Las elecciones presidenciales marcaron un punto de inflexión en Venezuela durante 2024
- Las elecciones presidenciales marcaron la agenda política del país, con la crisis represiva que se derivó tras los resultados anunciados por el CNE, cuestionados por la oposición. El Diario consultó a los politólogos Ana Milagros Parra, Enderson Sequera y Walter Molina sobre los cambios que vivió la sociedad venezolana durante los comicios
Venezuela vivió un punto de inflexión en su historia durante este año 2024. Las elecciones presidenciales del 28 de julio abrieron un capítulo lleno de confrontación e incertidumbres, esto por las múltiples irregularidades que marcaron el proceso, y la opacidad del Consejo Nacional Electoral (CNE) denunciada tanto por la oposición, como por organismos como el Centro Carter y la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Por un lado, Nicolás Maduro fue proclamado ganador para un tercer mandato por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE) y el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), ambas instituciones cuya independencia ha sido cuestionada por estas organizaciones. Por el otro, Edmundo González ha sido declarado como el verdadero vencedor por la oposición y reconocido así por diferentes países como Estados Unidos, Argentina y el Parlamento Europeo. Esto debido a las actas de votación recogidas por miles de voluntarios el día de las elecciones.
Todo esto propició una serie de protestas ciudadanas en gran parte del país, que fueron respondidas con una intensa represión por parte del gobierno. La detención de varios dirigentes políticos llevó a la oposición a replegarse y centrar sus esfuerzos en la presión internacional con las actas. Mientras, el oficialismo también avanzó en la aprobación de leyes punitivas, con miras a controlar la disidencia o el trabajo de las organizaciones no gubernamentales (ONG).
A pesar de ser un año complejo y lleno de incertidumbres que continuarán para el próximo año, El Diario resume, a grandes rasgos, los acontecimientos políticos que marcaron el proceso electoral de Venezuela en 2024.
Definición del candidato opositor
Los meses previos a los comicios tuvieron un nombre clave: María Corina Machado. El consultor político Enderson Sequera enumeró en entrevista para El Diario tres acontecimientos claves en los que la líder de Vente Venezuela definió el curso de la estrategia opositora. El primero fue su inhabilitación política, la cual se conocía antes de que ganara las primarias de la Plataforma Unitaria, pero que se confirmó por sentencia del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en enero.
El segundo, fue el intento por inscribir a la académica Corina Yoris como sucesora de Machado, lo cual también fue impedido por el CNE, esta vez sin mayores explicaciones. “Es un hito importante porque rompe la narrativa de críticos de Machado que decían que la panacea para destrancar el juego era inscribir un sustituto. Ella nombró su sustituto y la arbitrariedad del chavismo se volvió a imponer”, comentó.
Finalmente, el tercero estuvo en la candidatura final de Edmundo González. El nombre del exdiplomático inicialmente se usó como “candidato tapa” para cubrir la vacante en la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) mientras se resolvían las trabas en la inscripción de Yoris. Sin embargo, tras un proceso de diálogo entre las fuerzas opositoras, se acordó mantener su candidatura, unificada además en las tarjetas de Un Nuevo Tiempo (UNT) y Movimiento por Venezuela (MPV).
Organización ciudadana
Para la politóloga Ana Milagros Parra, la campaña para las elecciones presidenciales de 2024 fue poco tradicional. En entrevista para El Diario, indicó que se evidenció con mayor fuerza que en otros procesos la desigualdad entre el aparato propagandístico del Estado y el del comando opositor. “Se vio la diferencia entre un candidato que tenía todo el poder estatal y uno que no tenía dinero, pero tenía la voluntad de cambio y el apoyo de las personas”, dijo.
No obstante, explicó que el éxito del Comando con Venezuela, liderado por González y Machado, radicó en tener como protagonista a la ciudadanía. La población se organizó de forma descentralizada para replicar mensajes, estructuras y actos de campaña no convencional. Una fuerza política que se tradujo en movilización durante los recorridos de Machado por el país o en los comanditos, que se prepararon para la defensa del voto.
Destacó que Venezuela sigue la tendencia vista en otros países de olas democráticas dirigidas por mujeres. Un movimiento que, en el país, se reflejó con el surgimiento de liderazgos femeninos como Corina Yoris, Delsa Solórzano, María Beatriz Martínez, Adriana Pichardo y María Corina Machado.
