18 estados registraron casos de malaria en 2021 pese a restricciones por covid
Las restricciones de movilidad impuestas por la pandemia de covid-19 desde 2020 ayudaron a mantener o reducir la incidencia de malaria, así como dengue o fiebre amarilla. Especialistas advierten que se debe reforzar la vigilancia epidemiológica para controlar su transmisión, ahora que se recobra la normalidad en los desplazamientos
La pandemia de covid-19 desplazó la vigilancia, control e incluso la discusión pública sobre enfermedades transmisibles como la malaria, el dengue o la fiebre amarilla. El silencio se ha hecho más evidente desde las autoridades, que desde 2016 no publican el boletín epidemiológico o el reporte de salud ambiental.
Los datos, algunos parciales, dan pista del avance sobre algunas enfermedades. En el caso del paludismo, como también se conoce a la malaria, hasta la semana epidemiológica 40 se reportaron un total de 66.002 casos diagnosticados, que fueron informados por el Ministerio de Salud venezolano a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y reflejados en el informe de situación octubre-noviembre 2021 de OCHA.
Los municipios que concentraron la cantidad mayor de dichos casos se ubican en el estado Bolívar, tradicionalmente un foco de malaria: Sifontes (18.651), Caroní (10.330), Angostura (9.524) y Sucre (8.918).
Pero los datos de la Dirección de Salud Ambiental del Ministerio de Salud reflejan 147.113 casos nuevos y autóctonos durante 2021. En 18 estados se mantuvo la enfermedad, que tuvo mayor prevalencia entre personas de 20 y 29 años.
José Felix Oletta, internista y exministro de Salud, advierte que estos datos no incluyen los casos importados, ni las recrudescencias (recaídas) o casos no diagnosticados. «Probablemente, tendrían que sumarse un total de cien mil casos».
58,6% (86.662) de los casos de malaria se presentaron en hombres, mientras que 41,36% (61.199) fueron mujeres. Los niños y niñas menores de 10 años representan un 10% del total.
El exministro llama la atención por el aumento de casos en Sucre y Zulia, especialmente, donde hubo un avance importante de infectados autóctonos. También destaca el hecho de que Falcón, una entidad que estuvo por más de 15 o 20 años sin malaria, tuvo 405 casos.
También señala la presencia de malaria cerca de Caracas, pues en el estado Miranda se registraron 792 casos mientras que en Vargas (La Guaira) se contabilizaron 60, distribuidos hacia la zona costera.
Los datos de Minsalud
El paludismo es una enfermedad, en algunos casos mortal, causada por parásitos que se transmiten a los humanos por mosquitos hembra del género anopheles. Es tratable y prevenible.
Hasta la semana epidemiológica 02 (9 al 15 de enero de 2022) se reportaron un total de 2.796 casos diagnosticados. Los municipios que concentran la cantidad mayor de dichos casos se ubican en el estado Bolívar: Sifontes (1.113), Angostura (378), Caroní (453) y Piar (248).
En 2020 se registraron en Venezuela 232.000 mil casos de malaria, lo que representó un 35% de los casos en las Américas y una disminución de casi la mitad si se compara con la cifra en 2019 (467.000), aunque se mantiene como el país con los mayores índices de contagio de América.
TalCual intentó obtener el número de casos totales, sospechosos y de muertes por malaria que fueron informados por el Ministerio de Salud a la OPS durante 2021, pero al momento de publicar esta nota no hubo respuesta por parte del organismo regional.
Combatir la malaria
Todas las entidades de salud se vieron afectadas por la pandemia de covid-19, muy especialmente las crisis humanitarias. El nuevo coronavirus también redujo el desplazamiento de las personas hacia puntos calientes de malaria.
«Eso no significa que no hay. Si uno no anticipa, la malaria podrá volver a desarrollarse con igual o mayor intensidad», asegura el exministro José Félix Oletta.
En particular, el médico destaca las dificultades para controlar el flujo de personas que se moviliza a puntos calientes (zonas de alta transmisión) de malaria como el estado Bolívar, específicamente el municipio Sifontes.
«Cuando revisas casos en Bolívar, hay municipios donde el desplazamiento de las zonas mineras y boscosas se hace hacia las periferias de las ciudades y se produce malaria en las ciudades, malaria urbana. En el caso de Ciudad Guayana y Ciudad Bolívar se ve el aumento», dice el especialista.
No hubo un municipio de Bolívar donde no se presentaran casos de malaria en 2021. El 32% se contabilizaron en Sifontes, seguido de Caroní (19%), Angostura, Cedeño, Heres, Callao, Gran Sabana, Padre Chien y Roscio.
Ese traslado de malaria a zonas urbanas y costeras también se presenta en los estados Sucre y Anzoátegui.
«Cuando se toma en serio el tema de malaria, se movilizan recursos, etcétera, pero cuando uno revisa la información de malaria que ofrece la OMS, Venezuela es uno de los países endémicos que menos recursos destinan para la prevención de la enfermedad. Menos de 30 centavos de dólar por paciente. Muchos de estos beneficios provienen del exterior, a través de recursos de OCHA y OPS», señala Oletta.
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Recursos insuficientes
A partir de este año, el Fondo Mundial de Malaria destinará 20 millones de dólares para el Programa Nacional de Malaria, “pero no puede ser que Venezuela no invierta”, manifiesta el exministro de Salud.
