Crisis hospitalaria: sin sangre ni reactivos para transfusiones en Monagas
Desde hace dos meses faltan los químicos en el Hospital Manuel Núñez Tovar, en la capital de Monagas, y por ello no se están procesando las muestras de los familiares que van a donar para sus pacientes
Maturín.- “A la voluntad de Dios, porque sin la sangre no podemos hacer nada”, fue la respuesta que una doctora le dio a Magalays Márquez cuando llegó sin el concentrado de glóbulos rojos para transfundir a su esposo, quien durante una semana estuvo recluido con paludismo en la emergencia del Hospital Universitario Dr. Manuel Núñez Tovar, en Maturín.
José Francisco Malpica (46) falleció en una camilla desgastada, esperando que su hermana pudiese donarle sangre para subirle la hemoglobina. Almerys Malpica asegura que su hermano estaría vivo si en el banco de sangre no le hubiesen negado dos bolsas que necesitaban. “La noche anterior al deceso de José le hicieron una transfusión a un muchacho que estaba igual que mi hermano y aún está vivo. Nos negaron la sangre”, afirma.
La muerte de Malpica, hace un mes, refleja lo que está ocurriendo en el principal centro asistencial de Monagas. Desde hace 60 días no hay reactivos para procesar las muestras que se extraen a los donantes por reposición.
La afirmación fue hecha por una enfermera que trabaja en el sitio, quien pidió resguardar su identidad para evitar su despido. La fuente explicó a El Pitazo que no están tomando las muestras porque no cuentan con los químicos para precisar los siete marcadores de la sangre, que indican que el fluido puede transfundirse.
La ausencia de reactivos impide descartar Hepatitis A, B, C y Core; HIV, Sífilis, Chagas y Htlv I y II, por ello es que no han atendido a las 25 personas que se citaban a diario para cumplir con los requerimientos.
“No es algo nuevo, aquí trabajamos con las uñas; los reactivos que entrega la dirección del hospital no duran ni un mes. Lo que estamos haciendo es que cuando logramos procesar las muestras las dejamos en el congelador para usarlas cuando al hospital ingresa una estricta emergencia; los pacientes que van a cirugía selectiva se quedan esperando”, explica.
Uno de esos casos es el de Juan Becerra, quien tiene dos meses esperando por una cirugía de columna. Su intervención quirúrgica ha sido pospuesta un par de ocasiones por esta razón; ha llevado cuatro donantes sin tener suerte, sus dolores aumentan al igual que el deterioro de su salud. Culpa a las autoridades regionales de las pésimas condiciones en las que se encuentra el banco de sangre.
Santa González es esposa de un paciente diabético y afirma que antes de que se acabaran los reactivos procesaron las muestras de dos familiares para transfundir a su esposo, quien amerita la amputación de una pierna. “¿Qué hicieron con esa sangre? porque la cirugía de mi marido fue suspendida y ahora me están pidiendo más donantes”, cuestiona.
Se trata de una situación que no es exclusiva del Manuel Núñez Tovar, sino que también se evidencia en el Hospital Luis González Espinoza de Punta de Mata, municipio Ezequiel Zamora. La hemoterapista de ese banco de sangre, Yarima Roca, declaró a La Prensa de Monagas el 30 de noviembre que por falta de reactivos para procesar serologías solo se están atendiendo los donantes de reposición.
En Punta de Mata, segundo municipio más importante de Monagas, tampoco procesan la sangre destinada a una cirugía, pues la mayoría de las muestras se procesan en la capital monaguense así como las que son extraídas en Caripito, municipio Bolívar, donde está el tercer banco de sangre del estado.
En Monagas, la transfusión de sangre está condicionada a la presencia del donante; sin esta figura, el paciente no recibe el plasma, las plaquetas o los glóbulos rojos que necesite, según sea el caso. Por ello, los familiares deben “parir” los voluntarios.
Américo García, Edwin González, José López, Miguel González y Ana Castro también han necesitado sangre desde que están recluidos en el principal centro asistencial de Monagas. Sus familiares han discutido con el personal de ese servicio cuando no les hacen la transfusión.
