A Delsa con cariño, y a Henry
el nacional, 24 DE AGOSTO 2016 - 12:01 AM
La diputada Delsa Solórzano y otros dos parlamentarios no pudieron entrar hace unos días a la morgue caraqueña de Bello Monte para constatar las condiciones del lugar. La Policía Nacional se los impidió. La delegación de la Comisión de Política Interior de la Asamblea Nacional, de la cual Solórzano es presidente, quería conocer la situación de hacinamiento de los cadáveres (la medicatura forense ya no se da abasto por la cantidad de muertos por hechos violentos en la ciudad más peligrosa del continente) y a la vez constatar el ambiente laboral de los trabajadores, que se ha denunciado como deplorable.
Después de que se le negó entrar al ente, la diputada Solórzano anunció que invitaría al ministro del Interior y de Justicia a rendir un informe en la Asamblea sobre la situación de la morgue, y de paso, sobre las medidas que toma su despacho para atacar el problema de la delincuencia en Venezuela, que tiene hoy día el récord de ser el país con el mayor número de homicidios por cada 100.000 habitantes en el mundo. Durante el fin de semana, Delsa Solórzano enumeró en su cuenta de Twitter una serie de razones por las cuales el ministro del Interior incluso debe renunciar, casi todas relacionadas con la situación de inseguridad personal que se vive en el país.
Por cierto, el ministro que debe rendir cuentas ante la Asamblea (o renunciar) es también buscado por la Justicia. Como se anunció desde Nueva York a principios de este mes, el ex comandante de la Guardia Nacional, hoy ministro, ha sido acusado por un tribunal norteamericano de haber recibido dinero y haber cooperado con narcotraficantes en el transporte y distribución de drogas ilícitas en ruta hacia los Estados Unidos. Un fiscal con base en la Gran Manzana, acompañado por agentes de la DEA y de la oficina de Inmigración y Control de Aduanas, reveló el contenido de la acusación contra Néstor Luis Reverol, que se remonta a cuando el general era el director de la Oficina Nacional Antidrogas y el subdirector era Edylberto José Molina. Según la acusación, Reverol y Molina fueron supuestamente cooperantes de los narcotraficantes, a quienes alegadamente avisaban sobre las operaciones antidrogas que se iban a realizar bajo su responsabilidad y habrían facilitado la salida de Venezuela de vehículos que transportaban cocaína, la liberación de detenidos por narcotráfico e incluso de dinero confiscado por tal actividad. Molina está actualmente acreditado como diplomático en Alemania. La Asamblea Nacional podría hacerle un favor al país indagando sobre la veracidad de estas acusaciones judiciales y despejar la duda sobre si se trata de una agresión más del imperio sobre un excelso funcionario de la patria o si en verdad el ministro que tenemos no es más que zamuro cuidando carne. Pero volvamos a lo que veníamos.
Es muy poco probable que el ministro de Justicia acuda a la Asamblea a dar la información requerida. Ya se ha hecho costumbre que los funcionarios gubernamentales del chavismo se nieguen a atender este tipo de solicitudes por parte de la representación popular, a pesar de que el artículo 223 de la Constitución señala claramente que “Todos los funcionarios públicos o funcionarias públicas están obligados u obligadas, bajo las sanciones que establezcan las leyes, a comparecer ante dichas Comisiones y a suministrarles las informaciones y documentos que requieran para el cumplimiento de sus funciones.” A lo mejor por eso la Comisión de Política Interior se aventuró a trasladarse hasta la morgue, a tratar de ver las cosas sin que se las contaran.
La Constitución sirve, cada día más, tan solo de adorno al régimen chavomadurista. La Asamblea Nacional (AN) en manos de la oposición ya no es parte del Estado, sino un estorbo. Se le pone toda clase de trabas a su funcionamiento y el gobierno no le hace ningún caso.
Los diputados electos por Amazonas no son reconocidos por el gobierno y tampoco por su brazo judicial, la Sala Constitucional del TSJ. Hace apenas cinco días, la dichosa sala decidió invalidar los efectos dedos sesiones celebradas en abril y cinco en el mes de mayo, junto a los actos producidos en ellas, y dejó abierta con su sentencia la posibilidad de que de no acatarse su decisión, la directiva de la AN y muy especialmente su presidente, puedan ir presos por orden del tribunal. En esas sesiones, la AN simplemente reclamó su autonomía y rechazó una sentencia del TSJ que le exige reformar su reglamento interior y de debates.
Las leyes que se aprueban desde el Parlamento o se declaran inconstitucionales o simplemente no se ejecutan. A los diputados no chavistas se permite que se les golpee y se les veje en la calle, e incluso dentro del propio recinto parlamentario. La Ley de Amnistía fue desconocida. La de reordenamiento de la economía también. La de otorgamiento de títulos de propiedad a quienes habitan viviendas otorgadas por el gobierno, igual.
