Luisa y Nicolás
Con apenas un día de diferencia, la fiscal Luisa Ortega Díaz demostró las ventajas de un discurso estructurado en la reunión de Fiscales Generales del Mercosur, versus los enormes riesgos de la improvisación de Nicolás Maduro
Trescientos mil millones de dólares pagó Venezuela a la constructora Odebrecht por once obras inconclusas. Esta descomunal cifra supera 30 veces nuestras reservas internacionales y el Gobierno la desvió junto a muchos otros casos que evidencian su corrupción y su incontrovertible responsabilidad en el desfalco de la nación. Con apenas un día de diferencia, la fiscal Luisa Ortega Díaz demostró las ventajas de un discurso estructurado en la reunión de Fiscales Generales del Mercosur, versus los enormes riesgos de la improvisación, evidentes en el monólogo que Nicolás dedicó a la prensa internacional.
En abril, el Gobierno comienza un extraño proceso para defenestrar a la Fiscal General de la República, que sumó desde acusaciones por insanía mental hasta un antejuicio de mérito tan inconcluso como las obras de Odebrecht, ¿por qué? Les sobró tiempo para “atrapar” a quien se convirtió en la voz más importante desde y sobre Venezuela, pero no lo hicieron. Ahora denuncia en Brasil la muerte del Estado de Derecho, las ventajas del narcotráfico en nuestro país, la disolución de los organismos de control sobre el Ejecutivo y el dominio de éste sobre la justicia, es decir: la muerte de la justicia.
Iniciada la entrega de pruebas de casos de corrupción en Venezuela que involucran a los sujetos más poderosos del chavismo, y amenazado el uso de redes sociales bajo la barata excusa de evitar delitos de odio e intolerancia, dos ejes cruciales en el discurso y la operación del Gobierno, escuchar en una misma intervención la existencia de pruebas contra Nicolás, Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez y hasta el fiscal impuesto, Tarek William Saab, solo nos remite a la pregunta que nos acompaña desde la reacción de la Fiscal ante las sentencias 155 y 156 del TSJ: ¿por qué ahora?
Del mismo modo que el Psuv se ha dedicado a desestimar las denuncias de la Fiscal asegurando que sabían de su propia red de corrupción desde el año 2008 y jamás lo manifestaron, Ortega Díaz denuncia ahora violaciones de DDHH cuyos patrones no ocurrieron en 2017 sino antes; denuncia cómo la escasez de alimentos y medicamentos es resultado de la corrupción, pero en realidad tiene tantos años acumulándose; denuncia el fraude electoral del 30 de julio, la ANC como una forma de destruir la Constitución y las leyes… en fin, denuncia lo que tantos han denunciado por años sin ser escuchados.
Aunque Venezuela sea el escudo que tanto Nicolás como Luisa eligen para explicar sus causas, se trata de intereses personalísimos y en consecuencia, más feroces y volátiles, ignorando los incentivos que pudieran acallar el activo rol de la Fiscal o el interés de la región en lo que nos ocurre. El lenguaje diplomático aún se cohíbe de llamar dictador a Nicolás, como el mismo Nicolás se contuvo de atrapar a Ortega Díaz cuando podía. Todos quieren impunidad. Nosotros queremos justicia.
En abril, el Gobierno comienza un extraño proceso para defenestrar a la Fiscal General de la República, que sumó desde acusaciones por insanía mental hasta un antejuicio de mérito tan inconcluso como las obras de Odebrecht, ¿por qué? Les sobró tiempo para “atrapar” a quien se convirtió en la voz más importante desde y sobre Venezuela, pero no lo hicieron. Ahora denuncia en Brasil la muerte del Estado de Derecho, las ventajas del narcotráfico en nuestro país, la disolución de los organismos de control sobre el Ejecutivo y el dominio de éste sobre la justicia, es decir: la muerte de la justicia.
Iniciada la entrega de pruebas de casos de corrupción en Venezuela que involucran a los sujetos más poderosos del chavismo, y amenazado el uso de redes sociales bajo la barata excusa de evitar delitos de odio e intolerancia, dos ejes cruciales en el discurso y la operación del Gobierno, escuchar en una misma intervención la existencia de pruebas contra Nicolás, Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez y hasta el fiscal impuesto, Tarek William Saab, solo nos remite a la pregunta que nos acompaña desde la reacción de la Fiscal ante las sentencias 155 y 156 del TSJ: ¿por qué ahora?
Del mismo modo que el Psuv se ha dedicado a desestimar las denuncias de la Fiscal asegurando que sabían de su propia red de corrupción desde el año 2008 y jamás lo manifestaron, Ortega Díaz denuncia ahora violaciones de DDHH cuyos patrones no ocurrieron en 2017 sino antes; denuncia cómo la escasez de alimentos y medicamentos es resultado de la corrupción, pero en realidad tiene tantos años acumulándose; denuncia el fraude electoral del 30 de julio, la ANC como una forma de destruir la Constitución y las leyes… en fin, denuncia lo que tantos han denunciado por años sin ser escuchados.
Aunque Venezuela sea el escudo que tanto Nicolás como Luisa eligen para explicar sus causas, se trata de intereses personalísimos y en consecuencia, más feroces y volátiles, ignorando los incentivos que pudieran acallar el activo rol de la Fiscal o el interés de la región en lo que nos ocurre. El lenguaje diplomático aún se cohíbe de llamar dictador a Nicolás, como el mismo Nicolás se contuvo de atrapar a Ortega Díaz cuando podía. Todos quieren impunidad. Nosotros queremos justicia.
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