Enrique Meléndez: La Venezuela utilitarista
Los venezolanos, dicho en términos de Ortega y Gasset, estamos circunstanciados; un larense, especialmente un caroreño, diría que estamos azarados. Los ingresos no nos alcanzan para nada, al tiempo que nos llenamos de deudas, a partir de la tarjeta de crédito; un instrumento que en la época de la República civil se utilizaba para ocasiones muy especiales, mientras que hoy viene a ser la salvación; sobre todo, cuando los bancos te elevan cada vez más el monto de los créditos, y así que viene a resultar una verdadera tentación a la hora, digamos, del hambre, que está muy presente entre nosotros; un fenómeno que no conocíamos, pues ahora uno observa que en aquella época todo era muy fácil.
En los institutos educativos funcionaban a la perfección los comedores. Los comedores universitarios, incluso, tenían servicio hasta los sábados por la tarde. He allí una Venezuela donde al menos el Estado respondía mal que bien a esos famosos fines de la filosofía utilitarista, y que el propio Libertador lo tenía bien presente de la felicidad, el bienestar y la seguridad de la nación, y que habían venido siendo sostenidos desde la consolidación de la estructura estatal moderna, digamos, a partir del gobierno de Antonio Guzmán Blanco, quien decreta la instrucción pública obligatoria; aun cuando se consideró en su momento, que su intención no pasaba de ser un acto demagógico, puesto que para la época Venezuela contaba apenas con una planta física educativa muy reducida.
Hoy en día una gran parte de los niños se va a la escuela sin desayuno; porque en su casa no hay comida, tanto más si se trata de una madre soltera la cabeza de la familia, y sus ingresos son muy reducidos, y los comedores, que funcionan en las instituciones educativas, bien sea escuelas o liceos, bien sea en universidades lo que sirven es algo así como la famosa Perrarina, que decía Chávez que comía el venezolano, antes de su llegada al poder; lo que explica el grado de desnutrición que presenta nuestra población; mientras hay un gobierno que obvia toda esta situación, tomando en cuenta que la visión que tiene su dirigencia de lo que es gobernar, es de que se trata del reparto de un botín.
He allí la dialéctica, por la que pasa un país, que presenta unas condiciones muy especiales; pues ha sido dotado de todos los recursos del mundo, en lo que se refiere a materia prima (commodity) y metales preciosos; incluso, se habla de que posee las reservas petroleras más grandes del mundo; no obstante, esto constituye su tragedia, a partir del momento en que toda esa riqueza natural se vuelve una codicia para una clase gobernante, que no tiene escrúpulo de ningún tipo en su propósito de llenarse los bolsillos. Era lo que acertadamente en su momento Juan Pablo Pérez Alfonso calificaba como el excremento del diablo; ahora ampliado con la incorporación al reparto del llamado Arco Minero.
En este país nunca ha dejado de existir la corrupción, incluso, hasta en tiempos del Libertador; de quien se dice que toleraba la vida de excesos, que se permitía Manuelita Sáenz, y, en ese sentido, siempre tuvo fama todo aquel caudillo, que se apoderaba de la presidencia de la República, de que a medida que pasaban los años se iba haciendo el hombre más rico del país; siendo el caso más patético el de Juan Vicente Gómez, quien pregonaba que Venezuela no era sino una hacienda abandonada, y él se la había encontrado. Pero al menos fue preocupación de todo gobierno convertirse en un sujeto utilitarista, y, a ese respecto, asumir la responsabilidad política; de modo de no llegar a una situación de emergencia humanitaria; como lo acaban de reconocer los países, que se han reunido con motivo de la Cumbre de las Américas.
Porque ese es el otro castigo, que tenemos que soportar los venezolanos, víctimas de los cálculos políticos de esta gente, que nos gobierna, y así no le conviene que venga esa ayuda humanitaria; porque en el fondo refleja la cruda realidad de un país, que se debate en un 87% de pobreza, llegando los casos extremos a 61%, según los sondeos de Encovi, es decir, refleja el profundo fracaso de esta gente como gobierno; que tuvo en sus manos una riqueza, que ni siquiera tuvieron los otros gobiernos, siendo aún corruptos, que lo precedieron; con independencia de ese prejuicio, que abrigan de que no se trata sino de una intervención a nuestro país disfrazada.
Por supuesto, eso es no tener corazón, y que es lo más indigna a la comunidad internacional; puesto que no sólo ha habido ese pronunciamiento en la Cumbre de las Américas; sino que además otros países, como Francia y Alemania, han manifestado esta misma preocupación por la emergencia, que estamos pasando, y que se patentiza en el hecho de la cantidad de venezolanos que emigra cada día más de nuestro país, y las medidas, que se han tenido que tomar en los países hermanos de la región, para asistir a esta gente que llega, según la canciller colombiana, María Teresa Holguín, con hambre y padecimientos de salud.
Lo cual es algo que no se puede ocultar, y que le pega a Maduro, si tenemos presente lo que ha dicho, a propósito de esta gente que emigra: que estos venezolanos no se van sino a limpiar pocetas, y lo que le ha valido la burla de más de un venezolano, que está en el exterior, y que le hace ver que haciendo ese trabajo, resulta que gana más que un profesor titular de alguna de nuestras universidades; a quien, por lo demás, el sueldo no le alcanza; pues no se pase por alto que ese 87% de pobreza no se debe sino a una terrible hiperinflación, que se ha desatado, y producto de una política económica perversa, y en la que priva la circunstancia de que, mientras más deterioradas están las condiciones económicas, mejor para las mafias, que conforman en el entorno de Nicolás Maduro.
melendezo.enrique@gmail.com
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