Señal de la cruz
Hoy meditaremos sobre el tema de la curación. La Virgen María, Nuestra Señora refugio de los pecadores, también nos pone a disposición para recibir gracias curativas. Muestra a Benita la lámpara de aceite que ilumina la presencia de Jesús en el tabernáculo. María entonces hace la promesa de que, aplicando este aceite con fe y por su intercesión, seremos sanados. Dejémonos visitar por Jesús, como Benita fue visitada por el Crucificado que le dijo: “Es para mostrarte el amor que tengo por los pecadores».
Acto de contrición
Dios mío, siento mucho haberte ofendido, porque eres infinitamente bueno, infinitamente amable y el pecado te desagrada. Tomo la firme resolución, con la ayuda de vuestra Santa Gracia, de no volver a ofenderos y hacer penitencia.
Meditación de la Palabra de Dios
Lectura del Evangelio de Jesucristo según San Marcos (7, 32-35)
Unas personas llevaron a Jesús un hombre sordo que también tenía dificultades para hablar y le rogaron que le impusiera la mano. Jesús lo llevó aparte, lejos de la multitud, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con la saliva. Luego, con los ojos elevados al cielo, suspiró y dijo: “¡Effata!”, es decir: “¡Ábrete!”. Se le abrieron los oídos, se le soltó la lengua y habló correctamente.
Extracto de los manuscritos de Laus
«En el año 1673: varias personas fueron curadas de varias enfermedades tomando aceite de la lámpara; vinieron a dar gracias a Dios y a su Santísima Madre. Así, Laus es siempre, como decían los Padres de la Santa Guarda, este nuevo hospicio de santidad donde vemos apresurarse, como en el estanque de Siloé, una gran multitud de enfermos y enfermos de todo tipo, y donde la buena Madre los acoge a todos como a sus hijos pobres y sufrientes, a quienes prodiga todos sus cuidados maternos y sus inefables misericordias».
Rezar diez Avemarías
Canto
Invocación
Nuestra Señora de Laus, Refugio de los pecadores, ¡Ora por nosotros!
Oración de Laus
Señor, lleno de ternura y misericordia, eres bendito por tu Hijo Jesús que nos dio Laus, refugio de los pecadores. Eres bendito por María, nuestra madre, que vino a este refugio para visitar a los hombres y sus sufrimientos. Eres bendito por Benita Rencurel, por su testimonio y por los 54 años de escucha de la Bella Señora. Además, Señor, por intercesión de María, morada del Espíritu Santo, transforma nuestros corazones de piedra en corazones de carne. Que nosotros, siguiendo a Benita, nos dejemos transformar para vivir hoy y mañana la fidelidad al Evangelio, en la Iglesia y en el mundo. Amén.
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