Fabricio Ojeda: La voz de Dios
Venezolanos recogiendo con brochas los restos de azúcar que cayeron sobre el asfalto durante el saqueo a una gandola.
Peleándose por un saco de cebollas que les arrojó un militar en los alrededores atestados de un supermercado en Caracas.
Que pasan noches a la intemperie, haciendo colas para comprar comida, donde cualquiera te mata por un puesto.
Niños que se desmayan en la escuela porque no han ingerido alimentos o mueren en los hospitales por falta de medicinas.
Farmacias desabastecidas.
Carros parados porque no hay cauchos, baterías ni repuestos.
Gente buscando qué comer entre la basura.
Venezolanos emigrando para intentar mejorar su vida.
La mayor inflación del planeta.
Miles de robos y cientos de homicidios semanales.
La corrupción más descarada. El saqueo de un país.
Tras 17 años de “revolución bonita”, Venezuela sufre la peor crisis social, económica, política y moral de su historia.
Pero el gobierno –que ha contado con la mayor cantidad de ingresos petroleros de esa misma historia y la concentración de poder más grande de la era democrática- no se responsabiliza por nada.
Arrasó con todo –y se ríe- pero tiene el síndrome del “yo-no-fui”.
La culpa es del imperio, de la guerra económica, de la oposición, de Uribe.
Pero la población ya no les cree y ellos lo saben, aunque se niegan a aceptarlo.
Aseguran por televisión que el pueblo los ama, los sigue, continúa apoyándolos… ciegamente.
Si así fuese, se medirían democráticamente; no estuvieran bloqueando el referendo revocatorio, pues estarían seguros de ganarlo.
Permitirían al pueblo que los adora ejercer ese derecho consagrado en la Constitución Bolivariana de 1999.
Derecho que incluyeron ellos mismos en Asamblea Constituyente y que aprobaron y firmaron –entre otros- Aristóbulo Istúriz, Elías Jaua, Tarek William Saab, Iris Varela, Hermann Escarrá, Freddy Bernal, Adán Chávez Frías, Elvis Amoroso y el mismísimo Nicolás Maduro, pero ahora reniegan de él.
La celebración del revocatorio este año no es un capricho de un grupo político. Es una exigencia del país, de ese “soberano” (como lo llamó Hugo Chávez) que los gobernantes de turno dicen representar.
“La voz del pueblo es la voz de Dios”, recuerden que lo dijo su líder, su “comandante eterno”.
El pueblo habló el pasado 6 de diciembre y lo ha venido haciendo en las jornadas de recolección de firmas realizadas para activar el referendo.
Está hablando en todas las encuestas privadas y también, en las gubernamentales.
Se hará escuchar en la calle, este 1 de septiembre.
Límpiense el cerumen de los oídos y escúchenlo.
Tengan dignidad y por el bien de Venezuela, dejen que esa voz se exprese de manera democrática y constitucional.
Y acátenla, sea cual sea el resultado.
Fuente: 27-08-2016
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