“Una mañana nos dijeron que mi hermano necesitaba dos donantes. Fuimos al banco de sangre porque era una emergencia y allí alegaron que sin los donantes no podían hacer nada. Entonces, nos tocó buscarlos y cuando al fin los conseguimos, fuimos a parar a las 4:00 de la tarde a un banco de sangre privado para que procesaran dos bolsas, pues en el hospital no lo hicieron. Cuando regresamos no querían ponérsela y tuvimos que pelear para que lo hicieran”, cuenta Beatriz García, cuyo hermano está hospitalizado con insuficiencia renal.
Desde esa vez, Américo García ha necesitado tres transfusiones más, todas condicionadas. “Aquí no hay sangre. Yo he visto cómo en la emergencia ponen la de otros pacientes a los que vienen tiroteados, aquí no se cumplen las órdenes de los médicos y tampoco hay respeto hacia nosotros”, alega.
Las estadísticas del hospital indican que de cada 100 pacientes 60 necesitan una transfusión de sangre, pero solo cinco la reciben aunque no de forma inmediata, pues el banco de sangre no tiene reserva para atender la demanda, asegura un médico del centro asistencial, quien también prefirió resguardar su identidad para proteger su puesto de trabajo.
La reserva de sangre para una guardia se logra con 20 pacientes de los 200 que pueden estar internados; es decir, apenas 10 por ciento de esos ingresos. “Todo paciente con una hemoglobina en seis gramos requiere dos donantes para transfundirlo, pero esa sangre no se le coloca. Ese concentrado que se obtiene es utilizado con aquellos en estado crítico con posibilidad de sobrevivencia”, afirma el médico quien en una guardia vio morir hasta tres pacientes por falta de sangre.
Una agonía más
El hermano de Julieta González fue arrollado y cuando ingresó a la emergencia había perdido 15% de su sangre; cuando los médicos la pidieron en el banco de sangre no había, así que la familia pasó una semana buscando donantes.
“Además de que no hay insumos tampoco hay sangre. Uno vive en una eterna agonía, pues no sabes de dónde vas a sacar tanto dinero para comprar las medicinas y pagar para que procesen la sangre en una clínica cuando logras conseguir todos los donantes que te piden”, cuenta.
José López también pasó una semana esperando por la misma causa. El joven de 28 años recibió múltiples impactos de bala en sus piernas y se complicó mientras estuvo ingresado en la emergencia; a pesar de solicitar voluntarios entre su familia, amigos y vecinos, no logró conseguirlos así que optó por acudir a un servicio privado.
Preguntando entre los camilleros y personal de limpieza, su esposa encontró que le vendieran cuatro bolsas de sangre por 500.000 bolívares cada una. “Pagamos por el servicio en un centro privado, donde sí había. Es insólito que en este país ni siquiera haya sangre para los enfermos, si no tienes plata debes esperar a que alguien sano te done”, expresa.
El Pitazo consultó en un banco de sangre privado cuánto cuesta procesar una donación. Para noviembre el costo era de 840.000 bolívares, incluyendo el 30% de ganancia que le queda a la administración, que debe pagar por reactivos, algodón, alcohol y cancelar el alquiler del local.
A través de un proveedor se conoció que en octubre de 2017 el paquete de 96 pruebas para descartar Hepatitis tenía un precio de 4.600.000 bolívares. “Los precios varían dependiendo del precio del dólar, pues son insumos importados”, explica Juan Blanco, proveedor de una clínica en la capital de Monagas.
En el banco de sangre privado explican que con esos costos, para una persona de escasos recursos económicos, resulta difícil pagar por un concentrado de plaquetas o de glóbulos rojos. “Son pocas las personas que pueden pagar más de un millón de bolívares por dos bolsas de sangre y eso es una triste realidad”, reflexiona Marta Palacios, encargada en esa institución.
En el banco de sangre privado explican que con esos costos, para una persona de escasos recursos económicos, resulta difícil pagar por un concentrado de plaquetas o de glóbulos rojos. “Son pocas las personas que pueden pagar más de un millón de bolívares por dos bolsas de sangre y eso es una triste realidad”, reflexiona Marta Palacios, encargada en esa institución.
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