.
De otro lado, la ministra de cárceles, presa en sí misma, en la ignorancia de los hechos y del derecho, pretendiendo justificar la terrible tragedia ocurrida en la prisión de San Antonio, en Margarita, por la muerte de un “pran”, y un diputado que pidió para ella un aplauso “por sus grandes esfuerzos…”. ¡Notable!, diría mi amigo, el historiador.
Para colmo de las torpezas, cuando observo al jefe de estos ministros espetando a uno de los más exitosos empresarios venezolanos, Lorenzo Mendoza, exigiéndole la entrega de las corporaciones que forman parte de sus Empresas Polar, no hago más que imaginar a otros delirantes que vivido a expensas de los pueblos, en esa odiosa y permanente compra y venta de sueños y conciencias, criminalmente aferrados al poder. Venezuela, desgraciadamente, ha sabido desenmascarar a muchos de sus líderes, que infieles a sus promesas, sólo han vivido su egoísmo.
Permìtaseme recordar a Calígula, aquel personaje extremadamente caprichoso, carente de toda moral o sentido ético, y capaz de las más extremas crueldades y atrocidades. Aquel loco capaz de nombrar Cónsul a su caballo Incitatus, y de besar en pleno teatro al payaso Mnester, y si mientras bailaba este histrión, alguien hacía el más leve ruido, ordenaba llevar a su presencia al perturbador y lo azotaba por su mano.
Exageraciones de la historia, quizás, pero en todo caso se describe en el ejemplo el carácter caprichoso y desquiciado de todo megalómano capaz de llegar y mantenerse en el poder a todo trance.
Cierro ante la siniestra intención de un gobierno usurpador de paralizar a toda una nación que reclama, en buen derecho, un cambio de presidente dentro de los cánones constitucionales y legales que rigen a la República, y ello será mientras haya la posibilidad que insistir en los propósitos de cambios que reclama el país. No tengo la fórmula, pero entre todos podemos imaginarla y ponerla en funcionamiento.
Jesús Peñalver es abogado
Columnista de Opinión
penalver15@gmail.com / @jpenalver
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