Manuscritos | Tan bajo, tan alto | | | Puesta en situación | En esta Nochebuena, seguimos escuchando las aspiraciones de Teresa en el Manuscrito B. | | | Teresa me escribe | «¡Jesús mío, te amo! Amo a la Iglesia, mi Madre. Recuerdo que «el más pequeño movimiento de puro amor es más útil a la Iglesia que todas las demás obras juntas». ¿Pero hay de verdad puro amor en mi corazón...? Mis inmensos deseos ¿no serán un sueño, una locura...? ¡Ay!, si así fuera, dame luz tú, Jesús. Tú sabes que busco la verdad... Si mis deseos son temerarios, hazlos tú desaparecer, pues estos deseos son para mí el mayor de los martirios... Sin embargo, Jesús, siento en mi interior que, si después de haber ansiado con toda el alma llegar a las más elevadas regiones del amor, no llegase un día a alcanzarlas, habré saboreado una mayor dulzura en medio de mi martirio, en medio de mi locura, que la que gozaría en el seno de los gozos de la patria; a no ser que, por un milagro, me dejes conservar allí el recuerdo de las esperanzas que he tenido en la tierra. Así pues, déjame gozar durante mi destierro las delicias del amor. Déjame saborear las dulces amarguras de mi martirio...» | Ms B 4 | | | Comprendo | Seducidos por la aflictiva modestia del «Tan bajo», como tantos de los fervientes lectores de Christian Bobin, nos hemos preparado devotamente para acoger a su «hombre que camina» en el apogeo de su infancia; pero, ¿estará lo bastante al amparo esta noche en nuestras casas? Por su parte, a Santa Teresa no le faltaron exclamaciones agudas para llamarle a donde quisiera que reposara su dulce cabeza. Y ella no se quedaba atrás, ¡tanto aspiraba a esas «regiones más altas»! ¿Iba por mal camino? ¿Apuntaba demasiado alto para ser discípula de este mismo «Tan bajo»? Cuando pedía a su Amor, Jesús, en una formulación tan en desacuerdo con las leyes de la sintaxis que angustiaba a sus redactores hasta el punto de corregirla: «déjate gozar (...) de las delicias del amor», ¿no le dejaba a él la elección de embellecer con esas extrañas flores el jardín de su alma que le abría con gran clamor? No florecerían ni demasiado alto ni demasiado bajo, sino justo donde el Amor transformaría a la joven núbil en una esposa fértil. ¿No fue en la carne donde el Verbo «se hizo» (Jn 1,14)? | | | Rezo y actúo | ¿Anhela mi carne la Palabra de Dios? ¿Esta noche Él entra en esta misma carne, la carne de nuestra humanidad? |
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