El abrazo de Sai Baba y Nicolás Maduro
Raúl Bracho
Me quede dormido y abrí mis ojos en las puertas del recinto de Sai Baba, me desperté en la cola de fieles que venían adorarle. La paz y la armonía que flotaba entre quienes allí lo aguardaban fue una dulce miel que recorrió mi ser interior.
Sai Baba apareció a lo lejos, caminaba descalzo y nos miraba como buscando a alguien. Se me acercó. –¿Por qué has venido a mí?- me interrogó. –¡Estoy aquí admirando su sabiduría, gran maestro!- respondí para decir algo. Sai Baba sonrió y siguió andando.
Un rato después volvió de nuevo a acercárseme. Volvió a hacerme la misma pregunta: -¿Por qué has venido a mi?- inquirió con más fuerza. -¡Quiero hacer la revolución del amor en el mundo, maestro!- respondí esta vez con toda certeza.
Sai Baba sonrió y comenzó a balancear su cabeza de derecha a izquierda y me miraba.. lentamente levantó la palma de su mano derecha y comenzó a girar los dedos de su otra mano sobre aquella, ante mis ojos materializó “algo” que puso en mi mano y cerro mi puño sobre ella.
Me abrazó y acercó su boca a mi oído para susurrarme: ¡la gran fuerza del amor te acompañará en tu batalla!
Desperté de nuevo aquí, el olor y la paz la India impregnaba mi cuarto.
Debo abrazar a todo ser que encuentre en mi camino para que sienta lo que siento, para repartir la fuerza del amor por el que pedí luchar a este gran maestro, abrir mis oídos para escuchar sus dolores y contradicciones y hablar con mis ojos el idioma imbatible de la comprensión, así será como crearé mi ejército, nuestro ejército, el de Sai Baba, el de la vida, el del amor.
Chávez en sus discursos comenzó a hablar de amor, a usar el amor sin miedo a ser considerado cursi o ridículo, convirtió el amor en la espada de nuestra gran revolución bolivariana y hemos aprendido de él a usar el amor como la única fuerza capaz de vencer las diferencias, las injusticias, la prehistoria salvaje, la dominación, el egoísmo y el odio.
Nicolás me recuerda aquella historia, aquel sueño con Sai Baba.
Nos pidió anoche que fuéramos casa por casa y que lo primero que debíamos hacer era abrazar a quien nos abriera la puerta.
Quise entonces contarles este sueño.
Para que sepamos como a pesar de la ira que sentimos en la Venezuela después de la partida de nuestro Gigante Chávez, no es con violencia ni con odio que se gana esta terrible lucha. Leo a muchos que invocan a las fuerzas para enfrentar con guerra a la guerra y me aterra porque no hay balas más poderosas que las de la paz que nos pidió Chávez, que el morral de Nicolás está repleto de sus sueños y que si todas y todos sacamos la espada del amor, el Abrazo a cada amigo o enemigo, estaremos cumpliendo la misión. La Paz es el arma de los que tenemos razón.
El amor nunca será vestirnos de pendejos, el amor es una fuerza severa y dura ante la mentira, la falsedad y el odio de quienes nos adversan.
El Plan de la Patria es el amor y la idea, la teoría precisa para la construcción de una nueva civilización, el nuevo mundo de la mujer y el hombre nuevo.
¡Adelante Nicolás!
¡Los soldados del pueblo iremos contigo a dar abrazos!
¡Te amo comandante eterno!
Soldados del amor, de Chávez, del pueblo!
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