Verdades para militares (V)
Los regímenes totalitarios, como el de Nicolás Maduro y su camarilla, se caracterizan por establecer un estricto control de las informaciones, a fin de impedir que se conozca la realidad de los hechos. La frase popularizada por el ministro de Información y propaganda de Adolfo Hitler, Joseph Goebbels, resume perfectamente esa posibilidad: “Una mentira repetida mil veces puede transformarse en verdad”. Esta política, dirigida para confundir y engañar a los venezolanos, ha tenido una orientación particular en el sentido de ideologizar al personal activo de la Fuerza Armada Nacional obligándolos a solo ver y escuchar, en los casinos militares y en general en todas las dependencias de nuestra organización, las emisoras controladas por el régimen. Además, han colocado, de manera inconstitucional e ilegal, propaganda política alegórica a la ideología comunista del régimen y al culto a la personalidad de Hugo Chávez, de Nicolás Maduro y del Che Guevara. Dar una respuesta a esa inaceptable política de desinformación ha sido la razón de mis últimos artículos.
Durante esta semana que hoy termina ha habido un consistente esfuerzo del régimen para tergiversar la realidad de los hechos ocurridos. Voy a narrar, de la manera más objetiva posible, mi percepción de las acciones convocadas por la oposición democrática para que el personal activo que me lee, porque lo hacen, tengan una visión distinta a la engañosa versión oficialista. La consulta popular, convocada por la oposición democrática y organizada por la sociedad civil, resultó un rotundo éxito. Millones de ciudadanos, de todos los estratos sociales, salieron a manifestar pacíficamente su oposición a la elección de la inconstitucional asamblea nacional constituyente en una jornada ejemplar, sin necesidad de la participación del Consejo Nacional Electoral y del Plan República, por lo que ha sido calificada mundialmente de protesta cívica, de profunda convicción democrática, jamás realizada por sociedad alguna. Lamentablemente, esa hermosa gesta cívica fue empañada por el vil asesinato de la señora Xiomara Scott y las graves heridas causadas a otras cuatro ciudadanas, en Catia, a manos de bandas armadas oficialistas que le dispararon a una fila de votantes inermes, ante la mirada complaciente de guardias nacionales y policías que se encontraban en el lugar de los hechos. Esa es la absoluta verdad.
Esta consulta popular convocada, legítima y legalmente, por la Asamblea Nacional, tuvo tal acogida en el sentir ciudadano que se hizo imparable. La multitudinaria y entusiasta presencia de ciudadanos en los centros de manifestación de voluntad mostró, desde el inicio, que el resultado sería de gran importancia: 7.535.000 manifestaciones de voluntad ratificaron el sentimiento de rechazo general de los venezolanos a la elección de la referida asamblea nacional constituyente. Cabe destacar que en virtud de la inexistencia de recursos suficientes para instalar mesas en todos los lugares con presencia de venezolanos tanto en el país como en el exterior les fue imposible a una gran cantidad de votantes presentar su manifestación de voluntad. Las reacciones oficialistas ante el resultado no se hicieron esperar. El impacto político y social que causó había que disminuirlo. Por ello, Jorge Rodríguez empezó, inmediatamente, a tratar de reducirlo mediante sus usuales manipulaciones y mentiras. No tuvo éxito, la realidad de lo ocurrido había sido observada no solo por los venezolanos, sino por todo el mundo. Era imposible ocultar que una sociedad absolutamente carente de recursos fue capaz de sobreponerse a las adversidades y de realizar una jornada que constituye un hito y un encomiable ejemplo de disciplina, constancia y espíritu democrático de un pueblo que solo aspira a que se restituya el Estado de Derecho y la total vigencia de las libertades ciudadanas.
El reconocimiento internacional tampoco se hizo esperar. Apenas se conoció el impactante éxito de la consulta popular, un número muy importante de gobiernos e instituciones de países extranjeros, entre ellos Estados Unidos, México, Colombia, Puerto Rico, Panamá, Chile, Alemania, España y los demás países de la Unión Europea, además de desbordarse en elogios a nuestro pueblo, exhortaron a Nicolás Maduro a suspender la convocatoria de la ANC ante el abrumador rechazo de los venezolanos. Estados Unidos y la Unión Europea advirtieron que si se realizaba esa convocatoria, a pesar de dicho rechazo, aplicarían sanciones económicas al gobierno de Venezuela. La respuesta de Nicolás Maduro fue altisonante, desproporcionada e irresponsable al no medir las graves consecuencias, que de ocurrir dichas sanciones, sufriría nuestro pueblo. Sus palabras, utilizando, como siempre, un falso nacionalismo, solo buscaron obtener respaldo en la opinión pública, creyendo equivocadamente que los venezolanos no valoran, con angustia, las consecuencias muy dolorosas que puede tener ese tipo de medidas en una sociedad diezmada por la pobreza, el hambre y la muerte.
