Esta festividad, que se celebra hoy no sólo en España sino en casi todas las iglesias del mundo católico, debe su origen a los obispos del décimo Concilio de Toledo en 656. Los prelados habiendo encontrado algunos inconvenientes a la antigua costumbre de celebrar la festividad de la Anunciación de la Santísima Virgen el 25 de Marzo, ya que esta alegre solemnidad con la suficiente frecuencia se reúne en un momento en que la Iglesia está preocupada por el dolor de la Pasión (...), se decretó que en adelante se celebrara en la Iglesia de España, ocho días antes de la Navidad, una fiesta con octava, en memoria de la Anunciación, y como preparación para la gran solemnidad de la Natividad.
Con el tiempo, la Iglesia de España sintió la necesidad de volver a la práctica de la Iglesia Romana, y de todas aquellas del mundo entero que celebran el 25 de marzo como el día para siempre sagrado de la Anunciación a la Santísima Virgen de la Encarnación del Hijo de Dios; pero tal había sido durante siglos la devoción del pueblo por la festividad en la fecha del 18 de diciembre, que pareció necesario mantener su vestigio(...).Fue así como se creó una nueva festividad con el título de Expectación del nacimiento de la Virgen.
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