Lo otro que destaco en este análisis comparativo es que los estrategas de la campaña por el “no” descubrieron que el adversario no era el propio Pinochet, sino el miedo imperante sobre un pueblo, el miedo de votar a cara destapada en contra de la tiranía, y por eso el liderazgo político democrático volvió del exilio y los activistas salieron a la calle con firmeza, haciendo casa por casa y retando a la dictadura en jornadas cívicas
Hace unos días redacté un artículo donde manifesté que es infeliz el desgaste en conversaciones con un gobierno que no da muestras de civilidad, sino de pantomima y negación democrática. Por supuesto que es edificante el diálogo, pero lo que ha planteado el gobierno hasta ahora sobre eso se parece a la conversación que tiene el reo con el jefe del pelotón de fusilamiento, quien sólo le permite al que va a morir un cigarro o una confesión.
Dije igualmente que la mejor táctica es lo coherente, y en relación con esta premisa, presento este título que proviene de un graffiti escrito durante el triunfo del “no” en el plebiscito que sacó a Pinochet del poder, una victoria popular que también fue hilada por la sapiencia de un liderazgo político democrático que ayudó a que el Chile de Neruda saliera de una larga noche de casi dos décadas.
Lo primero que reivindico de aquel hecho histórico es que fue el primer caso en Latinoamérica de una dictadura derrocada por la vía democrática. Con eso quiero significar que el demócrata debe ser coherente con sus principios, ya que son idóneos también para deshacerse de tiranías o de neofascismos como el que mal gobierna actualmente a Venezuela.
Lo otro que destaco en este análisis comparativo es que los estrategas de la campaña por el “no” descubrieron que el adversario no era el propio Pinochet, sino el miedo imperante sobre un pueblo, el miedo de votar a cara destapada en contra de la tiranía, y por eso el liderazgo político democrático volvió del exilio y los activistas salieron a la calle con firmeza, haciendo casa por casa y retando a la dictadura en jornadas cívicas; de esta manera, los principales líderes enfrentaron al tirano de una manera directa y con gallardía; al respecto, ha quedado para la historia el episodio de Ricardo Lagos ante las cámaras de televisión, cuando señaló con su dedo y con su hombría al dictador y desenmascaró sus falsedades, algo insólito y electrizante en un país sometido por un régimen que diariamente apresaba, torturaba, desaparecía, asesinaba y exiliaba a miles y miles de chilenos que disentían. Era el momento de los hombres con guáramo. Con ejemplos de hidalguía; los chilenos fueron motivados, y así ganó abrumadoramente el "no".
Creo que eso también hace falta en esta Venezuela del siglo XXI, es necesario un liderazgo con valor democrático; pero sobre eso, no estoy hablando de irracionalidad e irreflexión, no hago mención de espasmos de falso valor e irresponsabilidad, como la que caracteriza a la bagatela ultraderechista que jefea desde Miami.
Y finalmente, a pesar de todas las adversidades; enfrentando el miedo que pretendía helar las ansias de un pueblo que quería el cambio, sorteando los escollos de una institucionalidad y legalidad diseñada por el tirano, y a pesar de que los movimientos radicales del antipinochetismo al principio no acompañaron el plebiscito porque consideraban que participar en él significaba hacerse cómplice del carácter antidemocrático de dicho proceso que mantenía la ilegalización de los partidos marxistas; a pesar de la incomprensión y el pesimismo de algunos, la Concertación decidió atravesar ese “resquicio” en la pared fascista del poder pinochetista, y así alcanzó la democracia.
Ojalá que sea precisamente el ejemplo chileno lo que impere en el carácter de toda una política que deben de desarrollar los demócratas venezolanos ante el escenario no sorpresivo, pero sí “mal parido” que presentaron las doñas del CNE, quienes han convertido el referendo revocatorio en algo semejante a los “doce trabajos de Hércules”.
Vallejobelis3@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario