Biden edad
Andrew CABALLERO-REYNOLDS / AFP

Después del debate contra Trump, Joe Biden está en la lona. El 19 de agosto, la Convención Demócrata se instalará en Chicago para, en principio, ratificarlo como el candidato a la presidencia. La respuesta de Biden al descalabro del jueves pasado fue un anuncio publicitario cuyo mensaje central es: “Cuando te derriban, te levantas”. ¿Tendrá la capacidad física y cognitiva para enfrentar y vencer a Donald Trump? ¿Tendrá tiempo a solo cuatro meses de la elección, o ese tiempo es demasiado largo para el escaso combustible del que dispone?

Que un presidente en funciones y candidato a la reelección sea derrotado no es un drama en la historia de Estados Unidos. Ya ha sucedido, la última vez hace apenas cuatro años cuando Trump perdió por varios millones de votos de diferencia. Pero como ha dicho el propio Biden, lo que está en juego en las elecciones de noviembre próximo es el futuro de la democracia estadounidense.

El Comité Editorial de The New York Times -integrado por un grupo de periodistas de opinión independiente de la sala de redacción- tituló al día siguiente del debate que Biden debería poner fin a su candidatura por el bien de la democracia estadounidense: “Biden ha sido un presidente admirable. Bajo su liderazgo, la nación ha prosperado y ha empezado a abordar una serie de desafíos a largo plazo, y las heridas abiertas por Trump han empezado a sanar. Pero el mayor servicio público que Biden puede brindar ahora es anunciar que no seguirá en la contienda en busca de la reelección”.

En los días siguientes al debate, Biden continuó haciendo actos de la campaña y de recolección de fondos y después pasó el fin de semana en Camp David, lugar de descanso presidencial a las afueras de Washington, acompañado de su familia y en contacto con los pesos pesados del Partido Demócrata y asesores. A los 81 años, Biden camina más lento, habla con menos soltura y su desempeño en el debate parece ser algo más serio que “una mala noche”.

The New York Times recuerda que fue Biden quien planteó el desafío con Trump, puso las reglas y una fecha meses antes que cualquier debate previo en unas elecciones generales. “La verdad que Biden debe afrontar ahora es que reprobó su propio examen”, concluye el influyente diario estadounidense.

Pero ni el candidato,  ni su familia, ni los más connotados líderes demócratas se inclinan, ahora mismo, por la opción de buscar una candidatura alternativa. Aunque puertas adentro, y de manera silenciosa, el debate está planteado. Las encuestas ya muestran los estragos del jueves: más estadounidenses dudan de que el presidente esté en capacidad de seguir otros cuatro años al frente de la nación y casi la mitad (46%) de los electores demócratas piensa que no debe ser el candidato.

Una sustitución con tan poco tiempo por delante tampoco es garantía de victoria. La campaña de Biden se ha encargado de recordarlo: “Si abandonara, daría lugar a semanas de caos, peleas internas por el puesto y un montón de candidatos que llegarían cojeando a una brutal lucha en la convención, todo ello mientras Donald Trump tiene tiempo de hablar a los votantes estadounidenses sin oposición”.

La incertidumbre es un signo de estos tiempos revueltos, de claro retroceso democrático y ascenso de líderes populistas con escaso apego a los procedimientos institucionales. El previsible regreso de Donald Trump al frente de la primera potencia mundial, con hondos y complejos conflictos en el Medio Oriente y en Ucrania, donde el papel de Estados Unidos resulta decisivo, ahonda las serias preocupaciones existentes sobre el equilibrio mundial.