Un recado para Sósima
17 Jun, 2021 | Hace días me enteré que Sósima decidió irse al estrato de la igualdad celestial, y lamento demasiado la imposibilidad de estar cerca para regalarle el recado del dolor que riega su ausencia. Como en mis mejores tiempos de periodista, me desespero buscando en mi libreta las anotaciones del ayer, que el tiempo borra o repinta a su antojo, pero no encuentro nada en especial que destaque sus acciones, porque en cada página solo veo el rostro dichoso de aquella mujer, empecinada en hacer el bien y salir “enfuná” con andar de gacela misteriosa, disfrutando de su poder supremamente cristiano para ayudar a los demás. Para ella todo lo que se relacionaba con el sentido de la solidaridad tuvo carácter especial.
Mi sobrina, “La catira” Lilia del Valle, me recomendaba buena documentación para escribir acerca de Sósima Rojas Lárez, y le respondí que no hay que trastear mucho para decir que el oxígeno nos alimenta o que el amor por los demás seres, es la semilla de la perfección humana, regada con el entendimiento. Así que para definir su permanencia, basta con evocar la luminosidad de sus ojos sin mentiras, la sencillez de su verbo sin arrogancia, y el calor de auxilio para quienes solicitaran su apoyo. Tengo que agradecer a la vida la oportunidad de conocer almas así, agradecimiento que se multiplica en tiempos como éstos, cuando el espíritu rebaja de peso y el corazón se desgasta en indecisiones vanas; entonces tratamos de salir corriendo pero … “¿Pa’ dónde, mijo?”.
A su don de indoblegable cristiana y la vocación del servicio al caminante, Sósima agregó la virtud de elaborar medicamentos tradicionales, que manejaba con mucho acierto a la hora re procurar salud. Soy beneficiario directo de su habilidad, porque padecí de una hepatitis inclemente que me arrastró hasta los límites del padecimiento. Afortunadamente el mal fue combatido y derrotado por un compuesto formulado por ella, y que se conoció popularmente como “conserva”. Entendemos que esos remedios son producto de enseñanzas ancestrales que se han mantenido en el camino de los años, con el protagonismo de seres como ella, y tenemos la esperanza que seguirán conservándose llevados de la mano de familiares o allegados, fieles a las lecciones de nuestra Sósima. Los que creemos en los poderes de la ciencia, no tenemos autoridad para desechar los remedios caseros, que llevan en sus preparaciones elementos naturales esenciales, que constituyen la base de fórmulas médicas. Así como Sósima, sin alardes y con humildad, contribuyó de manera especial en mi sanación, tengo testimonios según los cuales también libró de males a muchas criaturas que acudieron hasta su hogar a buscar el alivio oportuno y lo consiguieron. Ahora, aunque un poco tarde frente a tantas circunstancias, quiero expresar mi reconocimiento (que uno al de tantas personas) a este ángel sanador, llamado Sósima, que vivió en la esquina frente a iglesia y plaza de Altagracia.
SOL DE MARGARITA
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