Trágica reunión en El Garabato
García Ucejo murió heroicamente en combate, como era su estilo
JUAN CARLOS PARISCA PÉREZ | EL UNIVERSAL
lunes 12 de octubre de 2015 12:00 AM
En momentos de intensa discusión política salgo para Caracas a curarme una dolencia. El tema candente es la nueva línea política en discusión, "La Paz Democrática". Me invitan a una reunión con la Dirección Nacional de la Juventud Comunista. La preside Antonio José Urbina, "Caraquita". Están presentes Chemaría Cadenas, Alfredo Padilla, Jesús Urbieta, Chucho Valedón y José María Blanco Ponce.
Caraquita expone la línea, pero no discute a fondo mis objeciones. Me sugiere una reunión con Juan Liscano. No estoy de acuerdo, Liscano ha escrito unos artículos de prensa que nos atacan en forma denigrante y que el enemigo utiliza lanzando desde el aire copias en volantes sobre la región guerrillera.
Donato Carmona "Breto", jefe de la retaguardia, me dice que los Gabaldón, Joaquín el hermano mayor y su esposa Dulce María, quieren oír mi versión sobre la muerte de Argimiro. Me arregla una visita que cumplo con mucha devoción. Está presente Edgar, el hermano menor. Les transmito la versión que me dio Carmelo Mendoza, quien estuvo presente en el momento de la desgracia.
Tengo una nueva reunión política con la Dirección del Partido, esta vez con la Comisión Militar, formada por el Cojo Lovera, Hemy Croes y Caraquita. Oyen mis objeciones a "La Paz Democrática". No se discute. Me convenzo de que la línea viene del San Carlos y la Dirección en la calle no la maneja.
La retaguardia del Frente es muy fuerte. Cuenta con Daniel Flores "el Flaco Miranda" y Winston Briceño, quienes me visitan en la concha, Breto, Guillermina Torrealba "Rita", las mujeres de los guerrilleros, Lila mi esposa, Victoria Saavedra, su hermana Fidelia, Tania Malpica, viuda de Carlos Luis Hernández, muerto en combate hacía pocos meses. Todas heroínas abnegadas y solidarias. Converso largamente con Tania. Me toca la penosa tarea de consolarla y asegurarle que era falso que Carlos Luis hubiera quedado con vida, como le habían dicho.
La Dirección me invita a una reunión de intercambio de experiencias entre gente de distintos frentes. Me llevan a una casa de campo en San Pedro de Los Altos, en un sitio muy agradable y muy solo. Era una pequeña finca adquirida por el partido a nombre de Daniel Flores, estudiante de Biología de la UCV, quien había formado parte conmigo de una de las primeras unidades del Aparato Especial del Partido. Allí viven escondidos unos camaradas que dedican su tiempo a la fabricación de armas para la lucha. De inmediato simpatizo con el profesor Vicente García Ucejo, ingeniero químico, comunista, español, acusado por la pérdida de nitrato de amonio de la fábrica de pinturas Resimón. Tiene gusto especial por explicarme la teoría balística de las armas de fuego. La conversión de la energía química en energía dinámica en la recámara del fusil en el momento del disparo, de acuerdo con las leyes de la termodinámica, tomando en consideración la fricción del aire para determinar la trayectoria de la bala. Revivo mis recuerdos matemáticos.
Me muestra un modelo de mortero de plástico. Las granadas "Livia", por Livia Gouverneur, nuestra heroína. E incluso un proyecto de metralleta.
García Ucejo era un tremendo ingeniero y un excelente profesor, que gozaba transmitiendo todo lo que sabía. Pero no siempre conseguía con quién desplegar su erudición. Quedé muy contento de sentir que le había brindado la oportunidad de hacerlo.
El sitio era un verdadero taller de investigación y fabricación de armamento para la guerra revolucionaria, donde participaba gente tan talentosa como el propio Flaco Miranda, Fruto Vivas, Premio Nacional de Arquitectura, y José Vicente Scorza, investigador en Microbiología y profesor titular de la Facultad de Ciencias de la UCV. Las armas se fabricaban en un búnker subterráneo a donde se entraba por una puerta secreta, cubierta por una pared que la ocultaba desplazándose sobre un riel.
A los pocos días llegan otros camaradas y varias familias para disimular la reunión como un paseo de fin de semana. Viene Lila con Sonia, mi pequeña, y pasamos juntos un par de días muy felices. Después regreso a la concha para preparar mi regreso a la montaña.
Me siento mucho mejor de salud. Incluso me arreglo la dentadura con Charles Brewer, mi compañero de infancia, explorador y dentista, quien no es comunista pero me tiene especial aprecio y escucha con gusto los cuentos de la guerrilla. Me arregla toda la boca una noche, en su consultorio en el Edificio Galipán.