Nada de lo que salga del Poder Legislativo, el de mayor legitimidad, el que el pueblo eligió con su voto, es acatado ni por el Poder Ejecutivo, ni por el Poder Judicial; mucho menos por el Electoral, para el cual la Constitución es también de goma. Las elecciones regionales para sustituir a los gobernadores de estado no serían las primeras en posponerse, a pesar de lapsos constitucionales establecidos claramente. Y ni se diga del Poder Ciudadano, cuya Defensoría del Pueblo es considerada por las Naciones Unidas como no confiable. A Tarek Williams Saab y su combo no los quieren ver en Ginebra o en Nueva York ni en pintura.
La Mesa de la Unidad Democrática y sus partidos están concentrados en este momento en el esfuerzo por lograr que se produzca este año el referendo revocatorio del mandato de Maduro y en la práctica, de todo el régimen. Eso por supuesto que está muy bien, pues responde al clamor popular. Pero eso no es todo. Sus diputados deben seguir haciendo presión institucional para que las cosas se hagan como debe ser. La Asamblea debe continuar sin descanso cumpliendo con su función legislativa, su función contralora y su función política. Los políticos democráticos, y todos los ciudadanos, deben seguir acudiendo a los tribunales, incluido el Tribunal Supremo, a montar sus querellas, a hacer sus denuncias, a exigir justicia. Hay que continuar exigiendo al Poder Electoral y al Poder Ciudadano (Fiscalía, Defensoría del Pueblo) que cumplan con lo que les establecen la Constitución y las leyes. Hay que ir a la Fiscalía a denunciar irregularidades y a pedir que se abran averiguaciones. Hay que ir a la Defensoría a pedir que se defiendan los derechos humanos de los ciudadanos. Hay que continuar con la denuncia del régimen en los organismos internacionales, en la ONU, en la OEA, en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en la Organización Internacional del Trabajo; seguir cabildeando en Mercosur, en la misma Unasur y ante los gobiernos y parlamentos del continente (latinos y anglos), ante los gobiernos y parlamentos europeos.
Lo que no se puede hacer es bajar la guardia. La pelea institucional en lo interno, como exigir la comparecencia de los funcionarios gubernamentales ante la Asamblea, la aprobación de las leyes, los recursos tribunalicios, las demandas a los distintos poderes, no son tiempo perdido ni malgastado, porque confirman la naturaleza antidemocrática y autoritaria del régimen y muestran crecientemente su ilegitimidad, dentro y fuera del país. La Asamblea Nacional más bien actuó a destiempo cuando no tuvo entre sus primeras prioridades aprobar una inmediata reforma a la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, apenas se instaló después del 6 de diciembre.
Si bien es cierto que el régimen tiene a su favor que controla políticamente casi todas las instituciones básicas del Estado, excepto la Asamblea Nacional, y cuenta con el respaldo, por ahora, de la Fuerza Armada, su debilidad consiste en su desapego a la Constitución y las leyes, a través de lo cual manifiesta su intolerancia por la disidencia, su carácter represivo y delictual y su aferramiento al poder a toda costa.
Cada vez que el régimen viola la ley, se hace más ilegítimo, sobre todo cuando ello se traduce en que siga habiendo presos políticos, que se pase hambre, que se siga matando gente impunemente en las calles, que no haya medicina para los enfermos, que se vaya muchas veces la luz y muchas otras el agua, que los sueldos no alcancen.
El régimen pierde también legitimidad cuando se pone malcriado con nuestros vecinos porque no lo pueden complacer en todo, porque cree que se puede mover en los distintos foros internacionales como se lo plantea en Venezuela (¿por qué no te callas?). Y porque tiene uno, dos y tres presos políticos en Venezuela a quienes no les ha podido impedir su salida al exterior, porque sus mujeres se han encargado de difundir cómo su encarcelamiento demuestra la falta de libertad existente en el país.
Delsa Solórzano y sus colegas parlamentarios tienen que seguir haciendo lo suyo, acompañados de los dirigentes políticos y de las distintas organizaciones de la sociedad civil; seguir moviéndose institucionalmente en lo interno y en lo externo. Y también, los dirigentes democráticos van a tener que llegar a la misma conclusión a la que llegó recientemente en El Hatillo el presidente de la AN, Henry Ramos Allup: “Tenemos que andar con el oído puesto en el suelo porque a veces una cosa pensamos nosotros y otra la gente; el político debe sacrificar en popularidad lo que gana en certeza y autoridad moral.”
Bueno, Henry, una de las cosas en que la gente está pensando ahorita es que debe haber un poquito más de calle, por el referéndum o por lo que parezca sensato para encontrar la solución a sus ingentes problemas. Y la otra, que se sienta que los partidos de oposición tienen un plan común, una estrategia de varios flancos, que se acaben las improvisaciones y la política reactiva; ya la unidad no se puede limitar a lo electoral. Cilia, los Rodríguez y Cabello presionan a Maduro, pero sus verdaderos asesores estratégicos están en La Habana.
Es lo que uno escucha y ve, sin ser el indio de la película que se agacha para escuchar cuán lejos vienen los caballos del enemigo. Bienvenido el 1º de septiembre.
@LaresFermin
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