“Eso puede responder a muchas cosas, pero dentro de Venezuela responde a que los liderazgos anteriores no cumplieron expectativas y que María Corina Machado está recogiendo los frutos de una labor política que desde el principio ha sido coherente y que también conectó mucho. Fue una línea de campaña para conectar con las madres que ya no tienen a sus hijos en el país y las familias rotas”, comentó.
Defensa del voto
El politólogo Walter Molina, las elecciones del 28 de julio representaron un cisma para el país y su sociedad. Un cambio de paradigma que, como el título del libro del expresidente checo Vacláv Havel, El poder de los sin poder, ahora deja su mayor fuerza política en manos de la ciudadanía organizada, y representando a su vez un quiebre para la hegemonía del gobierno.
“Ellos creían poder controlar todo, incluyendo los fraudes electorales, y se llevaron una sorpresa. Comenzaron a entender que ya no servía ni el control social ni el esquema de fraude que tenían años usando, por eso están apelando al terrorismo de Estado, pues solo les queda la fuerza bruta”, agregó.
Resaltó que durante la campaña, la oposición construyó un movimiento social, transversal y de unidad alrededor de sus liderazgos. Esto se evidenció en la conformación de estructuras como la Red 600K, una plataforma de defensa del voto cuyos testigos tuvieron la labor de obtener copias de las actas de votación de sus centros y protegerlas.
Mártires de la libertad
Sequera recordó los casos Edwin Santos o Jesús Martínez, quienes el 28 de julio se encargaron de organizar electores y proteger las actas de sus centros, siendo perseguidos por ello. En el caso de Santos, su cuerpo fue encontrado el 25 de octubre tras días desaparecido, aunque el gobierno atribuyó su muerte a un presunto accidente de tránsito.
Por su parte, Martínez fue detenido el 29 de julio tras haber sido testigo electoral, y falleció el 14 de noviembre bajo custodia policial. Sus familiares llevaban semanas denunciando que Martínez padecía de diabetes tipo II y problemas cardíacos que se agravaron durante su reclusión, pero no recibió atención médica oportuna. Desde entonces, otros dos presos políticos han muerto también: Jesús Rafael Álvarez, el 14 de diciembre; y Osgual Alexander González, el 16 de diciembre. Ambos hechos ocurrieron en la cárcel de Tocuyito.
“Edwin Santos o Jesús Martínez, asesinados en el marco del terrorismo de Estado postelectoral, son mártires de esta lucha. Su delito: organizar a los electores y proteger sus votos. Defender el resultado del 28J es también honrar su memoria”, opinó Sequera al respecto.
Represión
“El 28 de julio fue un hito que marcó un antes y un después en la historia venezolana. Después ese día somos otro país y desde ese día se transformó también el régimen de Nicolás Maduro a uno muchísimo más autoritario y represivo con tal de mantenerse en el poder”, declaró Parra.
La organización Foro Penal reporta que para el 2 de diciembre, se registraban en el país 1.905 presos políticos, de los cuales más de 1.500 ocurrieron en el contexto de las protestas poselectorales. La Misión Independiente de Determinación de Hechos sobre Venezuela de la ONU determinó que al menos 158 menores de edad fueron detenidos por manifestar, siendo víctimas de tratos degradante e inhumanos, y obligados a grabarse admitiendo delitos que no cometieron o incriminando a dirigentes opositores. Foro Penal indicó que, para diciembre, 42 de ellos siguen en prisión.
“A muchos de ellos los fueron a buscar a sus casas por el solo hecho de decir algo en redes sociales o grupos de WhatsApp”, señaló Molina.
El politólogo hizo un repaso por las estadísticas que dejó la represión poselectoral en Venezuela: más de 30 fallecidos, incluyendo al menos 25 personas asesinadas durante las protestas. También el arresto de dirigentes opositores como Freddy Superlano, Biaggio Pilieri, Perkins Rocha, Williams Dávila, entre otros. “El gobierno obligó a los principales líderes democráticos a vivir en la clandestinidad y al presidente electo (Edmundo González) a irse del país”, precisó.
Cabe recordar que González se refugió en España el 8 de septiembre tras un mes asilado en la embajada de Países Bajos y luego en la de ese país. Mientras tanto, Machado, y otros dirigentes opositores están actualmente en la clandestinidad.
