El padre y el hijo
Pasan los días y la situación no amaina. Tenemos ya un largo mes en esto. Ayer, mientras el gobierno confiaba en que las manifestaciones resultaran cada vez más escuálidas, estas siguieron multitudinarias, vigorosas y desbordadas. Ayer, mientras la oposición confiaba en que la represión quizá bajaría un poco su intensidad, esta se incrementó de manera brutal, como lo reseñan hoy los medios que cubrieron lo ocurrido.
El gobierno no escatima en el uso de lacrimógenas, y ya no las lanza al aire sino al pecho de los manifestantes. Así resultó asesinado, cuando protestaba en Chacao, Juan Pablo Pernalete Llovera, estudiante universitario de 20 años. “He podido ser yo”, le escribió en carta a su padre Yibram Saab Fornino, estudiante de Derecho, hijo mayor del defensor del pueblo, Tarek William Saab, quien manifestó ayer en el mismo municipio donde cayó Pernalete.
Este joven ha pedido respeto a la privacidad de su familia, y hay que respetarlo. Pero es imposible pasar de largo la valiente y muy reveladora carta que ayer le leyó a su padre en las redes sociales. Es una carta honesta que estremece por su desnuda sinceridad. No solo habla de la fractura que se vive en la familia venezolana. No solo habla de la situación dura y difícil que vivimos los venezolanos. Habla, también, de algo más profundo y trascendental: los venezolanos hoy hemos terminado convirtiéndonos en una sola entidad, en un solo cuerpo, una sola persona en contra de la tiranía, la maldad, la crueldad y la dictadura. Cuando el hijo de Saab le pide a su papá que honre los valores con los que le crió y que ponga fin al baño de sangre, sencillamente le está pidiendo que permita que Venezuela pueda ser de nuevo un país. Que tenga el valor que él tuvo al hablarle en público, para que permita el cambio de rumbo en la tragedia, porque en sus manos está el poder para lograrlo.
En horas de la noche, en su programa de televisión, Diosdado Cabello presentó una supuesta carta de respuesta de Saab donde, según cita Tal Cual, el defensor del pueblo habría afirmado “No los defraudaré”. Pero, según Cabello, la promesa no estaría dirigida al hijo que “crió con amor” –tal y como lo confesó en un tuit de tiempo atrás el propio Saab–, sino al régimen dictatorial. Para Cabello, pues, Saab pone por encima de su hijo a la revolución. Pero califico de supuesta esta carta porque la sospecha me resulta inevitable. ¿Cómo es que un individuo tan locuaz y elocuente, que hasta poeta es, como Tarek William Saab, no responde directamente ni al país ni a su hijo, sino que se limita a un texto privado que divulga un tercero? Venezuela, y sobre todo Yibram, esperan la respuesta directa y auténtica del defensor.
Por otra parte, ayer también se produjo otra noticia de suma importancia: el anuncio de Delcy Rodríguez de la decisión del gobierno de Maduro de retirarnos de la OEA, porque la OEA, sencillamente, decidió meterle la lupa y el bisturí al drama venezolano. La reacción en sí ya es una confesión. Es decirle al continente, en efecto, somos una dictadura, ¿y qué? Es la actitud malcriada, la reacción del individuo arrogante y déspota que, cuando se ve cuestionado y abandonado por los demás, golpea las paredes y revienta la vajilla escupiendo maldiciones.
¿Pero qué implica retirarnos de la OEA? La cosa no es tan fácil ni inmediata: el proceso hasta la salida definitiva tardará 2 años. Según el abogado constitucionalista Gerardo Fernández, mientras transcurren esos 24 meses Venezuela sigue sometida a todo lo que implica ser miembro de la OEA, incluyendo la eventual aplicación de la Carta Democrática. “La carta de la OEA –escribe Fernández– contiene normas de protección de derechos fundamentales de acuerdo con la Constitución. Ha sido recibida en el derecho interno con rango constitucional. Retirarse del sistema constituye un fraude a la Constitución. Además, un retiro del sistema interamericano constituye en sí mismo un tratamiento regresivo de los derechos fundamentales, lo cual prohíbe el texto constitucional. En definitiva, sería un atentado a los principios republicanos y democráticos que consagra nuestro texto fundamental (…) Desde el punto de vista práctico, retirarse de la OEA significa, además, el retiro de Venezuela del sistema financiero y comercial continental. Eso no lo soporta un país en la actualidad”.
El costo de esta acción arrogante, absurda, prepotente e infeliz del gobierno venezolano, va a traer aún más consecuencias nefastas para todos los venezolanos que padecen esta desgracia llamada revolución bolivariana.
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