Qué hará el chavismo
La megacrisis que sufre el país ha traído como consecuencia un empobrecimiento generalizado en magnitudes no conocidas, un efecto directo de la misma es que la popularidad y el apoyo al régimen se han ido licuando a pasos agigantados afectando agudamente su legitimidad.
Los pronósticos para el 6-D al comienzo de la campaña electoral, momento clave para afianzar tendencias o modificarlas, auguran una victoria de la oposición democrática en votos y escaños. Las diferencias en los vaticinios se circunscriben a la brecha entre la MUD y el chavismo en ambas categorías. También se afirma que solo la ocurrencia de sucesos dramáticos e impredecibles puede cambiar la tendencia en el transcurso de la campaña. En cuanto a la presumible victoria opositora, esta solo podrá frustrarla un fraude con todas las de la ley.
Si los mencionados resultados se concretan el 6-D se abre la puerta al cambio político por cuanto estos comicios tienen definitivamente un carácter plebiscitario. Si por el contrario el oficialismo consigue retener la mayoría en la Asamblea sin mayoría de votos tendremos un escenario aún más complicado: una mayoría parlamentaria que no refleja la voluntad nacional.
El gran interrogante a estas alturas es cómo asumirá el chavismo ese nuevo cuadro político y social. Este sector por desempeñar la función de gobierno tiene la principal responsabilidad ante las nuevas circunstancias.
Creo que solo hay dos escenarios básicos: el régimen reconoce su derrota y se apresta a cohabitar con una Asamblea Nacional de mayoría opositora, escenario nada extraño ni fatalmente traumático en los sistemas políticos democráticos. O por el contrario siendo consecuentes con su vocación dictatorial el chavismo desconoce el resultado y al nuevo parlamento escalando de tal manera la crisis que no le quedará otro camino que terminar de instaurar una dictadura con todo lo que esto significa.
Es obvio que el primer escenario es el más conveniente para el país y su gente, sería un gesto importantísimo hacia la superación del clima de enfrentamiento vivido desde 1999 y podría sentar las bases para una concertación nacional para afrontar con éxito la crisis o para un relevo adelantado del gobierno mediante el uso de los mecanismos previstos en la Constitución.
Si el chavismo optara por la otra opción se estaría contribuyendo desde el propio gobierno a crear una situación sumamente peligrosa, altamente desestabilizadora en la cual la violencia y las alternativas no democráticas se pondrían a la orden del día con todo el daño consecuente. El chavismo perdería la poca legitimidad democrática que le resta y pasaría a la historia como un proyecto político claramente reaccionario y antidemocrático y su propia viabilidad como fuerza política estaría seriamente comprometida. Esto fue lo que entendió el sandinismo cuando la oposición democrática los derroto en 1990 y por eso entregaron el gobierno. Hagamos votos porque el patriotismo y la responsabilidad sean las motivaciones principales que guíen la conducta de quienes hoy gobiernan.
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