La desesperación se apodera de Cristina Fernández de Kirchner
Ante la pérdida de influencia en el Consejo de la Magistratura, la vicepresidente hizo la jugada más impresentable de su carrera política. Desde el gobierno dicen que es “legal”.
La Corte Suprema de la Nación Argentina asumió la conducción del Consejo de la Magistratura, tras haber declarado la inconstitucionalidad de una ley kirchnerista de 2006, que le daba al gobierno la máxima influencia en el organismo de nombramiento y remoción de jueces. Vencidos los 120 días de plazo para que el Congreso sancione una nueva ley, producto de la intransigencia del Frente de Todos, que no quiere saber nada con la idea de la justicia independiente, el titular de la Corte, Horacio Rosatti, asumió como presidente del Consejo. Ante la inminente juramentación de los nuevos miembros del órgano, Cristina Fernández de Kirchner procedió con la jugada más desesperada de toda su trayectoria política.
Ante el requerimiento de la Corte de retornar al formato de 1997, cada cámara del Congreso deberá proveer al Consejo de cuatro miembros, en lugar de tres como ahora. Desde la última semana, Juntos por el Cambio amenazó con presentaciones judiciales contra los titulares de Diputados (Sergio Massa) y de Senadores (la misma CFK), si no se habilitaban los espacios para la diputada Roxana Reyes y el senador Luis Juez.
Con todos los plazos vencidos, el kirchnerismo encontró la manera para cerrarle el camino al cordobés Juez en el senado: partir en dos el bloque peronista del Frente de Todos. A última hora, la bancada peronista confirmó que pasará a ser dos grupos diferentes: El Frente Nacional y Popular, con 21 senadores y José Mayans a la cabeza (el impresentable que había dicho “en pandemia no hay derechosen pandemia no hay derechos) y el de Unidad Ciudadana con 14. Por lo tanto, y según el reglamento, al peronismo ahora le corresponderían dos espacios por la primera mayoría y uno más como la segunda minoría. A la oposición le quedaría el senador de la primera minoría solamente.
Como era de esperar, la oposición salió a criticar duramente el manotazo de ahogado. El intendente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, dijo que la jugada es una «trampa a la democracia». Desde la Unión Cívica Radical, Alfredo Cornejo aseguró que se trata de una «vergonzosa e impostada división» para «intentar robarse un lugar en el Consejo de la Magistratura».
Por su parte, el jefe de Gabinete, Juan Manzur, avaló la descarada movida y dijo que se trata de una acción enmarcada «dentro de los parámetros legales permitidos».
Esto recién empieza y seguramente habrá presentaciones judiciales de la oposición, denunciando un fraude que se percibe a simple vista. Más allá de todo, el manotazo de ahogado de Cristina Fernández de Kirchner, desesperada ante la pérdida de su influencia decisiva en el Consejo de la Magistratura, no hace más que evidenciar una realidad innegable: que se encuentra entre la espada y la pared.
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