Venezolanos: sin patria
Los venezolanos vivimos hoy lo impensable en uno de los países otrora más ricos de América
La señora Ángela recuerda hoy cómo fue su llegada a Venezuela. Junto a su prima decidió aventurarse porque el bolívar valía mucho más que el peso colombiano. Tenía 27 años y con un pequeño bolso, sin mucho peso, emprendió el camino de Cartagena a Maracaibo, por los llamados “caminos verdes”.
Salieron de Cartagena a las 3 de la mañana hacia Maicao con el señor que contrataron para pasarlas hacia Venezuela. Llegaron como a las 10 de la noche, a lo que ella describió como “un hotel de mala muerte”. Durmieron allí y salieron como a escondidas en la madrugada con otro señor en un carrito hasta “donde vivían unos indios” y el señor contrató a unos guajiros para que las llevaran por el río. Pagó hasta Maracaibo unos 50 pesos. Era 1968.
De Maicao a Maracaibo fueron tres días de viaje. Caminaban por el monte, junto a otras cinco muchachas hasta que podían desplazarse con seguridad en el carro. Debían esperar el cambio de guardia donde estaban los militares con los que había pactado el señor. Esas tres noches durmieron en el monte en chozas que tenían dispuestas en el trayecto. Llegaron a un punto donde se veía la carretera y se encontraban de nuevo con la camioneta. “Si pasaba la patrulla nos llevaban presos”, remarca con cara de angustia, a pesar de que eso fue hace medio siglo.
A sus 79 años la señora Ángela asegura que tuvo mucha suerte. A Venezuela llegó a una granja de naranjas donde estuvo con su prima dos días. Ahí las recogió otro chofer que las llevó hasta Caracas, trayecto que también hicieron por la carretera y por el monte para evitar a la guardia.
Cincuenta años después, en esta que ahora es su tierra, donde fue recibida, echó raíces y tiene hijo y nietos, es testigo de cómo muchos venezolanos quienes buscando, ni siquiera un futuro mejor, como fue su caso, sino simplemente tener un futuro, huyen de Venezuela de la misma forma como ella lo hizo desde Colombia, de otras que hubieran que hubieran sido impensables para aventurarse haciendo lo que sea en otro país.
Los venezolanos que han emigrado, cuya cifra no es precisa pero podría llegar a cuatro millones, dejan atrás su vida y también por decisión del Consejo Nacional Electoral la posibilidad de ejercer su derecho al voto en unas elecciones anunciadas para antes del 30 de abril. Solo 101.687 están inscritos en el Registro Electoral que no es actualizado desde mediados de 2017.
Sin duda que esta situación es solo una arista de la dura realidad que vivimos los venezolanos. ¿Cómo revertirla? Este es uno de los grandes asuntos. ¿Están los políticos venezolanos, la sociedad civil, preparados para ello?
- Aymara Lorenzo
VENEPRESS,28/01/2018 - 7:53AM
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