"Vición" versus "visión"
Venezuela debe construir una genuina visión de país y, además, de largo plazo
JOSÉ LUIS CORDEIRO | EL UNIVERSAL
sábado 13 de febrero de 2016 12:00 AM
Venezuela parece haber perdido el rumbo. El país está sufriendo de un número enorme de vicios. Venezuela está padeciendo tantos vicios que lo que existe es "vición" en lugar de una "visión" de país. Tenemos que pasar del país de los antivalores viciados (corrupción, resultados a corto plazo, improvisación, envidia, riqueza fácil, falsos culpables, chivos expiatorios, trabas burocráticas, etc.) al país de los valores visionarios (honestidad, estrategia a largo plazo, continuidad, cooperación, trabajo sistemático, búsqueda de soluciones, estímulos a la producción, etc.).
En 1950 Venezuela tenía uno de los ingresos por habitante más altos del mundo. De hecho, según las estadísticas oficiales de la Organización de Naciones Unidas, Venezuela estaba entre las 20 naciones más ricas del planeta. No obstante, el país nunca tuvo una verdadera visión de futuro y eso ha costado muy caro en los años siguientes.
Aunque hoy parezca difícil creerlo, Venezuela fue por muchos años una nación más próspera que Japón y Corea del Sur en Asia, que España e Italia en Europa, que Chile y Costa Rica en Latinoamérica. Sin embargo, muchos países que una vez fueron más pobres que Venezuela lograron superarnos mediante la determinación de metas y objetivos claros: una estrategia, una visión de país.
El viento que sople
Un país sin visión es como un barco a la deriva, que va de un puerto a otro según el viento que sople. En un mundo globalizado e interdependiente se hace imperativo tener una genuina visión de país para ser capaces de establecer nuestro propio destino.
La visión de país tiene que ser una visión a largo plazo. Una visión de futuro que vaya más allá de los beneficios a corto plazo y de las soluciones inmediatas. Una visión que permita pensar, planificar, crear, construir. Una visión de país competitivo y desarrollado. Una visión soñadora que facilite romper todos los viejos paradigmas mentales. Hay que trabajar para que lo que hoy parece imposible, mañana sea una realidad.
www.cordeiro.org
En 1950 Venezuela tenía uno de los ingresos por habitante más altos del mundo. De hecho, según las estadísticas oficiales de la Organización de Naciones Unidas, Venezuela estaba entre las 20 naciones más ricas del planeta. No obstante, el país nunca tuvo una verdadera visión de futuro y eso ha costado muy caro en los años siguientes.
Aunque hoy parezca difícil creerlo, Venezuela fue por muchos años una nación más próspera que Japón y Corea del Sur en Asia, que España e Italia en Europa, que Chile y Costa Rica en Latinoamérica. Sin embargo, muchos países que una vez fueron más pobres que Venezuela lograron superarnos mediante la determinación de metas y objetivos claros: una estrategia, una visión de país.
El viento que sople
Un país sin visión es como un barco a la deriva, que va de un puerto a otro según el viento que sople. En un mundo globalizado e interdependiente se hace imperativo tener una genuina visión de país para ser capaces de establecer nuestro propio destino.
La visión de país tiene que ser una visión a largo plazo. Una visión de futuro que vaya más allá de los beneficios a corto plazo y de las soluciones inmediatas. Una visión que permita pensar, planificar, crear, construir. Una visión de país competitivo y desarrollado. Una visión soñadora que facilite romper todos los viejos paradigmas mentales. Hay que trabajar para que lo que hoy parece imposible, mañana sea una realidad.
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