Fernando Luis Egaña: Bayonetas y sentencias
El presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, acaba de declarar que “los únicos soportes de Maduro son las bayonetas y las sentencias pútridas del TSJ”. Si ello fuera así, no sería poca cosa en un país como la Venezuela del siglo XXI, enjaulada por una dictadura disfrazada de democracia, o una llamada “neo-dictadura”. Porque en esa jaula hemos estado y estamos todos. Comenzando por el 80% de la población que rechaza intensamente al presente representado por Maduro, y aspira un cambio de fondo, sustancial.
El truco, por así decirlo, de la hegemonía roja ha sido ese: disfrazar la dictadura con ropajes de democracia, para confundir a mucha gente, dentro y fuera del país. Ese ropaje se ha deshilachado bastante, no hay duda, pero aún algo cubre, así sean ciertas apariencias. Si ello es condimentado con petrodólares a precio de regalo cambiario, entonces se pueden explicar muchas cosas…
Una de éstas, es la “sinergia” que denuncia Ramos Allup entre las bayonetas y las sentencias. Se justifican mutuamente, aunque los argumentos sean tan precarios como la vigencia práctica de la Constitución de 1999. Con esta dupla, más con otros factores de poder, Maduro ha venido haciendo lo que le da la gana, o más bien lo que le da la gana a sus patronos, los hermanos Castro Ruz.
Un derecho constitucional, como el revocatorio efectivo –en el 2016—lo han transmutado en un laberinto tan escabroso, que ya se están difuminando las expectativas. Según una reciente encuesta, el 57% de los venezolanos considera irse del país, y una cifra tan dramática rinde suficiente cuenta de la mega-crisis que padece Venezuela. Una que pone en jaque nuestra viabilidad como nación independiente y capaz de ofrecer un futuro humano y digno a su pueblo.
Me dio la impresión que Ramos Allup pretendía subestimar a Maduro con la referida declaración. Se equivocaría si fuere así. Esa combinación de bayonetas y sentencias “pútridas”, como él las denomina con justicia, no puede minusvalorarse. En gran medida, se trata de la fórmula que los Castro Ruz perfeccionaron para irse apoderando de Venezuela, primero con el predecesor y después con el sucesor.
Eso puede, debe y tiene que cambiar. Pero se requiere reconocer la realidad tal y como es, y no restarle ni un ápice de importancia al despotismo depredador que está destruyendo a nuestra patria.
Fuente: 16-09-2016
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