Maduro prepara el auto golpe de Estado
El doble juego, ha sido dictado por La Habana y Maduro podría caer en la trampa que le tienden.
NUEVA YORK, Estados Unidos -No hay que analizar mucho para darse cuenta que lo que quiere Nicolás Maduro es darse un auto golpe.
La intransigencia y bravuconadas del mandatario venezolano están demostrando que no quiere acuerdos de ninguna clase con la oposición y por el contrario la está irritando al máximo para provocar una confrontación, donde llamaría a las fuerzas armadas para que actúen.
Maduro alertó que la Constitución prevé herramientas para contrarrestar este posible escenario y aunque no ahondó en los detalles, se estima que declararía Estado de Sitio, que es un régimen de excepción que debe ser declarado por el poder ejecutivo y representa un concepto equivalente al de estado de guerra, y por ello se dan a las fuerzas armadas facultades preponderantes para los actos de represión. Durante el Estado de Sitio quedan en suspenso las garantías constitucionales, con mayor o menor extensión, según las legislaciones y este estado de Emergencia evitaría que entrara en sesiones el nuevo Congreso, de amplia mayoría opositora, el próximo 6 de enero. El mismo presidente se ha calificado como un soldado más, “listo y preparado para dar su vida y sacrificarse en el campo que toque sacrificarse…”.
Ya en agosto pasado Maduro hizo algo parecido, pero en menor escala cuando dictó Estado de Excepción para la zona fronteriza con Colombia. Según la Ley Orgánica sobre Estados de Excepción, promulgada en agosto de 2001, tales medidas solo deberán ser dictadas “en caso de estricta necesidad para solventar la situación de anormalidad, ampliando las facultades del Ejecutivo Nacional…” ¿Un ataque armado contra un grupo de soldados requirió el decreto de un estado de excepción regional? ¿Se cumplió con la condición de “estricta necesidad”? ¿ Exageró el presidente? Sí, porque los planes ocultos eran diferentes.
Hoy el panorama no puede ser más claro:
El mandatario ordenó a los militares que estaban en la administración pública que regresen a los cuarteles, decisión que se da después de 17 años en que los uniformados ocuparon numerosos cargos públicos y dirigieron varios ministerios como Relaciones Interiores y Economía y Finanzas. Asimismo los militares han controlado la banca pública, el crédito, las divisas, las aduanas, los permisos de importación y exportación e incluso las alcabalas.
La medida ordenada por Maduro tiene varios propósitos, pero el principal es aglutinar a los militares y prepararlos listos para la batalla. Esta puede darse en cualquier momento en que el Ejecutivo así lo requiera.
Sin embargo, esta medida de sacar a los militares de los puestos administrativos del gobierno, puede ser extremadamente peligrosa, porque la mayoría obtenía múltiples ganancias en prebendas y negociados y algunos se han convertido en millonarios.
La estrategia tiene todas las características de un doble juego y de haber sido dictada por La Habana. Si no lo fuera así, sería muy difícil que el hombre servil y fiel a toda prueba del castrismo, vaya a correr con colores propios.
No se sabe si el Ministro de Defensa, Vladimir Padrino, va a ser confirmado por Maduro en el nuevo gabinete. Padrino es uno de los militares de más confianza del gobierno cubano, tanto así que el 6 de septiembre pasado viajó a la Isla expresamente para reunirse con la élite castrista y se tomó fotos a los pies de Fidel Castro que fueron criticadas en Venezuela por la “actitud servil” del general frente al decrépito caudillo cubano.
Sin importarle las críticas, el Ministro acompañó las imágenes, que subió a la red social Twitter, con un mensaje en el que agradecía a Castro y expresaba que continuarían ambos “aferrados a las ideas y a las causas más nobles de la humanidad”.
Entre el General y Maduro ya se sabe cuales son las preferencias del gobierno de La Habana. La cúpula gobernante cubana mantiene al mandatario en el poder solo porque hasta ahora lo beneficia. Con su ciega lealtad, Maduro le sirve al régimen para seguir obteniendo la ayuda que representan los envíos de los 80 mil barriles diarios de crudo y derivados, tal como lo hacía en el pasado el gobierno de Hugo Chávez y que no han mermado en cantidad, pese a la grave crisis económica que vive Venezuela.
Por eso es que se visualiza a Nicolás Maduro como la punta de lanza de este nuevo plan maquiavélico de La Habana, que tiene por finalidad terminar de quemar su figura ante los venezolanos.
Si fracasa surgirá Diosdado Cabello -ya en su calidad de vicepresidente- favorito del gobierno cubano, como el único personaje clave que podría “salvar” a los chavistas.
Nicolás Maduro no es Hugo Chávez y el ex chofer del Metro de Caracas carece de la preparación, la malicia y el carisma para el cargo de presidente que tenía el difunto mandatario. Esto lo saben en La Habana
Las grietas dentro del Partido Socialista Unido (PSUV) se han ahondado bajo el mandato de Maduro y muchos lo culpan del caos en la economía y de la enorme derrota del 6 de diciembre en las elecciones parlamentarias.
Maduro sabe que todos sus errores lo pueden conducir a que se pida un Referéndum Nacional, como sucedió el 2 de diciembre de 2007. En aquella oportunidad y de acuerdo con los escrutinios del Poder Electoral, el pueblo decidió no admitir los cambios solicitados a la Constitución de la República, rechazando así la propuesta. Esta fue la primera derrota electoral del oficialismo. Chávez tuvo que reconocer en esa oportunidad que el No, había ganado la partida.
La diferencia con Maduro, es que su tozudez y porfia le impiden ver la fina trama tejida en su contra por los que desde La Habana lo felicitan por su “brillante y valiente discurso”, pero que están dispuestos a cambiarlo, apenas lo vean caído.
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