Elecciones y legitimación
La democracia se encuentra bloqueada por un grupo que se apoderó del Estado para imponer la dominación, no de un proyecto político, sino de una maraña de intereses que abarca desde el plan de esclavización comunista de la sociedad hasta negociados perseguidos por la justicia internacional
Los hechos han colocado la lucha en el terreno electoral. Ello se corresponde con uno de los cuatro atributos de la estrategia de la MUD. Y cumple, aunque parcialmente, una de las cinco exigencias que ella ha planteado y que el régimen ha bloqueado.
Está más que probada la fobia estructural de la dictadura a las elecciones. Negó el referendo y la propia elección de gobernadores. Ahora se las traga, aunque las obstaculizará, para frenar medidas internacionales...
La democracia es consistentemente bloqueada por un grupo que se apoderó del Estado para imponer la dominación, no de un proyecto político, sino de una maraña de intereses que abarca desde el plan de esclavización comunista de la sociedad hasta negociados perseguidos por la justicia internacional.
El país soporta una doble represión. La policial, para liquidar la resistencia de la sociedad a la pretensión de constitucionalizar la dictadura, expresada en formas novedosas y más sofisticadas que sus prototipos conocidos. Y la social, expresada en políticas que crean empobrecimiento, hambre, inseguridad, confusión y pérdida de esperanzas ante el cúmulo de problemas cotidianos programados para precarizar la vida cotidiana.
La consolidación del poder dictatorial se basa en algo más que las bayonetas. Se apoya en una fuerza más sutil y poderosa que ha mantenido a parte importante de la población mirando desde la barrera. La servidumbre ideológica.
Existe, además, un conjunto de factores, vigas en nuestros ojos, en forma de carencias, limitaciones y errores atribuibles a una vanguardia que ha mostrado logros y coraje, pero que ha comenzado a suscitar dudas acerca de algunos de sus desempeños. La última, respecto a su imposibilidad para construir consensos regionales.
Pero no es tiempo de cernir esa harina. Ahora hay que impedir que el Gobierno ocupe al nivel regional del poder y afiance una hegemonía que posteriormente será más difícil combatir.
La participación electoral permite continuar la lucha contra la extensión del totalitarismo e intentar ganar para esa batalla a sectores sociales, altos y populares, que no ven a la MUD como el eje de una alternativa confiable para salir de la crisis y para reunificar el país a partir de la coexistencia entre proyectos políticos rivales. Es la opción nuevamente disponible para una negociación hacia cambios estructurales sin impunidad.
Las promesas ilusorias para derrocar a Maduro y la invocación de medios fantasiosos lo han atornillado. El énfasis absoluto en lo político ha excluido la atención concreta al empobrecimiento general, al desabastecimiento, la inflación y el hambre, que se han convertido en temas para un después que nunca llega. Se ignora que asumir estos aspectos de la crisis es condición para romper las cadenas de opresión política.
La abstención legitima al régimen. El voto lo niega, lo debilita y lo frena. Es una estrategia de rebeldía cívica que no tiene una pisca de consentimiento, primer fundamento de toda legitimación, para propinarle una derrota efectiva y de alto impacto.
@garciasim
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