La orgásmica muerte del lenguaje inclusivo
Diego Recalde, el terror del peronismo, escribió una oda al retorno de las letras "a" y "o".
La batalla cultural no se gana con argumentos empíricos, ni siquiera teniendo la razón. La lucha contra el totalitarismo woke, que en Argentina impuso el kirchnerismo, necesita una demoledora respuesta en todos los ámbitos (además de los fríos datos económicos y científicos, tan necesarios e indispensables como insuficientes).
La cultura, el arte, la comedia y el buen humor tienen que decir presente a la hora de combatir al falso progresismo opresor que, afortunadamente, está perdiendo su hegemonía. En la trinchera artística, el productor y cineasta Diego Recalde es un arma de destrucción masiva. Es que, además de su veta artística, Recalde es un gran conocedor de la historia del peronismo. Probablemente sepa más que la mayoría de los “peronistas”, por lo que cada vez que aparece en la pantalla, tiemblan los apologistas justicialistas.
Este fin de semana, el cineasta compartió con el público de La Nación+, ante la risa y la sorpresa de los conductores, un soneto en el que celebra la muerte del lenguaje inclusivo y el retorno de las letras “a” y “o”, las que asocia con el goce y el placer.
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Dedicado especialmente a las feministas de la izquierda, Recalde celebró los “vientos de cambios que salen de bocas nuevas”. En este sentido, proclamó el final del “aliento facho” que genera la letra “e”, que el “lenguaje inclusivo” utiliza para reemplazar tanto a las “a” como a las “o”, con el fin de quitarle el género a las palabras, como si esto se tratara de algún logro “progresista”.
Ya la utilización del mote de “facho” en contra del kirchnerismo es una verdadera pesadilla para los resabios K. Recalde, con fundamentos inapelables, asegura que Javier Milei es el primer presidente “antifascista” de la historia democrática argentina, además de dar indiscutibles y detallados argumentos históricos que asocian al verdadero fascismo al peronismo.
“Al igual que la letra A, yo también lo intuía, las letras E y X, trabajan de policías”, recitó Recalde con relación a la moralina y a la exclusión que el supuesto “inclusivo” genera. “Pero llegó el punto final, ambas fueron despedidas”, celebró el cineasta repitiendo con goce “ooooooo”, “aaaaaa”. Es que, fiel a su estilo, detrás de la comicidad hay un contenido: la reivindicación de la “o” y la “a”, que vuelven a las palabras de donde fueron expulsadas, recuerdan las vocales que suelen pronunciarse al momento del orgasmo. Y para Recalde, la aniquilación del pseudo progresismo autoritario y su lenguaje inclusivo es un placer ogásmico.
“La O y la A volvimos a gozar. El abecedario es una orgía”, concluyó Recalde ante la carcajada de los conductores en el piso.
Definitivamente, estos soldados de la batalla cultural son los más incómodos para un kichnerismo, que no sabe por dónde entrarles. Irrupciones como la del cineasta argentino, los deja en el incómodo lugar que ellos pretendían ubicar a sus rivales: en el de aburridos conservadores autoritarios.
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