El lunes 17 de julio, el primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, diputado Freddy Guevara, dio a conocer, en representación de la Mesa de la Unidad Democrática, lo que serían las próximas acciones de protesta por realizarse ante lo que denominó “la hora cero”: martes 18 de julio, sesión conjunta de la Asamblea Nacional para recibir el informe de la comisión de postulaciones judiciales para el nombramiento de los nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, proceso que, de acuerdo con la Constitución, culminaría el viernes 21 con el referido nombramiento; miércoles, 19 de julio, un primer paso para avanzar en la formación del gobierno de unión nacional, con la firma del compromiso unitario para la gobernabilidad por parte de todos los factores de la Unidad Democrática; jueves 20, un paro cívico nacional de 24 horas. Todas estas actividades se han venido cumpliendo cabalmente con un importante respaldo nacional e internacional.
“El compromiso unitario para la gobernabilidad” se firmó, el miércoles 19 de julio, por todas las fuerzas políticas de la Unidad Democrática. El diputado Henry Ramos Allup leyó el correspondiente acuerdo y ratificó que la Unidad está lista y preparada para gobernar desde el primer día en que se dé el anhelado cambio político. El acuerdo se hizo público en sus aspectos fundamentales. Naturalmente, hubo distintas observaciones, aunque se dejó claro que era un acuerdo abierto que permitiría modificaciones. A mi criterio, sus aspectos fundamentales son suficientemente amplios para reorientar el destino de Venezuela. La única duda que me surgió al leerlo fue la siguiente: ¿ese gobierno de unidad nacional, el cual surgiría después de unas elecciones democráticas, se encargaría del gobierno inmediatamente después de la salida del poder de Nicolás Maduro, sin que fuese necesario un gobierno de transición? Creo que esta duda debe ser aclarada por los líderes de la Unidad Democrática.
Sin embargo, a pesar de los éxitos obtenidos en estos últimos días, la familia venezolana tiene que lamentar, una vez más, la muerte de seis jóvenes venezolanos durante la realización del paro cívico, víctimas de la brutal represión ejercida por las fuerzas represivas y las bandas armadas al servicio de Nicolás Maduro y su camarilla. Las denuncias de atropellos de todo orden, incluyendo acciones hamponiles y el daño voluntario a la propiedad, vuelven a comprometer el prestigio de la Fuerza Armada Nacional. Como siempre he mantenido, ustedes tienen que reflexionar sobre esta situación. La conducta delincuencial de unos no exculpa a quienes no participan en esos hechos. También se peca por omisión. El incremento de la actuación de las bandas armadas ante la pasividad de ustedes es inaceptable. De mantenerse la convocatoria a la ANC, la crisis política alcanzará tal nivel que será imposible evitar se comprometa gravemente la ya precaria paz de la República. En ese caso, ustedes tendrán una exigente responsabilidad histórica. Para asumirla, con garantías de éxito, se requiere la suficiente autoridad moral, el respeto y la credibilidad de los ciudadanos. Es urgente lograr que la Fuerza Armada recupere sus valores institucionales. No se dejen engañar: la amenaza de una probable invasión del “imperio” no existe. No hay suficientes elementos para aceptar esa hipótesis. Lo que sí puede ocurrir es un cambio de gobierno.
En ese caso, es imprescindible, para poder garantizar la paz de la República, mantener la unidad interna de la Fuerza Armada Nacional, interpretar el sentimiento nacional y respaldar una solución pacífica orientada y dirigida por los sectores democráticos de la sociedad civil. En tan complejas circunstancias, ustedes tendrán que responder de la seguridad interna de Venezuela enfrentando reales e importantes amenazas: las bandas armadas del oficialismo, los grupos paramilitares de las FARC y del ELN que deambulan libremente por las zonas fronterizas, las mafias del crimen organizado y pare usted de contar. Esas trascendentes acciones tendrán que cumplirlas en estrecha coordinación y apoyo con las nuevas autoridades civiles. Al restablecerse la normalidad institucional, deberán regresar a cumplir sus funciones militares específicas de defensa de nuestra soberanía e integridad territorial como lo establece el artículo 328 constitucional, con la satisfacción de haberle cumplido a Venezuela, como les exige su juramento de soldado. Adelante, no pierdan esta maravillosa oportunidad de servirle, con justicia y lealtad, a nuestro pueblo.
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