Dependencia institucional
Los días posteriores a las elecciones presidenciales también dejaron ver, a juicio de los expertos consultados, la subordinación de los poderes públicos al gobierno chavista. Después de denunciar un presunto ciberataque, el CNE ha mantenido su página web inactiva hasta la fecha, lo que impide los resultados de las elecciones desglosados por estado ni mesa de votación. Tampoco publicaron la Gaceta Electoral correspondiente y que por ley, se debía publicar a finales de agosto.
Por su parte, la certificación de los resultados corrió a cargo del TSJ. A solicitud del propio Maduro, la Sala Electoral inició un peritaje en el que presuntamente se inspeccionaron las actas y se citaron a declarar a todos los candidatos excepto González, quien denunció la opacidad del proceso y la usurpación de funciones del Poder Judicial al asumir competencias del CNE. Al final, el TSJ no solo validó los resultados favorables a Maduro, sino que anunció que “resguardará” el material electoral.
“Tanto las actuaciones del CNE y el TSJ responden a un patrón que ya hemos visto, que se esperó que se rompiera pero no pasó, de una institucionalidad donde todos responden al Poder Ejecutivo y todos actúan desde una trinchera para mantenerse en el poder utilizando las instituciones del Estado como excusa”, aseveró Parra.
Este patrón, de acuerdo con los politólogos, se repitió en todos los órganos del Estado como la Asamblea Nacional electa en 2020, la Fiscalía General de la República o la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), los cuales de inmediato se plegaron a favor del gobierno.
Estrategia opositora
“La reacción del chavismo posterior al 28J es fiel a su manual: resistir contra todo pronóstico por la fuerza de las armas y apostar a que el desgaste de la oposición logre disipar la expectativa de cambio”, apuntó Sequera. Luego de lo que calificó como una de las “operaciones terrorismo de Estado más salvajes” en la historia moderna de Venezuela, con el tiempo las protestas masivas en la calle se silenciaron y reemplazaron por alternativas que no comprometieran la seguridad de la gente.
“La represión fue tan salvaje que ni desde esta oposición, y quizá desde ninguna otra oposición, habría habido la manera de diseñar una estrategia eficaz para capear la represión. El terrorismo de Estado logró que los líderes opositores tuvieran que preocuparse primero por seguir vivos y libres, y luego en mantener la movilización”, agregó.
A pesar de esto, Molina aclaró que no es lo mismo que la oposición esté desmovilizada a estar replegada. En este sentido, cree que la dirigencia opositora fue responsable al evitar convocar a la gente a la calle para exponerse innecesariamente. Destacó el cambio de enfoque planteado por Machado en septiembre cuando anunció la “fase enjambre”, que consiste en acciones coordinadas y descentralizadas de protesta. “Es picar e irte”, resumió el politólogo.
“Creo que así estaremos hasta que ocurra un hito que vuelva a llenar las calles. Y cuando digo llenar hablo de masividad, puesto que no ha habido ni un solo día en el que los familiares de los presos políticos no estén en diferentes espacios denunciando y exigiendo la liberación de todos estos inocentes”, acotó.
El 28J persiste
Parra aseguró que aún es pronto para juzgar el desempeño de la estrategia opositora, pues el 28 de julio todavía no ha terminado. Señaló que en este momento la oposición se encuentra en una etapa de convicción y exigencia, presionando para hacer valer la voluntad popular, y del que aún quedan momentos clave por venir, como la toma de posesión del 10 de enero, en las que tanto Maduro como González aseguran que planean juramentarse como presidente.
“Es una etapa que empezó y no sabemos cuándo va a terminar, pero el 28 de julio no fue la victoria de un candidato, fue una victoria ciudadana donde se hicieron unas elecciones en autoritarismo y se dieron actas, que son las pruebas de quién ganó. Y no hubiesen llegado a manos del comando de no ser por la ayuda del chavismo también, o de las fuerzas de seguridad que estaban en los centros de votación. Eso habla muchísimo de cómo está la sociedad venezolana en este momento y de la inestabilidad del régimen en el poder”, acotó.
Molina coincide en esta conclusión, por lo que cuestiona la existencia de sectores, algunos dentro de la propia oposición, que consideran que ante la aparente desmovilización que dejó la represión, lo mejor sería cerrar el capítulo del 28 de julio e intentar conquistar espacios en las elecciones parlamentarias y regionales programadas para 2025 con el mismo CNE presidido por Elvis Amoroso.
“No se puede ‘pasar la página’ de lo que allí sucedió, así haya un pequeño grupo que apueste a ello. El 28 de julio está más presente que nunca”, sentenció.
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