Virgen de la Caridad del Cobre es venerada en Miami
Desde inicios de septiembre se desarrollan las celebraciones por su día
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Sin importar lo remoto del lugar del mundo donde se encuentre, un cubano devoto de la Patrona de Cuba estará cada 8 de septiembre con una vela encendida en su honor.
La historia de esta advocación de la Virgen María se remonta a 1612, cuando tres esclavos que trabajaban en las minas de cobre de la región, un muchacho negro de 10 años (Juan Moreno) y dos hermanos de pura sangre india (Juan y Rodrigo de Hoyos), divisaron la imagen de la Virgen, con el Niño Jesús en brazos, que se acercaba flotando en una tabla, donde podía leerse la frase “Yo soy la Virgen de la Caridad”.
La versión de los esclavos se mezcla con la historia real, cuando 75 años después de la aparición, Juan Moreno, único testigo vivo en ese entonces y con una senilidad avanzada, contó cómo ocurrieron los hechos en una declaración jurada que involucraba al capitán Francisco Sánchez de Moya.
Como capitán de artillería español, Sánchez de Moya había recibido en 1597 del rey Felipe II las órdenes de defender y proteger la región del Cobre de los ataques de piratas ingleses y erigir un lugar donde soldados y mineros pudieran acudir a rezar, así como encomendarse a las oraciones de la venerada Virgen de la Caridad.
Antes de su partida hacia el Nuevo Mundo, Sánchez de Moya mandó a tallar en Toledo una réplica de la Virgen de la Caridad, la cual fue llevada a Cuba en su viaje.
Una vez en las Sierras del Cobre, el santuario original se construyó de manera improvisada, empleando hojas de guano y tablas. Tras múltiples sucesos misteriosos ocurridos en torno a la imagen, esta fue trasladada al que sería su santuario actual, a poca distancia de allí, en la cima de una loma que domina el pueblo del Cobre y cercana a las minas.
Durante las luchas por la independencia de Cuba, los libertadores le rezaban para que los ayudara en su desigual batalla contra el poderoso colono español. De ahí que también se le conozca como la Virgen Mambisa.
En 1916, fue proclamada como Patrona de Cuba por el Papa Benedicto XV, pero no fue hasta 1998 cuando el Papa Juan Pablo II la coronó en persona.
En la actualidad, continúa siendo símbolo de veneración, inspiración y protección contra el régimen de La Habana.
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