De la violencia y otras siembras (II)
En mi artículo anterior les comentaba sobre aquella primera gran conferencia europea por la paz en Wesfalia (1648), región al norte de Alemania. En ella se sembró la primera fundamentación de búsqueda de un orden mundial de equilibro entre Estados, cuyos intereses territoriales e intercambios comerciales se respetaran entre sí, más allá de diferencias religiosas o culturales. Thomas Hobbes, en su obra “Leviatán” (1651) desarrolló la teoría política que explicaría, y aún más allá justificaría, el poder del Estado soberano, al cual el ciudadano entregaba sus derechos para que utilizando el monopolio de la violencia, y por ende el uso de las armas, le protegiese de la muerte violenta a causa de la guerra o del crimen. Después de más tres siglos y medio el mundo aún conserva la esencia de esa génesis (Kissinger, H. 2016. Orden Mundial Pág 42.Debate. Barcelona. España).
En nuestro caso del nuevo mundo, durante los años de dominación sobre las colonias americanas, dicha fundamentación ideológica se fue transmitiendo para el encuentro de un nuevo orden mundial necesario, como herencia natural del conocimiento del hombre. Hacia el año 1812, al tiempo que el zar Alejandro de Rusia escribía que el triunfo sobre Napoleón impulsaría el surgimiento de un mundo nuevo y armonioso, basado en principios religiosos (Op. Cit Pág 68). Ese año de 1812 Venezuela perdía su Primera República, y con ella la libertad de nuestro más ilustre americano: Sebastián Francisco de Miranda. A causa de la cobarde traición del General español Monteverde al protocolo pactado de capitulación, nuestras colonias entraban en la modalidad de “guerra total” que conduciría el Libertador Simón Bolívar, hasta legarnos a cinco naciones de Suramérica, y su impacto sobre todo el subcontinente, el ser pueblos soberanos.
Sostuve en mi artículo anterior que trataría el vital punto de cómo podríamos superar la dominación del régimen actual, que ha conculcado esos derechos ciudadanos que, con el devenir del progreso de los sistemas políticos occidentales, se han convertido en derechos universales del hombre: a la democracia, a la libertad de emprendimiento, de desplazamiento, a progreso material y espiritual, sin más limitaciones que el propio derecho a la dignidad de los otros conciudadanos. La cuestión pareciera dilemática y compleja. En realidad no lo es. Los venezolanos hemos cedido como ciudadanos el derecho de uso monopólico de la violencia al Estado. Por tanto el uso de las armas para que nos proteja de las amenazas de la violencia externa contra nuestro territorio, y de la violencia debida a la criminalidad u otros agentes internos, actualmente desbordados. Cuando quienes están su-puestos a cumplir con tales deberes inherentes a sus funciones no solo los incumplen, sino que utilizando sus investiduras cometen el crimen de desconocer las reglas constitucionales mediante la fabricación de reglas absurdas que impiden el ejercicio de nuestros derechos, pervierten el espíritu del pacto social, y mediante amenazas, violencia y chantaje a nuestro pueblo, sobre todo en sus necesidades más básicas como alimento y medicinas, pretenden subyugarle, llegó la hora de la desconocimiento ciudadano activo ante dicho régimen. El artículo 350 constitucional lo establece. Desobediencia civil, no violenta, pero eficaz. La movilización masiva sin duda es una herramienta sin igual. Mas la no obediencia total de las grandes mayorías populares ante este régimen dictatorial es la salida. Si no rectifican de las autoridades del CNE permitiendo la recolección inmediata de nuestras firmas para convoca al referéndum revocatorio y se exprese así la soberanía popular, entonces no alimentemos más con nuestros impuestos a esta seudo revolución. No IVA para nada. No obediencia tributaria. No atención a cualquier sin razón ilegítima, sin ética y sin norte que nos desgobierna sobre costos, precios y sala-rios. Pactar directamente entre los gremios la sobre vivencia de manutención básica, mientras dure esta lucha no violenta de desobediencia civil. Ya de hecho está ocurriendo una economía subterránea de sobreprecios, bachaqueo y contrabando, frente a un gobierno criminal, que ni siquiera permite la ayuda humanitaria internacional. No acatar instrucciones sobre precios absurdos, costos que no existen, y entrega de cuentas a quienes no las entregan al pueblo. Los que han malgastado nuestros recursos, y continúan gastando en viajes de cumpleaños para homenajear al dictador de Cuba y Venezuela, no solo dilapidan nuestro patrimonio material actual, sino nuestro legado histórico del Libertador Simón Bolivar, hipotecando el futuro de nuestra patria, material y moral.
En un próximo artículo escribiré sobre el deber ser del régimen de transición inminente que vendrá para Venezuela, y cómo debe ser desde ya el acuerdo y conducta de una clase política comprometida para llevarlo exitosamente a efecto.
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