Cada año, en el corazón del norte de África, Túnez ofrece un espectáculo único: una procesión anual en honor de la Virgen María, conocida localmente como "Khorja el Madonna" (la "Procesión de la Virgen), que da testimonio de la tolerancia y convivencia religiosa en una región donde los cristianos a menudo pasan inadvertidos debido a su reducido número y a su limitada presencia pública.
A pesar del auge del islamismo radical que tuvo lugar a principios de la década de 2010, esta tradición centenaria persiste. Cada año, en agosto, la procesión recorre las calles de la ciudad de La Goulette, en Túnez. No es común en el norte de África que cientos de cristianos marchen sin oposición portando una estatua de la Virgen María decorada con flores para celebrar la festividad de la Asunción (15 de agosto).
La participación de los musulmanes le da aún más relevancia al acto. La “Khorja el Madonna” simboliza la armonía en un país donde los cristianos constituyen una pequeña minoría de entre 25,000 y 30,000 fieles, la mayoría católicos. La tradición comenzó a finales del siglo XIX, cuando unos inmigrantes sicilianos de Trapani llevaron una estatua de la Virgen María. Hoy en día, los tunecinos se enorgullecen de llamar a la “Virgen de Trapani” la “Virgen de Túnez”.
Los participantes rezan y asisten a misas durante el evento. La procesión se lleva a cabo cada año en paz y tranquilidad, sin interferencias del Estado u otros grupos religiosos. Por el contrario, los residentes no cristianos esperan con ansias la celebración y la apoyan. Muchas diásporas cristianas no católicas, particularmente inmigrantes africanos también participan.
A pesar de su condición de minoría, los cristianos tunecinos siguen apegados a su patria. La Iglesia Católica sigue de cerca su situación y se esfuerza por protegerlos manteniendo estrechas relaciones con las autoridades locales.
En 2007, el gobierno tunecino dijo al Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial que la mayoría de los tunecinos cristianos tienen raíces en el África subsahariana y son predominantemente católicos (el resto son protestantes y ortodoxos).
Al igual que otros países del norte de África, Túnez está experimentando un creciente número de conversiones del Islam al cristianismo, como confirman organizaciones de la sociedad civil local. Aunque Túnez no penaliza las conversiones religiosas, los tabúes sociales todavía ejercen una inmensa presión sobre los conversos, obligándolos a practicar su fe a puerta cerrada por temor al estigma, el rechazo familiar e incluso la violencia.
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