Poesía | El cántico de Celina | | | Puesta en situación | Este poema fue compuesto el 28 de abril de 1895 para Sor Genoveva, a petición suya, con ocasión de su vigésimo sexto cumpleaños. Es el «Cántico de las criaturas» de Celina, pero aún más de Teresa. Leemos las dos primeras y las dos últimas estrofas. | | | Teresa me escribe | « ¡Ay! que me encanta el recuerdo Bendecidos días de mi infancia.... Para mantener la flor de mi inocencia El Señor siempre me rodea De amor !.... Además, a pesar de mi pequeñez me llenó de ternura Y de mi corazón se escapó la promesa Para casarse con el Rey de los elegidos ¡Jesús!... Jesús, tú eres el Cordero que amo ¡Tú me bastas, oh bien supremo! En ti lo tengo todo, la tierra y el mismo cielo La flor que recojo, oh mi rey Eres tú !... Jesús, hermoso lirio de los valles Tu dulce aroma me cautivó ¡Ramo de mirra, oh fragante corola! En mi corazón quiero mantenerte Para amarte... » | PN 18,1.2.36.7 | | | Comprendo | Tras el punto culminante alcanzado con Vivir de Amor, Teresa compone, en este poema, un vibrante inventario de los tesoros de la creación, que contempla transfigurados en su Amado. Apoya a Celina con la delicadeza de un maestro espiritual, asegurándose de que ninguna alegría del pasado quede en la sombra. El poema evoca sus recuerdos compartidos de infancia y juventud, y es una oda al amor familiar y a la naturaleza. Se divide en dos grandes secciones: «antes de entrar en el Carmelo» (estrofas 1 a 31) y «el presente» (estrofas 32 hasta el final). Se aprecia aquí la influencia de San Juan de la Cruz (Cántico espiritual, estrofas 14 y 15), donde, en Cristo, la abundancia de la belleza creada encuentra su plena recapitulación. | | | Rezo y actúo | Hoy busco alabar y honrar a Dios meditando en su bondad y amor por nosotros en su creación. |
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