Tiempo después me entero por la radio de la noticia de un combate en un sitio conocido como El Garabato. Era el mismo sitio donde había estado meses atrás y se me había dado la reunión con García Ucejo. La delación de uno de los presentes condujo al sitio a la Digepol, quien entró por sorpresa. Los camaradas se batieron valientemente. García Ucejo murió heroicamente en combate, como era su estilo.
juan.parisca@sigoweb.com
Caraquita expone la línea, pero no discute a fondo mis objeciones. Me sugiere una reunión con Juan Liscano. No estoy de acuerdo, Liscano ha escrito unos artículos de prensa que nos atacan en forma denigrante y que el enemigo utiliza lanzando desde el aire copias en volantes sobre la región guerrillera.
Donato Carmona "Breto", jefe de la retaguardia, me dice que los Gabaldón, Joaquín el hermano mayor y su esposa Dulce María, quieren oír mi versión sobre la muerte de Argimiro. Me arregla una visita que cumplo con mucha devoción. Está presente Edgar, el hermano menor. Les transmito la versión que me dio Carmelo Mendoza, quien estuvo presente en el momento de la desgracia.
Tengo una nueva reunión política con la Dirección del Partido, esta vez con la Comisión Militar, formada por el Cojo Lovera, Hemy Croes y Caraquita. Oyen mis objeciones a "La Paz Democrática". No se discute. Me convenzo de que la línea viene del San Carlos y la Dirección en la calle no la maneja.
La retaguardia del Frente es muy fuerte. Cuenta con Daniel Flores "el Flaco Miranda" y Winston Briceño, quienes me visitan en la concha, Breto, Guillermina Torrealba "Rita", las mujeres de los guerrilleros, Lila mi esposa, Victoria Saavedra, su hermana Fidelia, Tania Malpica, viuda de Carlos Luis Hernández, muerto en combate hacía pocos meses. Todas heroínas abnegadas y solidarias. Converso largamente con Tania. Me toca la penosa tarea de consolarla y asegurarle que era falso que Carlos Luis hubiera quedado con vida, como le habían dicho.
La Dirección me invita a una reunión de intercambio de experiencias entre gente de distintos frentes. Me llevan a una casa de campo en San Pedro de Los Altos, en un sitio muy agradable y muy solo. Era una pequeña finca adquirida por el partido a nombre de Daniel Flores, estudiante de Biología de la UCV, quien había formado parte conmigo de una de las primeras unidades del Aparato Especial del Partido. Allí viven escondidos unos camaradas que dedican su tiempo a la fabricación de armas para la lucha. De inmediato simpatizo con el profesor Vicente García Ucejo, ingeniero químico, comunista, español, acusado por la pérdida de nitrato de amonio de la fábrica de pinturas Resimón. Tiene gusto especial por explicarme la teoría balística de las armas de fuego. La conversión de la energía química en energía dinámica en la recámara del fusil en el momento del disparo, de acuerdo con las leyes de la termodinámica, tomando en consideración la fricción del aire para determinar la trayectoria de la bala. Revivo mis recuerdos matemáticos.
Me muestra un modelo de mortero de plástico. Las granadas "Livia", por Livia Gouverneur, nuestra heroína. E incluso un proyecto de metralleta.
García Ucejo era un tremendo ingeniero y un excelente profesor, que gozaba transmitiendo todo lo que sabía. Pero no siempre conseguía con quién desplegar su erudición. Quedé muy contento de sentir que le había brindado la oportunidad de hacerlo.
El sitio era un verdadero taller de investigación y fabricación de armamento para la guerra revolucionaria, donde participaba gente tan talentosa como el propio Flaco Miranda, Fruto Vivas, Premio Nacional de Arquitectura, y José Vicente Scorza, investigador en Microbiología y profesor titular de la Facultad de Ciencias de la UCV. Las armas se fabricaban en un búnker subterráneo a donde se entraba por una puerta secreta, cubierta por una pared que la ocultaba desplazándose sobre un riel.
A los pocos días llegan otros camaradas y varias familias para disimular la reunión como un paseo de fin de semana. Viene Lila con Sonia, mi pequeña, y pasamos juntos un par de días muy felices. Después regreso a la concha para preparar mi regreso a la montaña.
Me siento mucho mejor de salud. Incluso me arreglo la dentadura con Charles Brewer, mi compañero de infancia, explorador y dentista, quien no es comunista pero me tiene especial aprecio y escucha con gusto los cuentos de la guerrilla. Me arregla toda la boca una noche, en su consultorio en el Edificio Galipán.
Tiempo después me entero por la radio de la noticia de un combate en un sitio conocido como El Garabato. Era el mismo sitio donde había estado meses atrás y se me había dado la reunión con García Ucejo. La delación de uno de los presentes condujo al sitio a la Digepol, quien entró por sorpresa. Los camaradas se batieron valientemente. García Ucejo murió heroicamente en combate, como era su estilo.
juan.parisca@sigoweb.com
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