Maduro cubre sus puntos más débiles: el círculo más letal del chavismo toma Caracas
Todos los rincones estratégicos del país están minados con funcionarios letales y también leales. Caracas, la capital, llega a su tercer día cercada por 1200 efectivos de contrainteligencia.
Nicolás Maduro no está dispuesto a dejar el poder. En primer lugar, no reconoció que perdió las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio frente a Edmundo González Urrutia, ni tampoco entregó las actas de votación que avalen su afán de mantenerse en Miraflores hasta 2030. Su plan es aferrarse al cargo de forma ilegítima y, para ello, ha reforzado su seguridad con un operativo de seguridad militar, con el propósito de perpetuar el régimen chavista en Venezuela.
Todos los rincones estratégicos del país están minados con funcionarios letales y también leales. Caracas, la capital, llega a su tercer día cercada por 1200 efectivos de contrainteligencia. Según el diario español ABC, 1200 hombres conforman el cordón de protección del tirano que se niega a reconocer su derrota dentro y fuera de la nación. De su trabajo depende la llegada de Maduro al Palacio Legislativo el próximo 10 de enero para juramentarse. La presión es suprema.
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El momento es una prueba de fuego para la cúpula chavista, en la cual, es crucial el desempeño del teniente coronel Alexander Granko Arteaga, quien lidera la Dirección General de Contra Inteligencia Militar (Dgcim).
Las operaciones claves son en la Base Aérea de La Carlota. También en las calles, las autopistas y aeropuertos. Uno a uno, los autos que intentan movilizarse de un estado a otro son requisados. La orden del operativo militar de Maduro es abrir todas las puertas, maleteros e incluso, rastrear por debajo de camiones y camionetas. Es desespero y paranoia en su máximo punto, para impedir el ingreso de González Urrutia al territorio nacional.
La oferta para quien ose detener al líder de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) crece con el paso de las horas, al pasar de 100.000 a 500.000 dólares.
Militares clave
Los militares son determinantes en esta cruzada política para ambos bandos. Chavismo y oposición dirigen sus discursos a los cuarteles. Ahí se cuadra el futuro del país. Esa realidad hay que aceptarla.
“Debemos actuar con determinación y unidad para proteger nuestra Venezuela. Nuestra misión es restaurar la soberanía popular manifestada en el voto”, señala González en su último video difundido por redes sociales, donde además pide apoyo para convertirse en comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. “Yo debo asumir el rol”, predica.
Su convicción es notable pero Maduro abasteció de chalecos antibalas, cascos tácticos y fusiles de asalto a la contrainteligencia que sirve a sus intereses. Con la indumentaria pululan en lugar de los miembros de Casa Militar y la Guardia de Honor, a quienes les corresponde resguardar al presidente en el cambio de mando.
El régimen preparó las condiciones para la investidura ilegítima con anticipación considerando que nombró un nuevo alto militar. Ejército, Armada y Fuerza Aérea de Venezuela tienen desde octubre nuevos comandantes, así como también la Dirección General Contrainteligencia Militar (DIGECIM), el Servicio Bolivariano Inteligencia Nacional (SEBIN), la Guardia Presidencial y las Regiones Estratégicas de Defensa Integral (REDI). La purga fue en todos los flancos.
Sin embargo, esta movida que ahora mide su fidelidad y efectividad en terreno evidencia más debilidad que fortaleza. Especialmente porque detrás de ella destaca la salida de los dos hombres más fuertes en la Inteligencia durante una década, Iván Rafael Hernández Dala en la DGCIM y Gustavo Enrique González López en el Sebín.
¿Tiene garantía de éxito el operativo militar de Maduro? Ni el mismo régimen parece saberlo cuando la Tropa Profesional del Ejército reporta más de 3000 deserciones en los últimos seis meses, pero esta semana se sabrá.
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