La fórmula del fracaso
ELIDES J. ROJAS L. | EL UNIVERSAL
miércoles 17 de febrero de 2016 12:00 AM
El sábado pasado un diario de circulación nacional publicó un trabajo periodístico que en primera página estaba destacado así: Importar e instalar una planta eléctrica toma tres meses. Y en el texto de resumen de presentación señala lo siguiente: Las empresas que ensamblaban plantas eléctricas con partes y motores importados paralizaron sus actividades porque desde agosto no reciben divisas. Si los centros comerciales quieren adquirir alguna deben comprarlas en el exterior a precios que van de 150 mil a 200 mil dólares. Debe ser con divisas del Cencoex, de lo contrario impiden su nacionalización y su entrada en el país. Es decir, círculo vicioso imposible de romper.
Nada más evidente. Estas líneas concentran lo que es la esencia de la fórmula del fracaso chavista. Veamos. La alta gerencia oficialista, experta en quiebras generales, aplica un racionamiento general de energía eléctrica que esta vez incluye a Caracas, siempre mimada por los comunistas por temor a una revuelta. El racionamiento incluye casas, comercios, zonas enteras del territorio nacional, fábricas, industrias y, no faltaba más, a los centros comerciales. Racionamiento y regulación de horarios de trabajo van de la mano. El gobierno dice que lo que hagan los centros comerciales es por su voluntad. Siempre el eufemismo, aunque la realidad mata. Si repasamos las líneas anteriores se podrá obtener la fórmula mágica inventada en Cuba.
Racionamiento, horarios regulados, obligación de autogenerar energía. Para esto el centro comercial necesita una planta generadora propia. Para comprarla debe recurrir a empresas ubicadas en el exterior e importarla, pues las empresas locales están cerradas por falta de divisas y materia prima para trabajar. Pero el Cencoex no está otorgando divisas, pues el gobierno está en la lona. Y el empresario tampoco puede disponer de sus propios dólares porque es delito y no podrá ingresar las plantas al país. Así que la medida chavista es una trampa mortal. Directo al cierre y a la quiebra. Y, lo peor es que el chavismo se ha gastado 60 mil millones de dólares en plantas que no instalaron nunca o están paralizadas, aunque algunas cuentas bancarias en el exterior sí funcionan con mucha energía juvenil. Pero la cifra de lo que el gobierno ha gastado en materia de energía eléctrica desde que se inauguró el socialismo cubano en Venezuela en 1999 hasta estos días se ubica en 120.000 millones de dólares. Una cantidad que, según los expertos, es el doble de lo que costó fabricar y montar todo el sistema eléctrico que se encontró el chavismo funcionando suficientemente hace 17 años. Fracaso total.
Venezuela está sin energía eléctrica. Para el gobierno solo es un problema climático, la sequía. No es eso solamente. Si eso fuese cierto los países del Medio Oriente estarían cerrados como los centros comerciales desde hace tiempo. El verdadero problema es la fórmula del fracaso chavista que al aplicarla siempre conduce a lo mismo: ruina tapada con manipulación. La fórmula aplica para todo. La producción de alimentos, por ejemplo, acabaron con la iniciativa privada tanto en el campo como en la agroindustria y las empresas auxiliares de cooperación técnica y financiera tipo Agroisleña. Todo eso lo barrieron. Ahora no hay comida básicamente por dos razones: el gobierno no ha pagado a los proveedores y, lo más grave, no tiene dólares para seguir haciendo negocios con las importaciones. Y el gobierno, en medio de la desesperación, expone la tesis de la recuperación de la economía productiva sin contar con la energía eléctrica que demanda cualquier crecimiento. Resultado, fracaso total. Es decir, es mentira.
La fórmula, más vigente que nunca, ahora cuenta con certificación judicial del TSJ. Adelante, pues. Ya casi no queda mucho por destruir.
erojas@eluniversal.com
Twitter: @ejrl
Nada más evidente. Estas líneas concentran lo que es la esencia de la fórmula del fracaso chavista. Veamos. La alta gerencia oficialista, experta en quiebras generales, aplica un racionamiento general de energía eléctrica que esta vez incluye a Caracas, siempre mimada por los comunistas por temor a una revuelta. El racionamiento incluye casas, comercios, zonas enteras del territorio nacional, fábricas, industrias y, no faltaba más, a los centros comerciales. Racionamiento y regulación de horarios de trabajo van de la mano. El gobierno dice que lo que hagan los centros comerciales es por su voluntad. Siempre el eufemismo, aunque la realidad mata. Si repasamos las líneas anteriores se podrá obtener la fórmula mágica inventada en Cuba.
Racionamiento, horarios regulados, obligación de autogenerar energía. Para esto el centro comercial necesita una planta generadora propia. Para comprarla debe recurrir a empresas ubicadas en el exterior e importarla, pues las empresas locales están cerradas por falta de divisas y materia prima para trabajar. Pero el Cencoex no está otorgando divisas, pues el gobierno está en la lona. Y el empresario tampoco puede disponer de sus propios dólares porque es delito y no podrá ingresar las plantas al país. Así que la medida chavista es una trampa mortal. Directo al cierre y a la quiebra. Y, lo peor es que el chavismo se ha gastado 60 mil millones de dólares en plantas que no instalaron nunca o están paralizadas, aunque algunas cuentas bancarias en el exterior sí funcionan con mucha energía juvenil. Pero la cifra de lo que el gobierno ha gastado en materia de energía eléctrica desde que se inauguró el socialismo cubano en Venezuela en 1999 hasta estos días se ubica en 120.000 millones de dólares. Una cantidad que, según los expertos, es el doble de lo que costó fabricar y montar todo el sistema eléctrico que se encontró el chavismo funcionando suficientemente hace 17 años. Fracaso total.
Venezuela está sin energía eléctrica. Para el gobierno solo es un problema climático, la sequía. No es eso solamente. Si eso fuese cierto los países del Medio Oriente estarían cerrados como los centros comerciales desde hace tiempo. El verdadero problema es la fórmula del fracaso chavista que al aplicarla siempre conduce a lo mismo: ruina tapada con manipulación. La fórmula aplica para todo. La producción de alimentos, por ejemplo, acabaron con la iniciativa privada tanto en el campo como en la agroindustria y las empresas auxiliares de cooperación técnica y financiera tipo Agroisleña. Todo eso lo barrieron. Ahora no hay comida básicamente por dos razones: el gobierno no ha pagado a los proveedores y, lo más grave, no tiene dólares para seguir haciendo negocios con las importaciones. Y el gobierno, en medio de la desesperación, expone la tesis de la recuperación de la economía productiva sin contar con la energía eléctrica que demanda cualquier crecimiento. Resultado, fracaso total. Es decir, es mentira.
La fórmula, más vigente que nunca, ahora cuenta con certificación judicial del TSJ. Adelante, pues. Ya casi no queda mucho por destruir.
erojas@eluniversal.com
Twitter: @ejrl
No hay comentarios:
Publicar un comentario