Tortura con T de Tarek
JOSÉ DOMINGO BLANCO
EL NACIONAL, 14 DE FEBRERO 2015 - 00:01
Para Tarek William Saab, el nuevo defensor del pueblo, que
tres muchachos permanezcan privados de libertad, a cinco sótanos de
profundidad, completamente incomunicados, encerrados en celdas diminutas,
gélidas como una cava de la morgue, no es tortura. Que estos muchachos lleven
cinco meses sepultados en esos calabozos donde es imposible saber cuándo es de
noche o de día, para el defensor del pueblo, no es tortura. Que Lorent, Gerardo
y Gabriel no escuchen sino sus pensamientos transformados en gritos y la única
luz que reciban sea la de las lámparas incandescentes que jamás se apagan, no
es tortura. Para Tarek–quien ventila en su currículo la defensa de los derechos
humanos, presidió la Comisión de Derechos Humanos de la Constituyente para la
elaboración de la nueva carta magna bolivariana y a quien tantas veces oí
reclamar por la libertad de inocentes y condenados en esos años que los
chavistas llaman la cuarta república– esta situación no es tortura. Quizá
porque no hay evidencia de morados o golpes, ni carne ensangrentada –al rojo
vivo– donde antes, alguna vez, hubo uñas; quizá porque tampoco lucen huellas de
grilletes ajustados en tobillos y muñecas. Tarek se escuda aludiendo a sus
apenas cinco meses en el cargo; argumenta que ya asignó a una fiscal que
visita, con alguna frecuencia, a Lorent, Gerardo y Gabriel. Argumenta que lo
que hasta ahora han detectado es el retraso procesal, muy ligado a esas
aberraciones legales y jurídicas, que nada tiene que ver con las condiciones
abyectas en las que mantienen a estos tres jóvenes encerrados. Por eso, para
él, los sótanos del Sebin de Plaza Venezuela no pueden calificarse como
tortura, mucho menos decir que quienes allí permanecen, sepultados en vida,
están siendo torturados.
Y me voy a permitir transcribir un extracto del excelente
artículo que recientemente escribiera mi amiga Adriana Vigilanza: “Con Gerardo
están Lorent Saleh y Gabriel Valles. Detenidos en diferentes circunstancias.
Los únicos que pueden visitarlos son sus padres. No tienen teléfono, ni TV, ni
libros. ‘La Tumba’, su lugar de reclusión, consta de celdas
asiladas que miden 2 x 3
metros cada una. Están todas pintadas de blanco. Están
allí, enterrados vivos, víctimas de lo que la ONG Justicia y Proceso Venezuela,
dirigida por la Dra. Theresly Malavé, quien fue la primera en echarse al hombro
el dar a conocer este horror y quien también fue abogado de los comisarios
Lázaro Forero y Henry Vivas, más 8 policías metropolitanos (sentenciados todos
por orden de Chávez, junto con Iván Simonovis, según una confesión libre que
hizo en Costa Rica el presidente de la Sala Penal del Tribunal Supremo de
Justicia venezolano, Aponte Aponte, firmante de esa condena), nos explica que
se denomina ‘aislamiento celular’, tortura psicológica grave. ‘Pretenden
enloquecerlos’. ¿Para qué?…Según gritó a viva voz Lorent Saleh, en los
pasillos de los tribunales, de vez en cuando los visita una fiscal del
Ministerio Público. Ella les transmite ciertas exigencias que hacen ‘desde arriba’.
Los quieren acusando a Leopoldo López, a María Corina Machado, a Antonio
Ledezma, entre otros, de ser parte de un plan conspirativo contra el régimen.
Los jóvenes insisten en que eso es falso. Se niegan a mentir y, por eso, los
torturan. Mientras, el juez de su causa, Miguel Graterol, al verlos en
diciembre, se quejó porque ante la explosión de rabia e indignación que Lorent
sintió en su presencia, no pudo ‘desearle feliz año”.
Conozco a Adriana Vigilanza y también a Theresly Malavé y,
de ambas, siempre he admirado el temple y la pasión con la que defienden una
causa. Y el miedo, aunque no dudo lo hayan sentido, no las ha frenado jamás
para hacer una denuncia. Se llama aislamiento celular lo que le están aplicando
a Lorent, Gerardo y Gabriel, y eso, Tarek, es una tortura. Pero quisiera
concederle el beneficio de la duda al recién estrenado defensor. Quiero apelar
a su trayectoria en pro de los derechos humanos. Apelar a su memoria y al
recuerdo de esos días cuando iba de periódico en periódico, de canal de TV en
canal de TV, de emisora en emisora, cargado de denuncias y poemas, pidiendo una
oportunidad para ser la voz de las víctimas de aquel entonces. Recordarle esos
días en los que la vida de la gente valía más que una militancia partidista o
la devoción a un líder. Prevenirlo, porque en regímenes como el actual, es muy
fácil terminar siendo cómplices de una sanguinaria ideología… ¡Mucho cuidado!
porque tortura se escribe con T de Tarek.
El abecé de esta revolución ha sido hasta ahora la mentira,
la polarización y la fractura. Y Chávez supo hacerlo. Supo dividir, mentir y
polarizar para aferrarse al poder cual mago perverso. Hoy se sienten las
secuelas y perduran estas prácticas. Y para luchar contra estas artimañas fue
que salió un contingente de jóvenes de nuestro país. Y a un año de ese triste
Día de la Juventud, que desencadenó una ola de marchas, protestas y muertes, no
logro sino pensar en esos muchachos que salieron con la única ilusión de ser
promotores de un cambio y trazar la ruta hacia un país mejor; pero que jamás
regresaron a sus hogares. La muerte o la cárcel –con su tortura– fue lo único
que encontraron.
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