“¡Cumpla, ministro!”
LA COMUNIDAD EDUCATIVA DE LOS PLANTELES DE FE Y ALEGRÍA RECLAMAN POR LO MENOS UNA RESPUESTA. UNA VEZ MÁS FUERON TOMADOS EN SU INOCENCIA Y CREDULIDAD POR QUIENES DETENTAN EL PODER DE MANERA DÉSPOTA Y MEZQUINA.
Lo más insólito, lo que más molesta, es que el ministro de Educación del régimen sea un maestro. Para más señas, fue representante sindical y se llenaba la boca defendiendo los derechos de los docentes en tiempos de democracia.
Lo que sucede es que desde hace más de 20 años él ya no cobra sueldo de maestro, y si lo hace, le alcanza para los caramelos. Los docentes con el salario actual solo pueden comprar un kilo de harina de maíz y un cartón de huevos, pero parece que a él ya dejó de importarle este detalle.
Hace cuatro meses el dirigente del PSUV y ministro de Educación le prometió a los representantes y maestros de Fe y Alegría que volverían a reunirse para tratar los problemas que los aquejan.
Es bastante lo que esta organización ha hecho por el país. Mucho más que lo que puede decir el propio ministro del régimen, pues por las aulas de estos planteles, levantados con vocación de servicio, han pasado miles de niños venezolanos que encontraron no solo educación, sino cariño.
Lo único que piden los maestros y representantes de Fe y Alegría es que no se siga haciendo de oídos sordos porque ellos quieren soluciones a sus problemas, que al final son los problemas de todo el gremio docente venezolano. No solo de los maestros, sino también de los obreros y administrativos de estas escuelas.
¿Será que el ministro sufre de alguna enfermedad mental que le hizo olvidar sus orígenes? ¿Será que en su yate todas las causas que solía defender se desvanecen?
Lo que debe entender el señor ministro del régimen es que está pasando a la historia como un ser desalmado, que engaña a sus colegas y que además poco le importa el sufrimiento del niño venezolano.
Porque sin maestros bien pagados no hay educación que valga. Sin escuelas bien mantenidas por su personal no hay educación que valga. Sin empleados contentos no hay niños felices. Por eso ¡cumpla, si es verdad que es ministro!
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