El Ministerio de Salud si bien presentó su Memoria y Cuenta 2021 a la Asamblea Nacional, no la ha hecho pública, por lo que se desconoce la cantidad de recursos que está invirtiendo el Estado venezolano para el control de vectores, así como las estrategias a corto y largo plazo para mantener la enfermedad a raya.
José Félix Oletta recuerda que desde hace cinco años están suspendidos los rociamientos intra y peridomiciliarios (dentro y alrededor de las casas), algo que fue la base del éxito del programa antimalárico creado por el doctor Arnoldo Gabaldón.
«El usar medidas importantes como mosquiteros impregnados de aerosoles de larga duración es una medida internacional, pero Venezuela entró de forma tardía e irregular», puntualiza.
En 2019 solo los estados Carabobo (por el brote en el municipio Bejuma), Bolívar, Barinas, Apure, Amazonas y Delta registraron 249.911 casos de paludismo. El 50% de la población nacional estaba expuesta a riesgo malárico, es decir, entre 13 y 15 millones de personas.
«Entre las áreas de alta transmisión, hay por lo menos cinco millones. En 2020 solo tres estados (Barinas, Bolívar y Sucre) recibieron este tipo de mosquiteros. ¿Cómo se crean barreras contra los mosquitos? No se está aportando recursos desde el Estado, y las organizaciones que apoyan no tienen recursos suficientes», insiste Oletta.
Médicos Sin Fronteras contra los mosquitos
Médicos Sin Fronteras (MSF) trabaja con el Programa Nacional de Malaria, dirigido por el Ministerio de Salud, desde 2015. Iniciaron en Bolívar a través de un proyecto que se desarrolla en el municipio Sifontes, y luego se incorporaron los estados Sucre, Anzoátegui, Amazonas y esperan sumar dentro de poco a Delta Amacuro.
Grecia Paz, parte del equipo de la coordinación médica de MSF Venezuela, explica que en el estado Sucre estuvieron hasta el último trimestre de 2021, donde se logró la disminución de 80% de los casos en siete comunidades desde 2019 hasta la fecha.
En el primer semestre de 2019 se reportaron 8.566 casos de la enfermedad en estas áreas, mientras que en el 2021 se reportaron 1.641.
La estrategia de MSF se basa en tres ejes: prevención, a través de la educación de la población; control vectorial, a través de métodos de barrera (mosquiteros o ropa adecuada) y combate de los criaderos (uso de larvicidas, abatización, fumigación intradomiciliaria); y diagnóstico precoz (por medio de PDR o microscopía directa) y tratamiento.
MSF solo maneja datos de los estados donde están presentes, pero no descartan que se presenten casos en Zulia. «Queremos retomar el plan de control vectorial para los estados donde estamos presentes. Por ejemplo en el municipio Sifontes, que reporta el 60% de los casos que se registran en América Latina, tenemos 54 puntos de diagnóstico y tratamiento donde se entregan mosquiteros».
Existe otro eje de distribución masiva que va hacia las zonas calientes, que son lugares dentro del municipio (San Isidro, Tumeremo o Dalla Costa) donde se concentra la población vulnerable.
«El covid retrasó muchísimo nuestras metas en 2020 y 2021 porque gran parte de nuestro recurso logístico y humano se tuvo que derivar para atender la emergencia sanitaria con la pandemia. El panorama para 2022 es un poco distinto pero nos va permitir retomar esos 65 puntos de diagnóstico y tratamiento en Sifontes y el resto de los municipios donde estamos presentes», asegura Paz.
Destaca que sí han observado una disminución de las enfermedades por vectores, a pesar de que el mosquito transmisor no sea el mismo. «En cierto modo la estrategia de control vectorial, que se basa en un estudio entomológico de las zonas donde estamos presentes, es efectiva con el uso de mosquiteros, uso de ropa adecuada, uso de repelentes, la fumigación intra y extra domiciliaria, además del uso de larvicidas. Con el combate de uno estamos combatiendo indirectamente los otros».
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Control y prevención de malaria
La vicepresidenta de la Sociedad Venezolana de Infectología, Patricia Valenzuela, recuerda que Venezuela fue ejemplo de programas de control de malaria, incluso extendiéndose a países de Latinoamérica. «Hay que mantener las medidas con respecto a educación de los ciudadanos, por ejemplo, sobre el tipo de ropa a usar, la dinámica y el hábitat de los zancudos para que las personas no se expongan en horas donde es activo».
La infectóloga señala que se recomienda, en estas zonas donde hay presencia de malaria, el uso de ropa manga larga y pantalones, que sean de algodón y preferiblemente de color claro. También llama atención sobre el uso de métodos de barrera (mosquiteros) y la identificación de criaderos, donde es necesario el uso de envases con tapa.
«También es importante el ecosistema. Definitivamente el Arco Minero ha causado mucho daño desde distintos puntos de vista. La tala indiscriminada de árboles, la formación artificial de lagunas o cúmulos de agua que favorece el desarrollo de criaderos de anopheles. Las personas que están dentro del comercio informal dentro del AMO no se cuidan con respecto a vestimenta, los horarios, la manera de practicar la minería, se ponen en riesgo», indica Valenzuela.
Para la especialista también es vital la ayuda de las autoridades locales y regionales. «La realidad que hay en el estado Bolívar es diferente a la de Caracas o Anzoátegui sobre acceso y distribución de los casos. Es importante tener claro la vigilancia entomológica para identificar los anopheles presentes en cada estado, saber sus hábitos. Eso es una vigilancia diaria y se debe hacer de manera descentralizada».
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